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El pensador más polémico del Reino Unido cuenta qué hacemos mal en la universidad
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ENTREVISTA CON A.C. GRAYLING

El pensador más polémico del Reino Unido cuenta qué hacemos mal en la universidad

El filósofo inglés ha visitado España para recordarnos por qué las Humanidades siguen siendo tan importantes. Y él bien lo sabe, ya que acaba de abrir el elitista New College of Humanities

Foto: A.C. Grayling, durante su charla del pasado martes en IE University.
A.C. Grayling, durante su charla del pasado martes en IE University.

Desde hace décadas, el filósofo A.C. Grayling se ha convertido en uno de los pensadores de referencia en el Reino Unido, no sólo por su constante reivindicación de la filosofía práctica como la mejor manera de entender nuestras vidas, sino también por haberse convertido en uno de los grandes defensores del ateísmo en las Islas Británicas, lo que ha hecho que muchos le consideren el quinto jinete del ateísmo (los otros cuatro son Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett y Sam Harris), sólo que un poco más conciliador.

Su producción literaria llega a la treintena de títulos, entre los que figuran libros traducidos en nuestro país como 'El sentido de las cosas: filosofía para la vida cotidiana' (Crítica), 'Contra todos los dioses' (Ariel) o, sobre todo, 'El buen libro: una biblia humanista' (Ariel), una recopilación de lo mejor de la historia del pensamiento mundial, de Heródoto a Hafiz pasando por Confucio, para elaborar una suerte de Biblia alternativa que levantó no pocas ampollas. En 2012, abrió las puertas del NCH (New College of Humanities), un caro centro especializado en la enseñanza de las Humanidades al precio de 22.000 euros la matrícula anual.

Es importante que las Humanidades sigan siendo parte esencial de la educación superior junto a las asignaturas más técnicas

Este martes, Grayling visitó España para ofrecer una conferencia en IE University acerca del rol global de la Educación Superior, ocasión que aprovechamos para entrevistarlo en El Confidencial. ¿Qué hace un izquierdista como él en un sitio como ese? Básicamente, recordar una vez más la importancia de la enseñanza de las Humanidades como base de todo el conocimiento humano y por qué ningunauniversidad, ni siquiera las más técnicas, deberían olvidarse de impartir dichos conocimientos, como es tendencia hoy en día.

PREGUNTA. Tras su intervención de hoy,¿puede resumir las ideas más importantes de la charlapara el lector que no haya podido acudir?

RESPUESTA. He explicado por qué es tan importante que las Humanidades sigan siendo parte esencial de la educación superior junto a las asignaturas técnicas, las ciencias, las ingenierías, las matemáticas y las carreras vocacionales como el 'management' o los MBA. Las Humanidades son una exploración de la condición humana y de las sociedades, de las aspiraciones y esperanzas de los seres humanos. El estudio de la Historia, la Literatura o la Filosofía nos ayuda a entender en qué consiste ser un hombre. Sócrates dijo a sus pupilos hace mucho tiempo cuál era la gran pregunta aresponder: “¿Qué clase de persona debemos ser? ¿Qué clase de sociedad debemos construir?” Las Humanidades intentan responder esa pregunta.

Por lo tanto, todos los que estudien ingeniería o cualquier otra carrera deberían poder conocerdónde se encuentra la verdadera importancia de lo que hacen para la sociedad. Debemos recordar que la gente no es sólo sus trabajos. Los estudiantes de ingeniería no son sólo ingenieros, sino vecinos, familares, amigos, parejas… Desde ese punto de vista, la educación debe proporcionar alimento para la configuración de la persona.

P. ¿Qué ocurriría a un joven que, por ejemplo, saliese del instituto sin haber estudiado Filosofía, como puede suceder en España a partir del curso que viene si no ha cursado Bachillerato?

R. Es un terrible error y lamento oír que eso va a pasar, porque la filosofía en el colegio te da la base para entender las cosas que te ocurrirán más tarde en tu vida. Las ideas filosóficas son muy útiles a la hora de comprender las cosas y desarrollar tu forma de pensar. Si no has sido introducido a ellas, es como encerrar bajo llave una gran fuente de conocimiento. Es un gran error especializarse únicamente en las materias que la gente considera que son importantes para la economía o para encontrar un trabajo y no dedicar parte de los horarios a tratar todos los aspectos de las potencialidades humanas.

