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Qué hace que las mujeres parezcan atractivas a los hombres: una guía sincera
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LAS QUE VISTEN DE ROJO LES GUSTAN MÁS

Qué hace que las mujeres parezcan atractivas a los hombres: una guía sincera

Tras miles de millones de años de evolución hemos desarrollado la habilidad de transformar la biología en cultura, pero olvidamos por qué nos atraen determinados rasgos del sexo contrario

Foto: Ella sí que sabe cómo conquistarlo. (iStock)
Ella sí que sabe cómo conquistarlo. (iStock)

Cuando una mujer quiere sentirse atractiva y gustar a los hombres suele vestir tacones altos, vestidos ajustados y escotes, un maquillaje llamativo y, si no es rubia, puede que se tiña. ¡Y funciona! Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué misterioso resorte tocan en el cerebro masculino para que algunos pierdan la cabeza, e incluso la sensación de ridículo? Sí, los seres humanos, ya lo dijo el psiquiatra Carl G. Jung, tenemos una basta y atávica memoria ancestral y nuestros recuerdos viven en una suerte de cajón arquetipal llamado “inconsciente colectivo”, la ciencia ha buceado en este lúbrico lugar para dar una explicación más o menos plausible a que un carmín y un amplio canalillo dominen nuestras relaciones sociales y amorosas. Aunque la fantasía se esfume tras una noche de copas.

Esto es lo que más atrae a los hombres de las mujeres diseccionado a la luz de un microscopio:

1. A ellos les gusta que castiguen baldosas

Las mujeres que visten tacones altos son más atractivas para los hombres que aquellas que llevan zapatos planos, según un estudio publicado en la revista 'Archives of Sexual Behavour', que mostró, además, que los hombres están más dispuestos a ayudar a una mujer extraña si viste zapatos de tacón.

Los investigadores hicieron pasearse a una mujer con tacones de 5 cm y 9 cm de alto, mientras que los participantes de ambos sexos completaban un cuestionario. El resultado dejó patente que unos taconazos modifican el comportamiento masculino, sobre todo si son de aguja.

Solo hace falta bucear nuestra historia genética y evolutiva para entender por qué simples detalles, como una piel sonrosada, nos atraen

Pero, ¿por qué? La respuesta podemos encontrarla en su forma fálica, aunque es mucho más que eso. “Tras la Revolución Industrial, los hombres de clases altas, que habían utilizado tacones hasta entonces, empezaron a vestir de forma más funcional, mientras que las mujeres escondían sus pies bajo largos vestidos. Era la época de Freud, que relacionó tacón y fetichismo, y la cultura popular hizo el resto”, explica Susan Ferris, autora de 'Footnotes'. No obstante, este accesorio, que empezó convirtiendo a la mujer en un mero objeto, ha acabado por aumentar algunos centímetros su autoestima.

2. La cintura de Betty Page

Los hombres encuentran a las mujeres que tienen una cintura mucho más delgada en proporción a las caderas más sexis, según una investigación de la Universidad de Aberdeen. Los científicos revelaron que la delgadez, aunque no excesiva, las hacía parecer mucho más jóvenes y, por tanto, fértiles. El índice de masa corporal perfecto estaría, según los investigadores, entre 24 y 24,8. Y en conjunto, ¿cómo es para ellos la mujer 10 según la ciencia? Cintura fina, cadera curva y piernas largas y esbeltas. Casi nada, ¿verdad?

3. Con una buena delantera

De manera inconsciente unos senos grandes están vinculados a la relación madre-hijo en el momento de amamantarlos y, por tanto, se relaciona a una mayor fertilidad y también una inconsciente necesidad de protección. El profesor de Psiquiatría de la Universidad de Emory Larry Young postula que este mismo vínculo, que tiene una compleja base neurólogica de comportamientos sociales, se usa para estrechar el lazo entre parejas también.

De esta forma, si bien durante el amamantamiento se libera oxitocina –llamada la hormona del amor–, también ocurre lo mismo cuando se estimulan los pezones de una mujer. Así que los hombres a los que les gustan los niños adoran los pechos grandes, y también aquellos a los que les encantaría volver a serlo.

