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Una guía muy práctica sobre el punto G, según la mujer que le dio nombre
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LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA DEL PLACER

Una guía muy práctica sobre el punto G, según la mujer que le dio nombre

La doctora Whipple "redescubrió" esta zona erógena en los años 80 y desde entonces está sujeta a polémica. ¿Existe o no existe este área? ¿Nos conduce realmente al orgasmo?

Foto: Señor Grafenberg, si existe el punto G haznos una señal. (iStock)
Señor Grafenberg, si existe el punto G haznos una señal. (iStock)

El punto G es, junto al Triángulo de las Bermudas, uno de los grandes misterios geográficos de la humanidad, pues su existencia y ubicación ha sido objeto de polémicas hasta la actualidad, y como en el caso de Las Bermudas, han habido muchos exploradores deseosos de investigar las mágicas, o deberíamos decir “extáticas” propiedades de esta zona erógena. Y aunque las últimas investigaciones publicadas hasta el momento tachan su existencia de mero mito, alegando que el centro del placer sexual no tiene una letra (G) sino tres (CUV) y que se encuentra en la zona situada entre la uretra, el clítoris y la pared de la vagina –clitourethrovaginal complex–, millones de mujeres no hemos gemido durante años por un acto de imaginación orgásmica. ¿O sí?

Una de las féminas de bata blanca que bautizó al Punto G, la doctora Beverly Whipple, emérita de la Universidad de Rutgers College, no estaba tan convencida, pues lleva desde los años 80 evangelizando de la existencia de esta zona, que “reencontró” por casualidad.

Whipple descubrió una zona especialmente sensible en la parte frontal de las vaginas que, al estimularla, hacía segregar fluido y producía algunos orgasmos

Según cuenta la sexóloga, se encontraba impartiendo clases de ejercicios de Kegel para la incontinencia urinaria producida por el estrés, cuando se dio cuenta que no todas las mujeres tenían el mismo tipo de musculatura pélvica. “La mayoría de las mujeres tenían unos músculos pélvicos muy débiles, pero otras, extremadamente fuertes. Y estas decían que solo perdían fluido a través de la uretra algunas veces mientras mantenían relaciones sexuales o en el orgasmo”, explicaba Whipple. Asimismo, notaron que había una zona especialmente sensible en la parte frontal de sus vaginas que, al estimularla, les hacía perder fluido, con el consiguiente placer, en muchos casos, orgásmico.

Tras una investigación que les llevó a estimular las paredes vaginales de unas 400 mujeres, para felicidad de sus participantes, consiguieron idénticos resultados, según cuenta la periodista Taylor Kubota en 'Yahoo'. No obstante, ¿por qué lo llamó G y no Punto Mmm o A, cuando tendría más sentido? Pues en honor a su descubridor, el ginecólogo alemán Ernest Grafenberg, que estudió el orgasmo femenino en los años 50. Y ha diluviado bastante desde entonces.

¿Es el Punto G el nuevo dorado?

El último científico que nos obliga a dejar a un lado la brújula del deseo es el físico y sexólogo Vicenzo Puppo, quien lleva más de una década repitiendo que el orgasmo femenino y el Punto G no son reales y que esta placentera sensación es el resultado del tejido eréctil relativo al clítoris. A lo que Whipple responde: “Yo nunca dije que todas las mujeres tuviéramos un punto G”, porque no las ha examinado a todas. ¿Conclusión? El punto G es como el alma, su existencia es una cuestión de fe y, de existir, no estaría en un lugar en concreto. Al fin y al cabo, puede que todo nuestro cuerpo sea un enorme punto G, el primer eslabón para una geografía de placer, que empieza en el lóbulo de la oreja y acaba en el dedo gordo del pie.

Como los lugares de poder, a esta zona la rodea la polémica, y lo más acertado tal vez sea decir que todos nosotros somos un enorme punto G

Pero hay otras paradas del viaje que sí están rodeadas de leyenda, o como mínimo, de enredos...

Los misterios humanos siempre están sujetos a confusiones y especulaciones, una de las más frecuentes que encontraron por sus caminos los precursores de la geografía del placer, equivocar la eyaculación con el 'squirting' y el 'gushing', que son como el agua y el aceite. Así lo explica Whipple: “Lo que sabemos es que la eyaculación femenina, la orina y el 'squirting' son tres fluidos independientes con una composición diferente”, ya que el líquido blanquecino que se segrega al eyacular es alto en fosfatasa, ácido prostático y glucosa, pero bajo en urea y creatinina, componentes que la orina contiene en grandes cantidades. Y por tanto el 'squirting', es una gran cantidad de líquido que 'chorrea' proveniente de la vejiga.

Siempre rodeado de la polémica y la confusión, pocas veces como ahora encaja más añadir: “tendremos que seguir investigando hasta hallar pruebas más concluyentes”...

El punto G es, junto al Triángulo de las Bermudas, uno de los grandes misterios geográficos de la humanidad, pues su existencia y ubicación ha sido objeto de polémicas hasta la actualidad, y como en el caso de Las Bermudas, han habido muchos exploradores deseosos de investigar las mágicas, o deberíamos decir “extáticas” propiedades de esta zona erógena. Y aunque las últimas investigaciones publicadas hasta el momento tachan su existencia de mero mito, alegando que el centro del placer sexual no tiene una letra (G) sino tres (CUV) y que se encuentra en la zona situada entre la uretra, el clítoris y la pared de la vagina –clitourethrovaginal complex–, millones de mujeres no hemos gemido durante años por un acto de imaginación orgásmica. ¿O sí?

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