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Ni correr ni caminar: estar de pie es lo que te va a ayudar a adelgazar
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¿puedes no estar sentado seis horas al día?

Ni correr ni caminar: estar de pie es lo que te va a ayudar a adelgazar

Levantarse de la silla de vez en cuando o ceder el asiento en el autobús son hábitos saludables que reducen el riesgo de que padezcas obesidad, ya que el sedentarismo es el peor enemigo de tu cintura

Foto: Tiene mucho menor riesgo de engordar que una persona sedentaria. (iStock)
Tiene mucho menor riesgo de engordar que una persona sedentaria. (iStock)

Los que alguna vez de niños jugaron al juego de las sillas recordarán que consistía en ir eliminándolas mientras que los participantes corrían alrededor y el trasero menos rápido se quedaba sin asiento. Y nos molestaba perder, vaya que sí, tanto como subir a un autobús y quedarnos de pie todo el trayecto o esperar en la larguísima cola de un cajero (“¿es que a nadie se la ha ocurrido construir un banquito aquí?”). Porque el sedentarismo está tan arraigado a nuestras vidas que no concebimos una espera si no es cómodamente sentados, ni tampoco pensamos que estar literalmente plantados pueda ser beneficioso para nuestra salud, e incluso prevenir que engordemos.

Un reciente estudio realizado por la Universidad de Texas revela que permanecer de pie durante más de seis horas al día, bien mientras vemos la televisión, trabajamos o hablamos por teléfono, reduce en un 32% el riesgo de padecer obesidad.

Un hombre activo que pase de un cuarto a la mitad de su día de pie evitará hasta en un 57% la posibilidad de cargar con una panza enorme o michelines

Los investigadores analizaron los hábitos de más de 7000 adultos y lo compararon con su índice de masa corporal, el porcentaje de grasa y la medida de sus cintura y descubrieron que los hombres que pasaban la mitad del tiempo de pie tenían un 59% de probabilidades de no ser obesos. Mientras que las mujeres que permanecían erguidas durante un cuarto, medio o tres cuartos del día tenía entre un 35, el 47 y el 57% menos de oportunidades de acumular grasa en la cintura.

En la combinación radica el éxito

Esto no quiere decir que con solo estar plantados como las lechugas vayamos a adelgazar. Para el doctor Kerem Shuval, coautor del estudio, lo ideal es que seamos más activos, ya que “permanecer de pie es similar a estar sentado en cuanto a la quema de calorías”. El mayor beneficio para nuestra salud lo da el estar en movimiento.

De esta forma, si además de hacer 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de 'running' a buen ritmo nos olvidamos un rato de la silla, la posibilidad de síndrome metabólico y sobrepeso, tanto en hombres como en mujeres, cae en picado. Según los autores de la investigación publicada en la revista 'Mayo Clinic Preceedings', un hombre activo que pase de un cuarto a la mitad de su día de pie evitará hasta en un 57% la posibilidad de cargar con una panza enorme o pistoleras.

Todo tiene su explicación

Ya hemos hablado otras veces de la importancia de la glucosa para hacer que nuestro cuerpo funcione, pero consumida en exceso aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, impotencia y ceguera. Y aunque la función de la insulina producida por nuestro organismo sea precisamente controlar la glucosa, cuando estamos sentados el nivel de azúcar en sangre sube.

Al esta sentados el nivel de glucosa en sangre se mantiene elevado durante periodos más largos de tiempo

Un equipo de científicos de la Universidad de Chester, en Reino Unido, realizó un experimento para comprobar si puede mejorar la salud de personas que pasan la mayor parte de su tiempo sentadas si se les obliga a hacer lo mismo de pie. Decidieron retirar algunos escritorios de una oficina de agentes inmobiliarios y obligar a diez de ellos estar erguidos al menos tres horas al día durante una semana. Tras hacer las mediciones previas y cotejarlas con los resultados, concluyeron que “en los días en los que estaban sentados, el nivel de glucosa en sangre se mantenía elevado durante periodos más largos de tiempo”. La razón no era que variase la cantidad de glucosa que liberaban en la corriente sanguínea, sino que debido a que usaban los músculos del pie “ese ejercicio ligero les ayudaba a deshacerse del exceso de azúcares”.

Así que, ya saben, desde ahora en adelante cuando algún espabilado les diga aquello de “quien se fue a Sevilla perdió su silla”, añádanle ustedes: “Y la barriga”.

Los que alguna vez de niños jugaron al juego de las sillas recordarán que consistía en ir eliminándolas mientras que los participantes corrían alrededor y el trasero menos rápido se quedaba sin asiento. Y nos molestaba perder, vaya que sí, tanto como subir a un autobús y quedarnos de pie todo el trayecto o esperar en la larguísima cola de un cajero (“¿es que a nadie se la ha ocurrido construir un banquito aquí?”). Porque el sedentarismo está tan arraigado a nuestras vidas que no concebimos una espera si no es cómodamente sentados, ni tampoco pensamos que estar literalmente plantados pueda ser beneficioso para nuestra salud, e incluso prevenir que engordemos.

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