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“Si perdemos el tren del aprendizaje, seremos el bar de copas de Europa”
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JOSÉ ANTONIO MARINA EXPLICA SU LIBRO BLANCO

“Si perdemos el tren del aprendizaje, seremos el bar de copas de Europa”

El filósofo es el encargado de elaborar el Libro Blanco del Profesor, un documento imparcial que pretende trazar las vías por las que se desarrollará la profesión docente los próximos años

Foto: José Antonio Marina es un colaborador habitual de El Confidencial. (Efe/Cabalar)
José Antonio Marina es un colaborador habitual de El Confidencial. (Efe/Cabalar)

A mediados de julio, el filósofo e investigador educativo José Antonio Marina publicó en El Confidencial una misiva abierta al nuevo ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, en la que le apelaba a tomar cartas en el asunto para conducirnos cuanto antes a la sociedad del aprendizaje. Su respuesta fue encargar al toledano la redacción de un Libro Blanco sobre la Profesión Docente, un documento que aborde el problema de la educación en España para buscar soluciones de aplicación inmediata.

El último libro de Marina, 'Despertad al diplodocus. Una conspiración educativa para transformar la escuela… y todo lo demás' (Ariel) puede entenderse como una hoja de ruta más general para revolucionar el sistema educativo en apenas cinco años, con carácter de urgencia. “España perdió los trenes de la Ilustración y de la industrialización, y no puede perder el tren del aprendizaje porque se quedará como el bar de copas de Europa”, explica el filósofo a El Confidencial a propósito de una frase del secretario de empleo y formación estadounidense Doug Ross que indicaba que “los nuevos pobres serán los que no puedan o no quieran aprender”.

Hemos seleccionado siete criterios para evaluar a los profesores, desde el progreso del alumno hasta la relación con los padres o con el centro escolar

Pero Marina tiene claro que el motor del cambio ha de ser el profesor, en el que se centrará el Libro Blanco. La página web de este recoge algunas propuestas, como la mayor inversión en educación (del 4% al 5%) el diseño de una carrera docente (estatuto profesional, vías claras de ascenso a través del progreso académico o de la gestión), la incentivación material, social y moral del profesor para conseguir captar los mejores expedientes, selección previa a la formación específica e implantación de un sistema parecido al MIR, formación de tutores que dirijan el proceso de formación de profesores, mayor autonomía para el centro y sus directores a la hora de contratar profesores y evaluación del desempeño docente, uno de los puntos más espinosos que ha suscitado una gran controversia al sugerir unir el sueldo del profesor a su desempeño profesional o proponer sistemas de evaluación más rigurosos.

A pesar de haber sido encargado por el Partido Popular, y a que influirá en las políticas del partido en caso de seguir en el poder (el primer borrador se publicará a finales de noviembre para que llegue a tiempo para la campaña electoral), Marina tiene la esperanza de que sea utilizado “por todos los partidos”: “Siempre que se ha hecho un Libro Blanco, ha sido el ministerio el que lo ha lanzado hacia las escuelas, y yo he querido hacer lo contrario, que se lance desde las escuelas al ministerio”, explica. “Cuando se hace algo así es es para proporcionar a toda la sociedad documentación rigurosa y seleccionada y para que la aproveche. Ojalá todos los partidos lo utilicen, porque si se utiliza de manera partidista, ya no sirve para nada porque todo el mundo lo va a criticar aunque sólo sea por su procedencia”. Nos sumergimos de mano del filósofo en sus propuestas a corto y medio plazo.

PREGUNTA. Sus últimas declaraciones a propósito de la redacción del Libro Blanco han suscitado reacciones enconadas entre el profesorado. Son muchos los que han protestado porque plantea bajar los sueldos, controlar la docencia o meter cámaras en las aulas. ¿Se le ha malinterpretado?

RESPUESTA. Sí, por varias razones. La primera, porque no han esperado a leer el Libro Blanco. He hecho algo que quizá haya sido una ingenuidad. Precisamente porque es un tema delicado he querido hacerlo ante todo el mundo, de manera que tengo una página web donde se puede seguir lo que estamos haciendo y la documentación que estamos manejando.

