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Pasas de los 30 y bebes una copa de vez en cuando: esto es lo que ocurre en tu cuerpo
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Pasas de los 30 y bebes una copa de vez en cuando: esto es lo que ocurre en tu cuerpo

Somos un todo, para bien y para mal. Y aunque hay motivos para brindar, el alcohol tiene efectos muy dañinos en nosotros, especialmente cuando llegamos a la mediana edad

Foto: Un año esperando las vacaciones y una vida recuperándose de los excesos. (iStock)
Un año esperando las vacaciones y una vida recuperándose de los excesos. (iStock)

Acudes a la fiesta de Navidad de tu empresa, te pasas de copas y al día siguiente arrastras una resaca mayúscula que no te abandona en todo el fin de semana. Sí, puede que esto no te ocurriese a los veinte años, pero ahora que sobrepasas los cuarenta ya no eres tan resistente y los excesos se notan. Y pese a todo, el alcohol ayuda a olvidar…. Por ejemplo, que el viernes, tras la fiesta, no podías levantarte de la cama, y sales el sábado a comer y vuelves a empinar el codo. Los médicos, aguafiestas de manual, saben que beber alcohol frecuentemente, sobre todo llegados a la mediana edad, tiene efectos perjudiciales sobre cuerpo y mente.

“El alcohol afecta sobre todo el sistema porque una molécula pequeña va a todo el cuerpo. Desde los intestinos al corazón, desde los vasos sanguíneos a la piel, el alcohol tiene efectos profundos en nuestra salud”, explica el profesor emérito de salud pública en el University College London y director de la organización Drinkaware Paul Wallace a 'The Telegraph'.

La depresión es uno de los efectos del consumo de alcohol, por encima de la cirrosis, pero tras seis meses sin beber una copa el daño producido se revierte

No obstante, nos pasa mayor factura cuando envejecemos porque los órganos que metabolizan el alcohol, como el hígado o el estómago, encogen. Esto explicaría por qué las resacas a determinada edad duran más de un día. “Tenemos muchos menos líquidos en el cuerpo y nos deshidratamos con mayor frecuencia y, como consecuencia, el alcohol distribuido por la sangre está más concentrado y cuesta más que se descomponga en el torrente sanguíneo”, afirma el doctor Tony Rao, consultor de psiquiatría en el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido.

De forma que si nuestro cuerpo fuera un mapa donde marcásemos cada una de las zonas dañadas por el consumo abusivo de alcohol sería similar a las infografías de desastres naturales, pero, ¿cuáles son las zonas de nuestro cuerpo con mayor riesgo de sufrir los azotes de un brindis?

1. Camino de la depresión

"El alcohol nos hace sentir excitados y nos estimula porque tiene un efecto depresor en el control de nuestro comportamiento, como la capacidad de razonamiento o de juicio”, sostiene Wallace, y añade que, conforme pasa el tiempo, la propensión a tener problemas de ansiedad y depresión es mayor. Argumento que comparte Rao, algunos de cuyos pacientes, especialmente los que tienen alrededor de 60 años, han sufrido daños cerebrales debido al consumo de alcohol, y no necesariamente en exceso. “Siempre les digo a mis pacientes que el alcohol afecta antes al cerebro que al hígado”, afirma. Por ello, es frecuente que antes de padecer una cirrosis se sufra depresión, problemas para tomar decisiones complejas, control de los impulsos o cambios de humor bruscos.

La buena noticia, destaca Rao, es que este daño puede revertirse tras seis meses sin beber una copa.

2. La piel se enrojece

Por qué será que a los borrachos en la literatura y las películas siempre los retratan con la nariz y los pómulos extremadamente rojos… Este es uno de los efectos del alcohol, que provoca mayor propensión al enrojecimiento de la piel. Así lo explica el profesor Nick Lowe, dermatólogo y portavoz de la British Skin Foundation: “Desencadena rosácea, un enrojecimiento crónico de la piel producido porque los vasos sanguíneos se agrandan y provocan mayor flujo de sangre. Aunque puede remitir con el tiempo, la rosácea puede ser permanente”.

Pero el alcohol juega su papel en otras dolencias cutáneas, como las manchas o el acné, sobre todo en personas ansiosas o estresadas, señala Lowe. Paradójicamente, aun con la aparición de granos, también nos avejenta, ya que la piel está más deshidratada y los ojos más hinchados, y “el exceso de azúcares de la bebida daña nuestro ADN y el colágeno de la piel, que envejece más rápido”, añade.

