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La solución holandesa para educar a los niños (y a sus padres, que son mucho peores)
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YA PARTICIPAN 700 EQUIPOS

La solución holandesa para educar a los niños (y a sus padres, que son mucho peores)

Un nuevo método pedagógico hace que los niños se turnen para arbitrar sus propios partidos de fútbol y tomen decisiones sobre el terreno, sin la intermediación de familiares ni entrenadores

Foto: Ella y el árbitro son compañeros de pupitre. (iStock)
Ella y el árbitro son compañeros de pupitre. (iStock)

“¡Menudo robo! ¡Árbitro, estás ciego…! ¡Eso ha sido falta! Que saquen a ese 'patata' del campo!”, se desgañita un fanático corriendo desde las líneas de banda. Se detiene con los brazos en jarras delante de otro hincha del equipo contrario, que aplaude la patada que le acaba de propinar un jugador a otro y, entonces, le asesta un puñetazo. Pitan el final del partido y mientras el equipo vencedor se abraza entre vítores, los perdedores vuelven al vestuario con la cabeza gacha; en cuestión de minutos les espera una buena bronca del entrenador. No estamos en un partido de la liga profesional; los jugadores apenas tienen 12 años y los dos hombres que todavía siguen enzarzados en una guerra de insultos y mamporros son sus propios padres.

Mucho se ha hablado de cómo practicar deportes de equipo inculca a los jóvenes valores como el compañerismo, la disciplina o la tolerancia a la frustración; sin embargo, en la práctica, el espíritu deportivo queda en un segundo plano cuando “ganar” se convierte en lo único que importa.

Bajo el título de 'Juego limpio en el fútbol', la Real Asociación de Fútbol de los Países Bajos (KNVB) ha desarrollado un proyecto para minimizar las presiones a las que los niños se enfrentan durante los partidos, sobre todo, por parte de sus familiares, y enseñarles a tomar sus propias decisiones en el campo. Ya hay 700 equipos inscritos de las regiones de Limburgo y Brabante. Pero, ¿cuál es la fórmula? El autoarbitraje.

Tarjeta amarilla para los padres

“Los niños que están empezando a conocer el fútbol son más libres de experimentar el juego, en vez de escuchar las instrucciones de sus padres o de sus entrenadores”, explica a la 'CNN' un portavoz de la KNVB, quien añade que las familias y otros espectadores se encuentran a 20 metros del terreno de juego y “solo se les permite animar”.

Contrariamente a lo que podría esperarse cuando a un hincha enloquecido se le prohíbe tomar demasiado partido, muchos familiares aplauden tan pacificadora iniciativa. “El autoarbitraje debería enseñarse a los niños desde una edad temprana e involucrar también a las escuelas”, opinó el padre de un jugador de la academia de la liga de fútbol inglés, quien añadió que esta medida evitaría que se produjeran tantas faltas al establecer reglas claras desde el inicio de la temporada y “entrenar” a los chicos para que respeten las leyes.

Para que los niños jueguen con mayor libertad, los padres deben estar a 20 metros del campo y sólo se les permite animar al equipo

Para el inglés Steven Lawrence, que se mudó a los Países Bajos siguiendo la carrera futbolística de su hijo, el plan holandés no solo ayudará a “civilizar” a los padres y alentará el fuerte sentido de justicia que tienen los niños, sino que mejorará también a los entrenadores. “Los instructores necesitan asumir un papel de guía y ser más observadores, lo que a su vez les proporcionará buena información para la formación individual, lejos de juegos competitivos”, sostiene Lawrence.

Una afición atípica, sí, con algunas excepciones

El fútbol holandés amateur tiene fama de jugar limpio y contar con hinchadas respetuosas, que vitorean las buenas jugadas y callan cuando se pierde un balón. Así lo explicaba el exfutbolista inglés del F.C Barcelona Gary Lineker en un artículo publicado en 'The New Statement', donde criticaba la violencia y excesiva competitividad del fútbol juvenil, en el que “participar” no es un objetivo si no lleva a la victoria.

No obstante, siempre hay casos puntuales en los que el deporte rey neerlandés debería quitarse la corona: en diciembre de 2012 seis jugadores de fútbol de entre 16 y 17 años mataron a patadas al padre de uno de los futbolistas del equipo contrario, que se había ofrecido para arbitrar el partido, por no estar de acuerdo con una de sus decisiones. La justicia no solo condenó a los juveniles a una pena de prisión, también estuvo implicado el progenitor de uno de los adolescentes.

De lo que no hay duda es que el civismo de los Países Bajos, al menos en materia deportiva, merece ser tomado en consideración. Tal vez si nuestros niños arbitran sus propios partidos, cambie también la mala prensa que pesa sobre los árbitros.


“¡Menudo robo! ¡Árbitro, estás ciego…! ¡Eso ha sido falta! Que saquen a ese 'patata' del campo!”, se desgañita un fanático corriendo desde las líneas de banda. Se detiene con los brazos en jarras delante de otro hincha del equipo contrario, que aplaude la patada que le acaba de propinar un jugador a otro y, entonces, le asesta un puñetazo. Pitan el final del partido y mientras el equipo vencedor se abraza entre vítores, los perdedores vuelven al vestuario con la cabeza gacha; en cuestión de minutos les espera una buena bronca del entrenador. No estamos en un partido de la liga profesional; los jugadores apenas tienen 12 años y los dos hombres que todavía siguen enzarzados en una guerra de insultos y mamporros son sus propios padres.

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