Se han malinterpretado dos cosas. Por un lado, se ha pensado que la evaluación de los docentes se va a hacer sólo por la nota de los alumnos. Entonces hemos abierto el campo a todo tipo de picaresca, porque cualquier profesor puede falsear la nota de sus alumnos y porque los que están en centros conflictivos o de entornos difíciles tendrán menos posibilidades de obtener buena nota. Otros se han referido a que la evaluación tenía que estar relacionada con la calidad del centro entero.

Todo eso es coger el rábano por las hojas. Un reciente estudio de la OCDE dice que el problema más importante y más urgente de la educación es la evaluación, tanto de los alumnos como de los profesores y los centros. Hay muchísimos estudios para hacerlo bien, y nosotros hemos cogido siete criterios para evaluarlo. Uno tiene que ver con la observación del profesor en clase, otro con el progreso de los alumnos, no con la nota. Si un alumno ha subido de un 1 a un 4, a efectos de PISA sigue siendo un suspenso, pero a efectos de progreso ha mejorado más que el que ha subido de 9 a 10. Pero también hay que escuchar qué opina el alumno del profesor, o ver la relación del profesor con los padres o cómo colabora en el centro, si es participativo o se limita a meterse en el despacho.

Ha indignado que dijese que es normal que los 'profes' buenos ganen más que los malos, para que estos se pongan las pilas y reconocer el mérito de los buenos

Hay, creo, un ambiente de desconfianza generalizada. En España no hay cultura de la evaluación, así que en cuanto alguien habla de ello, piensa en vigilancia y castigo, pero no es así. Se hace para medir el progreso y poder hacerlo mejor. Por ejemplo, ha indignado que yo haya dicho que es normal que los profesores buenos ganen más que los malos, para incentivar a que estos se pongan las pilas, y para reconocer el mérito de los buenos.

Otro malentendido es que, al hablar del proceso de formación de los profesores, he mencionado uno que se utiliza en centros como el MIT, que es que se grabe una clase con el permiso de los alumnos para después analizarla con el tutor del docente y ver lo que se puede hacer. Es una herramienta muy gráfica, a todos nos cuesta mucho trabajo vernos desde fuera. Pero después de comentar eso, se me presenta una televisión que me pregunta: ¿“es verdad que usted quiere instalar cámaras en las clases para vigilar a los profesores?”. Eso sí que es malinterpretarlo.

P. En el libro asegura que lo que de verdad distingue a los países educativamente exitosos como Finlandia, Corea del Sur o Singapur es la calidad del profesorado, que es seleccionado entre los mejor preparados.

R. Los maestros nunca han estado prestigiados, otra cosa es que el sistema educativo tuviese autoridad, pero la figura del maestro no ha sido nunca valorada y no se le ha formado nunca. Se pensaba que cualquiera con buena intención podía ser maestro.

Ahora hay cambios muy bruscos. Antes, con que una persona supiera leer y escribir ya había salido del analfabetismo. Vivimos en un país desarrollado que sabe que la única manera de progresar social y económicamente es subiendo el nivel educativo. Y para ello hay que subir el nivel de los docentes. Tenemos que explicar a la sociedad que los docentes tenemos conciencia de nuestra responsabilidad y que hacemos lo posible por formarnos, pero tenemos que demostrarlo. Que confíen en nosotros porque vean nuestro esfuerzo y afán por resolver problemas de origen social que recalan en la escuela. Esta es la gran igualadora, la que puede ayudar a eliminar las grandes diferencias, porque capacita la gente. En el momento en el que la sociedad confíe en nosotros, adquiriremos prestigio.

En esos países que has mencionado, el 100% de la profesión docente proviene del 30% de los mejores expedientes de todas las carreras. En España no tenemos estas encuestas, pero en EEUU no han conseguido que vaya más que el 14% de ese 30%, y por eso su educación es mala, salvo la de las universidades. Ojalá que en una familia en la que los hijos son buenos estudiantes, cuando estos le digan a sus padres “quiero ser maestro de primaria”, no le respondan “qué pena”, sino “qué suerte”.