No solo los bebedores empedernidos pueden sufrir una enfermedad hepática, sino cualquier profesional que bebe asiduamente después de su jornada laboral

3. Probables fallos cardiacos

Las personas que beben en exceso –es decir, doblan el límite de las 3 a 4 'units' en hombre y las dos o tres copas en mujeres, por día– tienen un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral porque se eleva la presión de la sangre, indica el profesor Wallace. Asimismo, según el doctor Mike Knapton, director médico de la British Heart Foundation, quienes abusan del alcohol tienen mayor propensión a que la habilidad de su corazón para bombear sangre se vea dañada, lo que se da en llamar una cardiopatía, que incrementa el riesgo de fallo cardiaco, y suscribe que “más de un vaso de vino al día no aporta ningún beneficio al organismo sino al contrario”.

4. El hígado se resiente

Desde los años 70 en lugares como Reino Unido ha crecido el número de enfermedades hepáticas y no siempre relacionadas con el bebedor empedernido, sino con profesionales que se pasan de copas a la salida del trabajo. Esto es lo que cuenta la doctora Debbie Shawcross, hepatóloga en el King's College Hospital. “El hígado puede engordar un poco y se continúa bebiendo entre los 40 y los 55, la inflamación hace que este se contraiga produciendo en una de cada seis personas una cirrosis u otra dolencia hepática”, concluye.

Para contrarrestar los efectos nocivos y dar una oportunidad al hígado para que se regenere, el British Liver Trust sugiere hacer una cura de alcohol tres días consecutivos cada semana.

Solo media botella de vino a la semana reduce la calidad y cantidad del esperma en los hombres y las mujeres tienen menor posibilidad de engendrar

5. Aumenta el riesgo de cáncer

Cada año cerca de 13.000 casos de cáncer en Reino Unido son atribuidos al consumo de alcohol, sobre todo los de boca, esófago, garganta, pecho e intestino. Así lo afirma Nicola Smith, miembro de la oficina de Información para la Investigación del Cáncer, quien añade que a más alcohol en sangre, mayor es el riesgo, ya que el acetaldehído o etanol es uno de los cancerígenos al que estamos más expuestos. “Si fumas y bebes al mismo tiempo, están incrementando el riesgo de cáncer de boca y garganta porque el alcohol hace las células más sensibles a las toxinas del humo del tabaco”, comenta. Y este efecto es el mismo para aquellos fumadores/bebedores casuales.

6. Menos fertilidad

Un estudio pionero en Dinamarca realizado a parejas que querían concebir reveló que aquellas que no bebían conseguían su objetivo más rápidamente que los bebedores sociales y tenían un menor riesgo de sufrir un aborto espontáneo.

Incluso cuando el consumo es muy moderado, la bebida afecta al éxito de la reproducción. Otro estudio llevado a cabo en Estados Unidos demostró que tan solo consumiendo media botella de vino a la semana las posibilidades de las mujeres de quedar encintas se reducían un 18%. Pero, ¿y los hombres? Ellos también se ven afectados, ya que tienen niveles más bajos de testosterona y la calidad y cantidad del esperma empeora. Según señala la doctora Gillian Lockwood, directora médica de Midland Fertility, el ciclo del esperma es de 70 días, así que el efecto dañino de una borrachera puede costarle a una pareja con intención de engendrar que tengan que esperar varios meses más, sobre todo si el varón ha sobrepasado los 40 años.

7. Engordamos más

Es una de las razones sobre la que más hemos hablado. El alcohol contiene siete calorías por gramo, casi lo mismo que la grasa (9 calorías por gramo) y cuando una persona bebe, el cuerpo lo reconoce como una toxina y dedica sus esfuerzos a descomponerlas primero, antes que los nutrientes de los alimentos. Al menos es lo que explica el nutricionista Robert Hobson, coautor de 'The Detox Kitchen Bible' (Ed. Bloomsbury), quien afirma que el alcohol interrumpe la oxidación de las grasas e hidratos de carbono, produciendo que en lugar de quemarlos los almacenemos.

Acudes a la fiesta de Navidad de tu empresa, te pasas de copas y al día siguiente arrastras una resaca mayúscula que no te abandona en todo el fin de semana. Sí, puede que esto no te ocurriese a los veinte años, pero ahora que sobrepasas los cuarenta ya no eres tan resistente y los excesos se notan. Y pese a todo, el alcohol ayuda a olvidar…. Por ejemplo, que el viernes, tras la fiesta, no podías levantarte de la cama, y sales el sábado a comer y vuelves a empinar el codo. Los médicos, aguafiestas de manual, saben que beber alcohol frecuentemente, sobre todo llegados a la mediana edad, tiene efectos perjudiciales sobre cuerpo y mente.

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