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Las 10 mejores excusas que se han utilizado para no ir a trabajar
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Las 10 mejores excusas que se han utilizado para no ir a trabajar

"Mi abuela envenenó mi desayuno" y otras chorradas que algunos imaginativos adultos han dicho alguna vez a sus jefes para quedarse un día en casa

Foto: Intenta hipnotizar a sus jefes para que le den el día libre. (iStock)
Intenta hipnotizar a sus jefes para que le den el día libre. (iStock)

“No podía ir a la oficina porque su mujer había metido toda su ropa interior en la lavadora”, le dijo un empleado a la secretaria de su jefe y no es un chiste, ocurrió de verdad. También está esa otra –permítanme que me ría– de cierto oficinista que escribió a su superior asegurándole que su abuela había envenenado sus huevos con jamón, que lo lamentaba mucho pero le escribía al borde de la muerte. Pero el mejor, sin duda, es este (y creo que a todos alguna vez se nos pasó por la cabeza argumentar algo similar, sobre todo en épocas existencialistas): “El universo me está diciendo que me tome un día libre”.

Estas y otras absurdas excusas para no ir al trabajo figuran en la encuesta anual que realiza la web de empleo 'Career Builder of Employees', que pregunta a unos 2.300 directivos de empresas y 3.300 trabajadores cuáles son las historias más extraordinarias e hilarantes de sus imaginativos compañeros de trabajo (porque siempre le ocurrió a otro. Ejem…). Aquí tienen un listado de las diez perlas más creativas (y ridículas):

1. Llamó a su empresa explicando que, de camino al trabajo, se le había caído un diente postizo por la ventanilla del coche. (A mí me parece plausible, ¿ustedes qué piensan?)

2. Se había quedado atascado debajo de la cama y tardó horas en conseguir salir.

3. Se rompió el brazo intentando recoger un sándwich que se le había caído al suelo.

4. Su esposa descubrió que le engañaba y necesitaba un día libre para recoger sus pertenencias del basurero donde habían acabado.

5. Se metió un dedo en el ojo mientras se peinaba y tuvo que ir a urgencias.

6. Pasó el día en la playa porque el doctor le dijo que necesitaba más vitamina D.

7. No fue a trabajar porque el universo le había pedido que se tomase un día libre.

8. Había dedicado el fin de semana a un plato especial para el departamento y como no tenía muy buena pinta, se sintió mal y se quedó en casa.

9. Su abuela le había envenenado los huevos con jamón.

10. Se había levantado de muy buen humor y para una vez que eso ocurría decidió quedarse en casa. (Un fuerte aplauso para todos)

Si vas a pedir la baja

En España la normativa laboral vigente dicta que si un empleado se toma hasta tres días de baja no percibe ni un euro de su sueldo, claro que eso varía según el convenio y la buena voluntad de la empresa en cuestión. Lo que está claro es que, al menos en nuestro país, cualquier ausencia del trabajo por causas médicas debe ser certificada por el médico de cabecera, aunque a veces la visita sea casi tan absurda como las excusas antes citadas. “Me parece una tontería tener que ir al médico para que compruebe si es verdad que tengo una migraña muy fuerte o un gripazo que me impide salir de la cama”, se queja Noelia, que trabaja en una empresa multinacional.

El nuevo sistema de bajas médicas para trabajadores, que entrará en vigor el 1 de diciembre, incluye algunas novedades, como que el facultativo deberá detallar la duración de la baja y que podrá utilizar para ello tablas, que surgieron a partir de estadísticas, de tiempo estimado de reposo según dolencias, así como en las bajas de menos de cinco días el trabajador no tendrá que volver al médico a que le den el alta. ¿Para quién es más ventajoso este control tan exhaustivo sobre las indisposiciones de los empleados? Lo que está claro es que, a excepción de las dispensas médicas, valorar si otros motivos son suficientemente plausibles como para perder un día de trabajo dependen de lo comprensiva que sea la empresa. Eso sí, excusas como “mi perro se comió mi informe y llegaré tarde porque le he dado un laxante a ver si lo recupero”, no le granjearán más que un despido y, como mucho, engrosar, si es original, alguna de estas listas.

“No podía ir a la oficina porque su mujer había metido toda su ropa interior en la lavadora”, le dijo un empleado a la secretaria de su jefe y no es un chiste, ocurrió de verdad. También está esa otra –permítanme que me ría– de cierto oficinista que escribió a su superior asegurándole que su abuela había envenenado sus huevos con jamón, que lo lamentaba mucho pero le escribía al borde de la muerte. Pero el mejor, sin duda, es este (y creo que a todos alguna vez se nos pasó por la cabeza argumentar algo similar, sobre todo en épocas existencialistas): “El universo me está diciendo que me tome un día libre”.

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