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Qué revela la postura en la que duerme una pareja sobre su vida sexual
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Qué revela la postura en la que duerme una pareja sobre su vida sexual

Si estás más o menos cómodo no importa. Tampoco si te alejas porque te ha dado un tirón o si te acercas buscando calor. Está hablando tu inconsciente, y esto es lo que dice de tu vida sentimental

Foto: Aguantan el cálido aliento del otro en su cara y roce de sus pelos por el rostro. ¿Se quieren o no se quieren? (iStock)
Aguantan el cálido aliento del otro en su cara y roce de sus pelos por el rostro. ¿Se quieren o no se quieren? (iStock)

Los expertos aseguran que la forma en la que dormimos en pareja muestra signos reveladores sobre el estado de nuestra relación así como lo activa o adormecida que está nuestra vida sexual. Al margen de la comodidad que cada individuo busque a la hora de acostarse en la cama cuando estamos acompañados, lo pegados que estemos, hacia qué lado miremos o dónde apoyemos la mano parece decir más de lo que creemos de nuestra vida sentimental.

El hecho de que tu pareja sea una estufa humana y en las calurosas noches de agosto no haya quien se acerque a él, o que en invierno los pies de ella estén tan fríos que incluso se te pase por la cabeza que los tenga en gangrena, no influye. Lo que denota lo feliz o amargado que estás con tu pareja es la posición en la que dormís. Y aunque lo llamemos amor también queremos decir sexo.

“Nuestro lenguaje corporal cuando dormimos revela mucho sobre lo que esconde nuestro inconsciente, incluso si no puede reconocer esos sentimientos cuando estás despierto”, asegura en 'Little Things' Patti Wood, experto en lenguaje corporal con más de 30 años de experiencia y autor de 'Success Signals, A Guide To Reading Body Language' (Comminication Dynamics). Precisamente él junto con otros psicólogos especializados en la materia, han llevado a cabo varios estudios para determinar lo que verdaderamente revelan de nuestra vida en pareja las posiciones más populares cuando dormimos acompañados.

La cucharita: placer protector

Asumámoslo, no es nada sencillo aguantar toda la noche en esta postura en la que el receptor del cálido abrazo puede acabar asado mientras que el encargado de cubrir la espalda pone en riesgo la circulación de su brazo –izquierdo o derecho en función de cuál se encargue de colocar bajo el peso del cuello o torso su acompañante–. Sin embargo, según un estudio realizado por la psicóloga Corrine Sweet, esta posición la adopta alrededor del 18% de las parejas. 'Cómoda y calentita', pensarás, pero la experta en relaciones asegura que la cucharita “es una postura que denota protección de uno de los miembros hacia el otro”.

Dulce y cariñosa y con una interpretación que sexualmente puede ser algo picante, “viene a decir que el acogido es muy vulnerable a la hora de practicar sexo, pero añadiendo un 'confío en ti'”, explica Wood.

Cucharita desunida: contacto vía mano

Las primeras veces que dormirmos con alguien es más común que tratemos de mantener el mayor contacto físico, pero a medida que avanzamos en la relación y la novedad de compartir colchón se convierte en una rutina, no tenemos que estar en plan koalas toda la noche. Con apoyar la mano sobre la otra persona bastará para demostrar que se está ahí.

La cuchara suelta suele darse en las parejas fanáticas de cucharear pero que, con el paso del tiempo, “se convierten en una relación madura y cada individuo quiere volver a una posición en la que consiga disfrutar de un sueño de calidad”, explica Paul Rosenblatt, autor de 'Two in a Bed: The Social System of Couple Bed Sharing' (State University of New York Press).

Cuando los miembros de la pareja duermen uno al lado del otro, de espaldas o de frente, significa que se consideran iguales

Al igual que la cucharita pegada, demuestra que una de las dos partes asume el papel de protectora, pero la falta de contacto directo de uno los genitales y el torso con la espalda y trasero de su pareja, hace que tenga un perfil menos sexual que la anterior. Vamos, que hay menos deseo sexual y la líbido en esta pareja está en proceso de acomodarse, a saber hasta cuándo.

Ojo, porque esta postura puede derivar en otra conocida como la 'cucharita forzada' en la que una de las partes se desvía hacia el otro lado de la cama y la otra la persigue para abrazarla por la espalda. Los expertos explican que esta persecución puede significar dos cosas: que la persona a la que tratan de abrazar quiere huir por algún motivo oculto –como explica Samuel Dunkell “se retira porque necesita espacio”– o que está jugando a ponérselo difícil.

Entrelazados y cara a cara

Esta posición extremadamente íntima es menos común que la cuchara. Suele darse cuando hay emociones intensas (como después de practicar sexo) o al inicio de las relaciones. En algunas ocasiones esta posición se mantiene a lo largo de toda la relación, pero no es necesariamente una buena señal. Según psicoterapeuta Elizabeth Flynn Campbell, “la pareja podría estar demasiado enredada, excesivamente dependientes el uno del otro e incapaces de dormir separados”. Demuestra dependencia sentimental y sexual, ya sea por parte de ambas o sólo una de las partes.