P. Algo esencial en sus propuestas es el desarrollo de la carrera docente, una de las grandes peticiones del profesorado que nunca se ha llevado a cabo.

R. Nunca. ¿Qué quiere decir? Que en España cuando un docente entra a su puesto tiene un sueldo un poco superior a la media de la OCDE, pero se queda estancado porque el único factor que tiene en cuenta es la antigüedad. En los demás países las carreras se van separando porque se tiene en cuenta el mérito y las vías de progreso dentro de la profesión hacia niveles educativos más altos. Lo suyo es que sean los buenos profesores con más experiencia los que se conviertan en inspectores o tutores de otros profesores o los que estén en centros de formación del profesorado.

Si yo quiero progresar, debo tener una vía para desarrollarme. Y otra opción es decir “yo quiero quedarme en esta clase, pero quiero que se valore si lo estoy haciendo bien, mal o regular”, porque esa es una manera de reconocimiento. De manera que en el momento en que se pongan las vías de progreso dentro de la carrera y se vea bien cómo ascender, progresar y evaluar los méritos, algo que es bastante sensato, se animaría a mucha gente a dedicarse a la docencia y que no se llegue a esta por exclusión de otras vías más atractivas.

El profesor debe aprender en el aula con un tutor que le guíe: es un proceso de formación, el objetivo no es que el gobierno tenga mano de obra barata

P. La formación actual son las carreras de magisterio o el Máster de Formación Profesorado, un sistema que no funciona precisamente bien. Ha sugerido algo parecido al MIR.

R. Lo que proponemos es la conveniencia de poner en práctica algún tipo de formación ya en el puesto de trabajo, parecido a lo que se hace en sanidad con el MIR. Es un sitio en el que se va a estar trabajando con un tutor especializado. Ayer una crítica decía “con esto lo que pretende es que los gobiernos tengan obra de mano barata”. No, es un proceso de formación, y con él no se va a ahorrar nada el gobierno, porque es caro ya que implica a profesores especializados.

Hay otra cosa, pero ya desde mi punto de vista, que se enmarca dentro de un proyecto más grande: necesitamos entrar en una sociedad del aprendizaje, podemos hacerlo y no podemos meternos en el círculo de las excusas. Con el 5%, el presupuesto de antes de la crisis, sostenible para España, podríamos tener un programa de alto rendimiento en cinco años, y en el libro explico cómo hacerlo. Creo que la manera más rápida de que mejorara la educación en España es que consiguiéramos que durante seis meses al menos la educación apareciese en los primeros puestos de las preocupaciones de los españoles en las encuestas del CIS, porque nunca aparece. Entonces parece que todo el mundo está muy contento, y si los políticos ven que una cosa no preocupa a la gente, tampoco les va a preocupar a ellos.

P. Asegura también que el sistema educativo es una fábrica de parados. Pero ¿qué propone para facilitar la inserción del estudiante en el mercado laboral sin caer en la mercantilización de la educación?

R. La educación, sobre todo la obligatoria, tiene dos objetivos: el de formar personas instruidas que vayan a progresar en la vida y el de formar buenos ciudadanos que puedan participar en una sociedad más justa e igual. Cuando se sale de la educación obligatoria se produce una mayor especialización hacia la empleabilidad o el mercado laboral.

Hay que distinguir bien los dos sectores: la educación obligatoria es integral y completa y, a medida que pasan los cursos, se insiste más en cómo se ajusta al mercado. Hay un tipo de educación, la Formación Profesional, que en España está desprestigiada, y eso es un problema, porque ha hecho que demasiada gente fuese a la universidad cuando lo mejor habría sido que fuese a la FP de grado medio o superior, porque tiene mejor inserción en el mundo laboral. O, como se hace en Alemania, seguir el ciclo inverso. En España, muchos van a la universidad, se sacan una titulación, ven que no tienen empleo y entonces intentan hacer una Formación Profesional. Es carísimo y una pérdida de tiempo. En Alemania se hace una Formación Profesional y si tienes ganas de seguir estudiando o ves más claro tu futuro, vas a la universidad, pero ya tienes la retaguardia laboral cubierta. Por lo tanto países como Austria no tienen la tasa de paro juvenil que tenemos porque han organizado de mejor manera la relación entre estudios y trabajo.