Las mujeres tatuadas gustan más a los hombres porque perciben que son más promiscuas

4. Marilyn Monroe

Es más probable que los varones pidan una cita a una mujer rubia que a una pelirroja o castaña. Lo que jamás se han preguntado es el motivo. Y tal vez no sepan que lo que realmente hacen es seguir el patrón evolutivo basado en nuestros ancestros más lejanos, ya que la combinación de cabello rubio y ojos azules encontrada en las personas caucásicas se cree que pudo estar presente en las tribus del norte de Europa de hace unos 11.000 años.

Para ellos ser pálido y rubio era una ventaja, ya que la ausencia de pigmentación de la piel permitía que penetrase más profundamente la luz ultravioleta necesaria para sintetizar las vitaminas.

Por otro lado, el cabello de muchas mujeres rubias oscurece con la edad, así que también es un indicador de sexualidad y vitalidad. También es sabido que las rubias suelen tener niveles de estrógenos ligeramente superiores a las castañas, así como rasgos más infantiles y menos vello, de acuerdo a un artículo publicado en 'The Telegraph'.

5. Prefieren las mujeres tatuadas

Otro de los experimentos publicados por el psicólogo francés Nicolas Gueguen en la revista 'Archives of Sexual Behavior' probó cómo al situar a dos mujeres tumbadas de espaldas en la playa leyendo un libro, los hombres se acercaban mucho más a la que estaba tatuada. Al menos un 24% de ellos, respecto al 10% que se acercó a la mujer sin tatuajes, y la velocidad con que se acercaban también era superior en el primer caso.

El motivo, aunque pueda parecerles apolillado, es que los hombres identificaron a la mujer tatuada como más promiscua y dispuesta que la otra.

6. Con una sombra aquí y otra allá

Unos coloretes, una sombra de ojos y unos labios perfilados atraen un 33% más a los hombres que si la mujer pasea con la cara lavada. Los científicos también tienen sus teorías a este respecto, por ejemplo, sobre el carmín: según la doctora en psicología Yvonne Fulbright, los labios rojos recuerdan a esos otros labios, los de "la vagina durante la excitación sexual".

De acuerdo a las investigaciones, los hombres simplemente siguen los pasos de sus ancestros primates, los babuinos y los chimpancés. Los rostros, genitales y traseros femeninos de estas especies son de color rojo durante la ovulación, lo que se traduce en una señal de apareamiento inmediato para los machos. Esta información ancestral es conservada por el Homo Sapiens de una forma similar, según estudios como los realizados por las universidades de Munich y Rochester y la University of South Brittany (Francia), a pesar de que la ovulación en la hembra humana es encubierta y el color rojo ya no sirve de señal para un apareamiento efectivo.

7. El efecto del vestido rojo

Es un fenómeno psicológico inconsciente basado en que las personas que visten ropas rojas son percibidas como mucho más sexuales que si llevan otros colores. De hecho, en la naturaleza, cuando algunas especies de primates se encuentran en su momento fértil los niveles de estrógenos aumentan provocando que los vasos sanguíneos se dilaten y la piel se enrojezca, especialmente en cara, pecho y genitales. Y este incremento de rojez en las féminas atrae a los machos porque está asociado a la fertilidad.

Así que desde ahora cuando una rubia explosiva entre en un bar y ustedes se la queden mirando, para la indignación de sus novias, contéstenles con estas sencillas palabras: “No te enfades, cariño, los babuinos hacen lo mismo”. Primos hermanos.

Cuando una mujer quiere sentirse atractiva y gustar a los hombres suele vestir tacones altos, vestidos ajustados y escotes, un maquillaje llamativo y, si no es rubia, puede que se tiña. ¡Y funciona! Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué misterioso resorte tocan en el cerebro masculino para que algunos pierdan la cabeza, e incluso la sensación de ridículo? Sí, los seres humanos, ya lo dijo el psiquiatra Carl G. Jung, tenemos una basta y atávica memoria ancestral y nuestros recuerdos viven en una suerte de cajón arquetipal llamado “inconsciente colectivo”, la ciencia ha buceado en este lúbrico lugar para dar una explicación más o menos plausible a que un carmín y un amplio canalillo dominen nuestras relaciones sociales y amorosas. Aunque la fantasía se esfume tras una noche de copas.

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