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Un hombre intenta meter mano a una desconocida, y esto es lo que ocurre
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EL NUEVO EXPERIMENTO SOCIOLÓGICO

Un hombre intenta meter mano a una desconocida, y esto es lo que ocurre

Dos actores quisieron probar cómo reaccionan los pasajeros del metro de Londres cuando presencian una escena de abuso sexual. ¿Cuántos de ellos auxiliarán a la víctima?

Foto: El acosador inicia la maniobra de acercarse por detrás.
El acosador inicia la maniobra de acercarse por detrás.

Tal vez alguno de ustedes haya sido testigo alguna vez, o quizás y tristemente lo han padecido en primera persona: una mujer viaja en un vagón de metro abarrotado. A su alrededor, ejecutivos trajeados que vuelven o van hacia el trabajo, pasajeros enfrascados en la lectura, dormitando o aislados de la muchedumbre a través de sus auriculares. Y de repente, un hombre se acerca a la mujer, para más señas rubia y atractiva, e inicia unos cuantos movimientos que lo llevan a situarse justo detrás de ella y deslizar las manos alrededor de la barra hasta colocarlas sobre las suyas. La mujer se aparta. Protesta sintiéndose cada vez más molesta y agredida: “¡No puede tocarme, sabe que esto es abuso sexual!”. Él continúa propasándose mientras que ella insiste indignada: “¿Perdona? ¡No puedes hacer esto!”.

Entretanto, los dos hombres trajeados continúan charlando animadamente al margen del ofensivo espectáculo; y a unos dos palmos, un chico bajo con auriculares sigue la escena. Nadie parece tener claro si el agresor y la mujer son pareja, o qué está ocurriendo realmente -algunos tan siquiera lo han percibido, o fingen-, y entonces ella pide ayuda. Los ejecutivos parecen confundidos: ¿es que no conocía a ese hombre? "No".

En menos de un minuto otros dos pasajeros han recorrido el vagón para interponerse entre la chica y el acosador. Hasta que la tensión se vuelve tan insostenible que la mujer se ve forzada a explicar a los hombres que se trata de un 'experimento sociológico'.

Uno de los hombres que acudió en su rescate definió el experimento como una “estupidez“, aunque estaba totalmente de acuerdo con el fondo de la campaña

Tanto el acosador como la supuesta víctima eran actores, y el vídeo formaba parte de una campaña de un conocido canal de bromas de YouTube donde los británicos suben a la red grabaciones con cámara oculta de contenido controvertido. El vídeo, bajo el lema 'Report it to Stop it' (Denúncialo para que pare), pretendía denunciar el gran número de casos de acoso sexual que se producen en el suburbano londinense y animar a víctimas y testigos a que denuncien.

A pesar de las buenas intenciones de la campaña, hay quien, sobre todo, se quejó de las formas. Algunos de los héroes de esta historia, que aparecen en la imagen tomada por la cámara oculta ayudando a la mujer, se mostraron bastante molestos con el experimento.

Una angustia innecesaria

"Es estúpido". Así califica Marco Manzi, el hombre que acude al rescate en primer lugar, esta broma con moraleja, aunque la mujer se apresurase a explicar a los pasajeros que trataba de sensibilizar con el vídeo para que "seamos más conscientes de que los asaltos sexuales en tren son una realidad y que muchas veces ocurren y nadie dice nada”. Y luego, refiriéndose a Manzi, añadió que “este caballero se puso en pie por mí y estaba intentando ayudarme”. No obstante, el hombre no sale de su asombro, ni de su enfado. “Yo tengo dos hermanas menores y me gustaría que alguien las ayudase si les ocurriera lo mismo. Estoy de acuerdo con el fondo de la campaña, pero el modo en que se hizo me parece estúpido, nos causó mucha angustia”.

Manzi explica que tardó algo en reaccionar porque al principio pensaba que el hombre y la mujer eran pareja y habían discutido, pero cuando entendió que se trataba de un extraño, "un borracho", reaccionó. “Alguien tiró de la palanca de emergencia para que el conductor viniera y avisase a la policía”, agregó.

Los responsables de Transportes de Londres tampoco han visto con buenos ojos este “experimento social” y se han desvinculado de la campaña. Según una portavoz de la organización: “Nosotros tenemos nuestro propio vídeo 'Report it to Stop it', que tiene 2,6 millones de visitas y anima a la gente a denunciar este tipo de comportamientos”. Y añadió que "Transportes de Londres está trabajando con la policía para abordar este problema”.

No es un caso aislado

De acuerdo a una encuesta publicada el pasado año por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, más de la mitad de la población femenina del continente ha sufrido acoso sexual en algún momento. Y el 50% evita “situaciones de riesgo”, como salir solas de casa o caminar por lugares poco concurridos, lo que supone, según la institución, un gran agravio para su libertad.

En países como Japón hace años que funcionan vagones de metro solo para mujeres con el objetivo de poner freno al acoso sexual

Si bien metros, trenes y autobuses suelen ser los lugares donde el abuso verbal o físico está más presente, algunos países europeos ya han tomado medidas. Hace unos días, el Gobierno francés lanzó una acción para sensibilizar contra el acoso en transportes públicos. La campaña recrea una línea imaginaria de metro donde aparecen los insultos más frecuentes que las mujeres tienen que soportar durante sus viajes, tales como: “¿Es para mí esa minifalda?", o “responde, zorra”. Asimismo, desde la secretaría de Estado de Transportes se ha presentado un plan que incluye un número de teléfono donde los usuarios pueden informarse y solicitar ayuda.

Mientras, en otros países no europeos, como Japón, hace años que han resuelto el problema en otra dirección: creando vagones de metro separados para hombres y mujeres, una solución que las voces críticas califican de “parche” al acoso sexual.

De cualquier forma, experimentos sociales como el tan controvertido vídeo del metro de Londres ayudan a visibilizar una realidad, la de cientos de personas, no únicamente mujeres, que sufren acoso verbal o físico en lugares públicos, y cómo algunos ciudadanos dejan de lado el silencio, la inacción o el miedo para auxiliarlos. Mientras haya algo de civismo, habrá esperanza.

Tal vez alguno de ustedes haya sido testigo alguna vez, o quizás y tristemente lo han padecido en primera persona: una mujer viaja en un vagón de metro abarrotado. A su alrededor, ejecutivos trajeados que vuelven o van hacia el trabajo, pasajeros enfrascados en la lectura, dormitando o aislados de la muchedumbre a través de sus auriculares. Y de repente, un hombre se acerca a la mujer, para más señas rubia y atractiva, e inicia unos cuantos movimientos que lo llevan a situarse justo detrás de ella y deslizar las manos alrededor de la barra hasta colocarlas sobre las suyas. La mujer se aparta. Protesta sintiéndose cada vez más molesta y agredida: “¡No puede tocarme, sabe que esto es abuso sexual!”. Él continúa propasándose mientras que ella insiste indignada: “¿Perdona? ¡No puedes hacer esto!”.

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