No es verdad que la escuela sea sólo una creadora de mano de obra, eso es parte de la ideología económica de la escuela. Tiene un objetivo de formación ética, cultural o social: educamos personas, no sólo trabajadores Pero sí conviene que orientemos a los chicos para decirles que el mundo del trabajo está ahí y que vayan pensando qué van a hacer.

P. Hay otra cosa clara: la educación ya no se va a acabar ni a los 16, ni a los 18, ni a los 22.

R. Por una razón fácil de explicar: aprender es el recurso de la inteligencia para adaptarse en el entorno y progresar. Cuando los entornos eran muy estables, un período de formación corta servía para toda la vida. Ahora vivimos en un entorno veloz, cambiante y lleno de imprevistos. La necesidad de aprender se mantiene a lo largo de toda la vida. ¿Qué ha pasado con la aparición de las nuevas tecnologías? Que todo el mundo ha tenido que aprenderlas, porque si no se quedaban sin trabajo. Por lo tanto, las empresas están montando sus universidades corporativas para enseñar a su gente, porque necesitan reciclarla continuamente.

Debemos reforzar el sistema público de enseñanza, porque es el que va a tener un objetivo ético. Si no, las tecnológicas encabezarán el cambio educativo

P. Señala en el libro que Google, Microsoft y otros gigantes tecnológicos van a ser los agentes del cambio educativo, que consideran “el próximo negocio del trillón de dólares”.

R. No sabes cómo van. Son gente muy lista, con mucho dinero y Microsoft o IBM ya tienen sus escuelas de secundaria. Samsung está metido en todo lo que tengan que ver con educación y Apple hace libros de texto para sus aparatos. Tenemos el problema de que la escuela pública se quede como un diplodocus dormido mientras a su lado pasan canales de información muy sofisticada a través de internet, y eso es un peligro social, porque la escuela pública debe permitir a la sociedad tener conciencia de dónde debe ir. Por eso debemos reforzar el sistema público de enseñanza, porque es el que va a tener un objetivo ético; si lo convertimos en el gran negocio del siglo XXI no tenemos ni idea de dónde terminaremos. Harvard y el MIT han publicado en abierto todos sus cursos, y se han gastado miles de millones de dólares, pero tarde o temprano van a sacar rédito de eso: puedes titularte, pero entonces tienes que pagar, y mucho.

P. Para terminar, una pregunta más personal. ¿No ha pensado nunca en ser ministro?

R. No, primero porque no me interesa, y segundo porque sería un ministro catastrófico. Soy muy mal gestor, y la política tiene un aspecto importantísimo de gestión. El problema en España es que nunca ha habido buenos gestores educativos. Lo que no se ha entendido es que un sistema educativo no se cambia desde el BOE, sino desde las aulas, que es donde hay que acercarse y movilizar a todos los que están cerca, que son los docentes y padres, y a partir de ahí, ir subiendo. Los municipios, por ejemplo, que no estamos aprovechando por la voracidad centralista que tenemos. Hemos pasado de un centralismo de Estado nacional a 17 centralismos autonómicos. Todos agarran las competencias y no las sueltan, pero que los ayuntamientos no tengan competencias educativas, cuando los sistemas que mejor funcionan tienen municipalizada la educación… Hemos copiado el modelo estatalista francés y no aprendemos de los modelos distribuidos anglosajones. Hay que descentralizar la educación y dar más autonomía a los centros para ver qué funciona bien y qué mal, y todo eso forma parte de un cambio cultural.

A mediados de julio, el filósofo e investigador educativo José Antonio Marina publicó en El Confidencial una misiva abierta al nuevo ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, en la que le apelaba a tomar cartas en el asunto para conducirnos cuanto antes a la sociedad del aprendizaje. Su respuesta fue encargar al toledano la redacción de un Libro Blanco sobre la Profesión Docente, un documento que aborde el problema de la educación en España para buscar soluciones de aplicación inmediata.

Sistema educativo José Antonio Marina Íñigo Méndez de Vigo
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