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La absurda y prestigiosa razón por la que los hombres llevan trajes tan ajustados
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"combina estatus y aspecto de estrella porno"

La absurda y prestigiosa razón por la que los hombres llevan trajes tan ajustados

Una moda de las clases menos favorecidas es ahora copiada por los varones con estatus. La estética 'cani' en los negocios y en la política es símbolo de poder y de virilidad, aunque resulte ridícula

Foto: Los políticos jóvenes se suman a esta nueva moda. (Efe / Javier Cebollada)
Los políticos jóvenes se suman a esta nueva moda. (Efe / Javier Cebollada)

Los fenómenos de imitación han sido el motor primero de las modas. El sociólogo George Simmel aseguró, a comienzos del siglo XX, que en el contexto de un sistema de clases abiertas, los miembros de las más bajas intentaban aparentar la pertenencia a grupos superiores a través de la adopción de los signos distintivos que los caracterizaban. Las élites y la burguesía, cuando detectaban que los trabajadores y las capas medias comenzaban a reproducir sus vestimentas, buscaban nuevos signos de manera que nunca pudiesen ser identificados con aquellos de un menor nivel social. Ese fue el esquema en que gran parte del siglo XX se desenvolvió: el aumento en el nivel de vida a partir de la Segunda Guerra Mundial fue forjando formas de distinción peculiares que reproducían esa misma dinámica.

Muñecos de ventrilocuo 'über-chic'

Para final de siglo las cosas comenzaron a cambiar de manera sustancial, y las tendencias se mezclaron de modos llamativos. Los diseñadores de moda recogían información de los jóvenes de los barrios menos favorecidos, las reformaban y las lanzaban a un sector en general de clases medias que trataban de copiar, más que la imagen, la actitud. Hoy, las clases profesionales, las llamadas creativas, convierten entornos deteriorados en barrios gentrificados, los de mayores recursos alternan su ocio entre lugares prestigiosos y caros con costumbres de clases populares, como comprar comida en cadenas de hamburgueserías o visitar viejos bares, eso que se ha dado en llamar omnivorismo cultural, y sus hijos adoptan la estética 'indie' como forma de diferenciación estética. Pero también se han dado fenómenos inversos, con tribus surgidas de los entornos marginales, como el 'hip hop', que exhiben elementos de valorización típicamente utilizados por los ricos, como los bienes de elevado valor (joyas, coches de lujo, amantes).


El último giro de esta peculiar hibridación es la reciente afición de las clases medias altas por la ropa ajustada, hasta hace poco exclusiva de los barrios obreros y de sus jóvenes, que la exhibían como muestra de poder a partir de la exuberancia física. Los cuerpos musculados que se dejaban sentir a través de este tipo de ropa eran un signo de valor en aquellos terrenos que les resultaban más al alcance de la mano. Hoy esa costumbre se ha hecho popular entre las clases medias altas, donde los trajes ajustados se han convertido en el centro de la moda moderna.

No sólo tengo el físico de un atleta o de una estrella porno, sino que además soy rico y poderoso

Como señala el experto Simon Doonan, embajador creativo de Barneys New York, en un artículo publicado en 'Slate', ahora presenciamos cómo un montón de personas que desempeñan profesiones representativas o que gozan de un estatus social alto han decidido “embutirse en trajes ajustados con la intención de mostrar sus cuerpos de superhéroes. ¿Por qué llevan traje entonces? Sería mejor llevar Lycra...”. Su intención es parecer viriles, y estos trajes de costuras estrechas les permiten alardear de sí mismos sin perder prestigio. Con esas pintas, asegura Doonan, es como si dijeran: “No sólo tengo el físico de una atleta o de una estrella porno, sino que además soy rico y poderoso”. La gente ha dejado de llevar camisas holgadas para lucir vestimentas apretadas, que les hacen parecer "muñecos de ventrilocuo über-chic”.

Sufriendo lo mismo que las mujeres

Las televisiones también se han llenado, afirma Doonan, de seres que parecen “estar gritando 'libérame de este traje'”: desde los presentadores más populares hasta los políticos, todos tratan de seguir la moda del “embutido”, por absurda que sea. La elegancia no consiste en lucir trajes favorecedores, ni en mostrar signos de estatus o de poder, sino en combinar el cuerpo del 'cani' con una prenda de marca detrás de una mesa de reuniones. Triunfa la estética 'slim fit'. Pero, señala Doonan, esta tendencia también tiene algo de justicia, porque lleva años instalada en la moda femenina. Ahora es el turno de los hombres de sufrir las mismas constreñidoras normas estéticas por las que ellas han de pasar...


Los fenómenos de imitación han sido el motor primero de las modas. El sociólogo George Simmel aseguró, a comienzos del siglo XX, que en el contexto de un sistema de clases abiertas, los miembros de las más bajas intentaban aparentar la pertenencia a grupos superiores a través de la adopción de los signos distintivos que los caracterizaban. Las élites y la burguesía, cuando detectaban que los trabajadores y las capas medias comenzaban a reproducir sus vestimentas, buscaban nuevos signos de manera que nunca pudiesen ser identificados con aquellos de un menor nivel social. Ese fue el esquema en que gran parte del siglo XX se desenvolvió: el aumento en el nivel de vida a partir de la Segunda Guerra Mundial fue forjando formas de distinción peculiares que reproducían esa misma dinámica.

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