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La azafata que se hizo rica vendiendo su cuerpo durante el vuelo
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ocurrió en una aerolínea árabe

La azafata que se hizo rica vendiendo su cuerpo durante el vuelo

La despidieron después de atraparla con un cliente en los baños del avión, pero podría haber ganado unos 900.000 euros anuales ofreciendo sus servicios a los pasajeros

Foto: Prefería las largas distancias, sobre todo desde el Golfo a Estados Unidos. (iStock)
Prefería las largas distancias, sobre todo desde el Golfo a Estados Unidos. (iStock)

Primero las aerolíneas prohibieron fumar a bordo de los aviones, luego no dudaron en eliminar cacahuetes o aceitunas para recortar gastos y, finalmente, aumentaron la potencia del aire acondicionado para que hibernásemos como enormes osos polares encogidos en nuestros asientos. Hambrientos y congelados, no es de extrañar que algunos pasajeros busquen algo de calor en los baños de los aviones… Si a principios de septiembre saltaron las mascarillas cuando una pareja “tocó el cielo” durante un vuelo París - Estocolmo, esta semana despegamos con otra historia de altos vuelos y un buen extra bajo el carrito de las bebidas, la de la azafata de una compañía árabe -cuyo nombre no ha trascendido- que cansada de ahuecar almohadas a los pasajeros decidió ofrecerse ella misma para "ahuecarlos" a ellos, cobrando una nada desdeñable suma de dinero.

Unos 2000 euros es la suma que esta espabilada camarera aérea cobraba por mantener sexo con pasajeros y podría haber ganado, según publicó el periódico 'Daily Mail', casi unos 900.000 euros anuales de sobresueldo. Ignoramos cómo captaba a sus clientes, si utilizaba la consabida pregunta: “Señor, ¿qué prefiere pollo, salmón… o sexo?” o bien enviaba mensajes subliminales a sus futuros clientes mientras mostraba cómo inflar el chaleco salvavidas, pero sí sabemos que sus vuelos preferidos eran de larga distancia entre el Golfo y los Estados Unidos.

Sumario

Es conocido que los procesos de selección de azafatas de algunas aerolíneas podrían asemejarse en requisitos a los certámenes de belleza. Si la tentación vive arriba o, al menos, trabaja, muchos son los pasajeros que, según Antoine Michelat, fundador de Jetcost, desean que una bella uniformada les amenice doce o catorce horas de vuelo, aunque solo algunas de ellas deciden cruzar la línea.

Este mismo año salió a la luz la existencia de un “círculo de prostitución” aérea en Japón, donde algunas azafatas ofrecían sexo a los pilotos a cambio de dinero para incrementar sus salarios. Según explicó una de ellas a 'Tokyo Reporter', azafatas y pilotos habrían creado una forma de contacto basada en gestos y, en otros casos , incluso mediaría una compañera senior convertida en 'madame'. De esta forma, si en los minutos previos al despegue el piloto levantaba cuatro dedos, significaba que el precio propuesto ascendía a los 40.000 yenes, unos 300 euros.

Las “otras turbulencias”

Aunque mantener sexo en un avión no está prohibido en los códigos de seguridad, puede ser ilegal dependiendo del país de origen y destino del vuelo y el espacio aéreo que se sobrevuele. ¿Sería entonces ilegal ejercer la prostitución aérea en un vuelo a Ámsterdam? La legislación no es clara al respecto, aunque haya a quien no le importe; es más, incluso puede resultarle excitante. Nos referimos a los miembros de 'Mile High Club', esta imaginaria fraternidad compuesta por pilotos, azafatas, tripulantes de cabina e intrépidos pasajeros que practican sexo en aviones a más de una milla de altitud -unos 1.600 metros de altitud-.

Para quien no le guste pecar más de la cuenta, existen compañías aéreas que ofrecen vuelos especiales para amantes. Una aerolínea holandesa ofrece 'sexo en vuelo' en un Boeing 737 con capacidad para 50 personas, sin las estrecheces e incomodidad de los diminutos mingitorios clásicos que ocupan nuestras apretadas fantasías sexuales. De cualquier maneras, hay otras formas mucho más económicas de alcanzar el clímax que alzando literalmente el vuelo...

Primero las aerolíneas prohibieron fumar a bordo de los aviones, luego no dudaron en eliminar cacahuetes o aceitunas para recortar gastos y, finalmente, aumentaron la potencia del aire acondicionado para que hibernásemos como enormes osos polares encogidos en nuestros asientos. Hambrientos y congelados, no es de extrañar que algunos pasajeros busquen algo de calor en los baños de los aviones… Si a principios de septiembre saltaron las mascarillas cuando una pareja “tocó el cielo” durante un vuelo París - Estocolmo, esta semana despegamos con otra historia de altos vuelos y un buen extra bajo el carrito de las bebidas, la de la azafata de una compañía árabe -cuyo nombre no ha trascendido- que cansada de ahuecar almohadas a los pasajeros decidió ofrecerse ella misma para "ahuecarlos" a ellos, cobrando una nada desdeñable suma de dinero.

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