P. ¿Han sido las Humanidades el chivo expiatorio de muchos problemas en la Educación?

R. Es una percepción errónea. Vamos a pensarlo desde otro punto de vista. Si piensas en un sistema democrático abierto en elque la gente discute, se pone de acuerdo o discrepa, hay mucho ruido. El sonido de la tiranía es el silencio. No hay retos ni discusión sobre las ideas. Necesitamos una sociedad donde la gente sepa de Historia, de libros, donde sea capaz de discutir cuestiones políticas… Sería una sociedad muy ruidosa, pero ese ruido es una señal de salud. Lo que muchas veces la gente considera como problemas no lo son realmente, son las muestras de que la sociedad está pensando. Las Humanidades son el terreno fértil para las discusiones que la sociedad debe mantener consigo misma sobre cuestiones como el valor, la dirección política o el desarrollo social. Si no estudiamos Humanidades, entonces la sociedad seguirá comportándose conforme a las tradiciones o la convención. Si no hay discusión, el ruido desaparecerá, y si desaparece, también lo hará la salud de la sociedad.

La educación universitaria es algo muy bueno para mucha gente, pero quizá no es para todo el mundo

P. ¿Es ese sentimiento de confusión que experimentan muchas personas en la sociedad actual una consecuencia de haber dado la espalda a las Humanidades?

R. Es cierto, si la gente está confundida hoy (muchas elecciones, muchas distracciones, muchas fuentes de información), es probable que la gente se desoriente. Si estudias Humanidades, si eres invitado a pensar sobre lo que importa en la vida, ello te ayudará a reducir esa confusión ya encontrar el mejor camino enlas diferentes oportunidades. Te ayudará a tener la sensación de que tienes una dirección. Desde mi punto de vista, en lugar de desterrar las Humanidades, deberíamos estudiarlas másporque es lo que ayuda a la gente.

P. ¿Cuándo decidió fundar el New College of Humanities, que abrió sus puertas en 2012?

R. Llevaba mucho tiempo pensando en ello. A finales de los 90, el Gobierno británico de Tony Blair decidió dejar de hacer pagar al ciudadano por la educación para cobrar al beneficiario directo de ella, algo que hoy se ha acentuado. No hay vuelta atrás. Al pensar en un nuevo modelo, me fijé en el americano, concretamente en el de donaciones, y pensé que podríamos empezar por ello y hacerlo ya. Esa es una razón, la otra es defender la importancia de las Humanidades, ya que había una gran evolución hacia las asignaturas STEM (ciencia, tecnologías y matemáticas) y hacia el 'management'. La idea era crear una institución dedicada a aspirar al nivel más alto de excelencia en Humanidades, y crear gente que pueda pensar, que sean innovadores, que sean creativos. Decidí que debía tomar cartas en el asunto y convertir mi sueño en realidad.

P. Cada vez más gente acude a la universidad. Sin embargo, ¿cree que la educación superior es para todos o debería ser sólo el camino para unos pocos?

R. Es verdad que la educación superior no es para todo el mundo. Habrá personas que simplemente no estén interesadas o que tengan dotes que se aprovechen mejor en actividades prácticas, como carpinteros o los trabajadores manuales, pero mucha gente puede beneficiarse de la educación superior. Incluso si no se convierten en doctores en Filosofía, los nuevos horizontes que se abren en la universidad hacen que la gente pueda evolucionar. Puedes hacer progresar a un individuo dándole la posibilidad de cursar educación superior. Lo que importa no son los resultados, no se trata de que la gente obtenga una mejor educación o ciertas habilidades, sino que puedamarcar una gran diferencia en su vida personal. La educación universitaria es algo muy bueno para mucha gente, aunque quizá no para toda.

P. En muchas ocasiones ha manifestado que pasó gran parte de su carrera centrándose en la filosofía más académica, hasta que se dio cuenta de que es tan sólo una pequeña parte de la disciplina. ¿Es ese uno de los grandes problemas en la enseñanza de las letras hoy en día, que son demasiado académicas?

R. Creo que sí lo es. Es una buena pregunta: debemos enseñar a los estudiantes que el trabajo académico tiene diferentes aplicaciones e implicaciones, que puede marcar la diferencia en la manera en que pensamos sobre nuestras vidas. Si la gente lo toma y lo aplica en su vida diaria, en sus relaciones personales, en su trabajo, encontrarán algo de gran valor. Es importante que cualquiera que investiga o estudia en una institución educativa tenga la habilidad de coger aquello y hacerlo parte de la conversación general de la sociedad. Por ejemplo, como filósofo no asumo que pueda decirle a la gente qué debe pensar o cómo debe vivir, ni decirle al gobierno lo que debe hacer, pero sí puedo recordarle a la gente que hay muchas perspectivas, ideas y argumentos que deben tener en cuenta cuando hacen lo que hacen.

Soy un simpatizante de la izquierda, pero esta suele hablar de igualdad, cuando debería hacerlo de justicia

P. Ayer se publicaba la noticia de que el principal partido de la oposición, el PSOE, eliminará la religión de los currículos escolares. Sin embargo, muchas veces, cuando se habla con profesores, estos recuerdan que hay problemas más importante que solucionar. ¿Es imperativo sacar la religión de las aulas?

