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Las razones por las que hace 30 años era mucho más fácil ser delgado que hoy en día
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Las razones por las que hace 30 años era mucho más fácil ser delgado que hoy en día

Un estudio desvela que las personas que comen lo mismo y hacen el mismo ejercicio hoy en día están mucho más gordas que las que se encontraban en su misma situación en los años ochenta

Foto: ¿Qué ha pasado en los últimos años para que cada vez sea más difícil adelgazar? (iStock)
¿Qué ha pasado en los últimos años para que cada vez sea más difícil adelgazar? (iStock)

Ah, los años ochenta. Cardados, mallas, videoclips de 20 minutos de duración, colorines por todas partes y synth-pop de la peor calaña. Una época tan denostada en los noventa como reivindicada décadas después por todos aquellos que la sufrieron en sus carnes durante la infancia. Basta con echar un vistazo a un videoclip de la época –o a los estilismos de Miguel Bosé– para darse cuenta de que las sílfides abundaban. Y, como demuestra una investigación publicada en el último número de 'Obesity Research & Clinical Practice', parece ser que no se trata de una mera casualidad.

El estudio, realizado por nutricionistas de la Escuela de Kinesiología y Ciencias de la Salud de la Universidad de York en Toronto (Ontario), llega a una estimulante conclusión: aquellas personas que comían lo mismo y hacían una cantidad semejante de ejercicio hace 30 años estaban más delgadas que las que se encuentran en la misma situación en nuestros días. No hay nada mágico en esta diferencia: son otros factores externos los que provocan que sociedades como la estadounidense sufran una epidemia de obesidad tan grave.

El experimento se llevó a cabo a partir de los datos de 36.337 adultos que fueron tomados entre 1971 y 2008 por la Encuesta de Salud Nacional y Nutrición, así como la información sobre la frecuencia de la actividad física de 14.449 adultos entre 1988 y 2006. Pues bien, aunque en líneas generales el consumo de calorías y carbohidratos ha aumentando en un 14% y el de grasas y proteínas ha disminuido entre un 5 y un 9%, en las mismas circunstancias el índice de masa corporal (IMC) es un 2,3 kg/m² superior en 2008 que en 1988. No se puede decir que no se esté haciendo un gran esfuerzo (físico) para mejorar nuestro estado de forma: la actividad física en tiempo de ocio ha aumentado entre un 47% y un 120% en todos esos años.

Si tienes 25 años, debes comer menos y hacer más ejercicio que tus padres para evitar engordar

“Los resultados de nuestro estudio sugieren que si tienes 25 años, debes comer menos y hacer más ejercicio que los mayores para evitar ganar peso”, ha asegurado la profesora Jennifer Kuk de la Escuela de Kinesiología y Ciencias de la Salud. Un agravio comparativo para los 'millenials', que tienen que sufrir mucho más para alcanzar los mismos resultados. En líneas generales, la gente pesa más de un 10% que hace 30 años, incluso siguiendo costumbres muy parecidas: una muestra de que la fórmula de “con quemar lo que se come es suficiente” no siempre es válida.

Aunque aún no se sabe muy bien cuál puede ser la causa exacta de esta diferencia –ya hemos visto que no se encuentra ni en la comida ni en los hábitos deportivos de la población–, la autora ha sugerido tres posibilidades, relacionadas de forma estrecha con los hábitos de vida modernos y el mundo que nos rodea. Por una parte, se encuentra la gran cantidad de productos químicos presentes en nuestra vida diaria en forma de pesticidas y sustancias añadidas a la comida que anteriormente no consumíamos, y cuyos efectos reales aún están por ver.

No debemos perder de vista tampoco que de un tiempo a esta parte ha aumentado el consumo de medicamentos que alteran nuestro metabolismo y nos empujan a ganar peso, como ocurre con muchas prescripciones para tratar la depresión o los corticoides.

En último lugar se encuentra la microbiota. es decir, el conjunto de microorganismos que conviven normalmente en nuestro cuerpo. Para los investigadores, es muy probable que la composición de estos millones de organismos haya cambiado sensiblemente desde hace décadas, lo que influye de manera directa en nuestro peso. Kak señala específicamente tanto al consumo de carne (procedente de animales alimentados con antibióticos y hormonas) y a los endulzantes artificiales para explicar este cambio en nuestros estómagos.

Ah, los años ochenta. Cardados, mallas, videoclips de 20 minutos de duración, colorines por todas partes y synth-pop de la peor calaña. Una época tan denostada en los noventa como reivindicada décadas después por todos aquellos que la sufrieron en sus carnes durante la infancia. Basta con echar un vistazo a un videoclip de la época –o a los estilismos de Miguel Bosé– para darse cuenta de que las sílfides abundaban. Y, como demuestra una investigación publicada en el último número de 'Obesity Research & Clinical Practice', parece ser que no se trata de una mera casualidad.

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