Ojo si está posición se deshace como a los 10 minutos para que cada cual yazca tranquilamente en su espacio del colchón, significa que nos encontramos antes una relación asentada, mucho más fuerte que la codependiente. “Sólo el 8% de las parejas adoptan esta nueva posición a la vez”, explica Sweet, quien opina que esta es la muestra de que existe un compromiso mútuo de intimidad e independencia, y que buscan lo mejor para ambas partes.

De espaldas: libertad desde el cariño

No hagas drama. Si cada uno dormís en un extremo de la cama y no os rozáis ni con las puntas de los pies, es una señal de que tu relación marcha perfectamente.

Además de posicionarse como la postura preferida para cerca del 30% de las parejas, según el mencionado estudio llevado a cabo por Sweet, “quienes duermen espalda contra espalda sin tocarse están realmente conectados y seguros de sí mismos”. Una posición que, asegura la experta en psicología de pareja, “demuestra tanto la cercanía como la independencia en una relación”.

Los que se quedan en un lado apoyando su cabeza en un nivel más bajo tienden a ser sumisos y carecen de confianza en sí mismos

Si cada uno duerme mirando hacia un lateral pero siempre teniendo pegados los traseros o las espaldas, mejor aún: esta postura “significa que ambas partes están relajadas y cómodas la una con la otra”. Curiosamente, los expertos han detectado que dormir así es más común entre las parejas que acaban de empezar o que llevan juntas menos de un año que en las de larga duración.

Apoyados sobre el pecho del otro

Muy de película. Si la has probado ya siendo receptor del peso de la cabeza de tu pareja o dejando caer la tuya sobre su pecho, sabrás que no es demasiado cómoda y que llega un momento en el que el cuello del recostado empieza a estar dolorido y la circulación sanguínea del hombro y brazo del que acoge empieza a complicarse.

Si a esto le añadimos piernas entrelazadas, los expertos no dudarían en asegurar que están ante una pareja que acaba de empezar o una fortalecida en un momento íntimo de cariño extremo. “Esta es una postura muy enriquecedora. Crea una sensación de protección que demuestra un alto nivel de confianza, ya que al acurrucarse en el otro miembro se demuestra intención de fortalecer esa relación”, relata la psicóloga y terapeuta matrimonial Shirley Glass.

Unidos por los pies o el cruce de piernas

Según Wood, si nuestra pareja juguetea con sus pies tratando de mantenerlos en contacto con los nuestros o entrelaza sus piernas con las nuestras al acostarnos en la cama, están buscando una conexión emocional o sexual. Exacto: no tienen por qué lanzarse encima de sus parejas para buscar sexo, ni dejar de estar en contacto con sus extremidades puede traducirse en que quieran contacto físico. '¿Pero entonces, por qué no dice nada? No te alteres, quizás el cansancio es el responsable de que lo demuestre así. Su inconsciente quiere sexo pero sólo se mueven sus extremidades.

Ojo porque no todo es pasión y cariño: si sólo uno de los miembros enreda las piernas con el otro, puede ser señal de que sienta que no puede conseguir más de su pareja. 'Como no me va a abrazar ni quiere hacer el amor, al menos tengo contacto vía pie', podrán pensar en tales circunstancias. De lo contrario, si ambas partes se fusionan a la par, “significa que sus vidas están entrelazadas y que funcionan como uno solo”, asegura Wood.

Acorralar: cuando uno abusa del espacio

Si una de las dos partes se coloca en modo estrella de mar, con los brazos y las piernas estirados y extendidos ocupando más de la mitad de la cama, mientras que la otra persona ve su espacio reducido a una incómoda esquina, quien acapara el espacio y expulsa a su acompañante es una persona egoísta que, según el caso, inconscientemente puede estar intentado echarte de su cama.

“Uno de los dos domina el espacio en la relación mientras que el otro tiene un papel secundario, y la mayoría de las personas no quieren quedarse en un segundo plano”, relata Sweet. Por lo general, quien ocupa la zona más cercana al cabecero es la parte dominante y sobrada de autoestima, mientras que los que se quedan en un lado apoyando su cabeza en un nivel más bajo –sí, incluso renunciando a la almohada– tienden a ser sumisos y carecen de confianza en sí mismos. Y esto se traslada tanto a nivel sentimental como sexual. Así que si esto ocurre en tu relación, plantéate si quizás deberías tener una conversación seria.

Cuando los miembros de la pareja duermen uno al lado del otro, de espaldas o frente a frente, inconscientemente significa que se consideran iguales. Si además se tocan, mejor aún: “será señal de que se tienen en mente el uno al otro y saben lo que está pasando por la cabeza de su pareja”, resume Wood.

Los expertos aseguran que la forma en la que dormimos en pareja muestra signos reveladores sobre el estado de nuestra relación así como lo activa o adormecida que está nuestra vida sexual. Al margen de la comodidad que cada individuo busque a la hora de acostarse en la cama cuando estamos acompañados, lo pegados que estemos, hacia qué lado miremos o dónde apoyemos la mano parece decir más de lo que creemos de nuestra vida sentimental.

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