R. Es una buena pregunta para hacerle a un ateo, porque es fácil predecir la respuesta. (Risas) Pero de hecho, creo que deberíamos seguir enseñando la historia de las ideas. La historia de las religiones es parte de la historia general de las ideas, de las religiones antiguas a la filosofía, las nuevas religiones como el cristianismo y el islam, el auge de la ciencia… Deberíamos estar hablando de todo ello y ver que la religión es un hilo más en un tapiz muy rico. En este momento, en la mayor parte de países, ese hilo se saca del tapiz y se estudia por sí mismo, y se ignora el resto del tapiz, lo que hace que la religión sea muy significativa. Es tan sólo parte de una imagen más grande, y si los estudiantes pudiesen ver cómo el ser humano ha desarrollado cada vez mejores métodos de indagación para entender al mundo y a ellos mismos y ha creado sistemas como los estados, que son mejores que hace 200 años, podrían ponerlo todo en contexto. Pero en este momento no está contextualizada, porque se enfatiza un aspecto y se ignora el resto.

P. En España ha habido otra importante discusión entre los que abogan por la igualdad (generalmente, la izquierda), y los que luchan por la calidad (la derecha). ¿Se pueden tener las dos cosas a la vez? ¿Cómo?

R. Ambas partes están perdiendo de vista ciertos argumentos. Soy un simpatizante de la izquierda, pero esta suele hablar de igualdad, cuando debería hacerlo de justicia. A veces, la igualdad es injusta. Deberíamos intentar crear un nuevo concepto: la sociedad debe ser justa e igualitaria, pero alguna gente trabaja y otra no, algunostienen ciertos valores y otros no, algunos quieren cosas materiales y otros no… No deberíamos preocuparnos por la igualdad de resultados, sino por la igualdad de oportunidades y que la sociedad sea justa. Es muy importante promover la excelencia, que debería ser recompensada. Si vas a un hospital, quieres que te atienda un médico excelente que haya ido a una universidad excelente. Queremos excelencia, pero lo que no queremos es que sea exclusiva. Queremos un sistema educativo de élite que esté abierto a todo el mundo. La excelencia no es el enemigo de la justicia, quizá el enemigo sea que la igualdad no es siempre justa.

P. De hecho, usted ha manifiestado que no hay nada malo en el elitismo.

R. No, mientras reconozcamos que nuestras ambiciones funcionan en un marco donde hay otros elementos. Debemos encontrar el mejor equilibrio y al final todo lo que hacemos tiene que ver con individuos, gente como tú o como yo. Cuando respetas ese principio, todo debe ser justo, generoso y dar oportunidades a cualquiera que pueda beneficiarse de ello.

P. Recientemente vimos cómo algunas universidades del Reino Unido se han visto obligadas a cerrar sus facultades de letras porque no eran lo suficientemente rentables. ¿Es ese uno de los grandes problemas a los que debe enfrentarse la educación superior?

R. Efectivamente. Muchas de ellas eran las politécnicas, universidades que no pertenecen al Russell Group, que son las de más alto nivel. Las de medio nivelhan cerrado facultades de letras y han abierto Escuelas de Negocio y de 'management' porque creen que para captar estudiantes deben ofrecer algo más técnico, enfocar lo que hacen al mercado laboral. Puedo entenderlos, porque si no puedes atraer estudiantes, es difícil financiar esas facultades. Es una triste tendencia, pero en las universidades de mayor nivel sigue existiendo la idea de que son instituciones que muestran un amplio espectro del conocimiento, y que por lo tanto no dejarán de impartir Humanidades. Incluso así hay algunas instituciones como el Imperial College que sólo imparte ciencia o el Francis Crick Institute que se centra en la biología. La mayor parte de las universidades tienen grandes departamentos de ciencias, y por eso mi universidad se centra en las Humanidades.

P. ¿Veremos un retorno de las letras?

R. Estoy seguro. Lo he visto en la conferencia. Muchos de mis colegas, de partes muy diferentes del mundo, tienen una visión parecida sobre la educación superior. Además de estar de acuerdo en la importancia de las Humanidades, también estamos de acuerdo en que la gente que vaya a estudiar 'management' o ciencias debe entender cómo lo que hacen influye en el hombre. Todos están de acuerdo en preservar las Humanidadespara no perder de vista el hecho de que las decisiones que los líderes de mañana tomarán tendrán un impacto en la gente.

Desde hace décadas, el filósofo A.C. Grayling se ha convertido en uno de los pensadores de referencia en el Reino Unido, no sólo por su constante reivindicación de la filosofía práctica como la mejor manera de entender nuestras vidas, sino también por haberse convertido en uno de los grandes defensores del ateísmo en las Islas Británicas, lo que ha hecho que muchos le consideren el quinto jinete del ateísmo (los otros cuatro son Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett y Sam Harris), sólo que un poco más conciliador.

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