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La señal inequívoca de que están a punto de despedirte
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La señal inequívoca de que están a punto de despedirte

Al igual que es básico ser un buen trabajador, también es conveniente parecerlo: anotar lo que nos dicen los jefes, repasar o pedir que nos repitan un punto importante de una reunión

Foto: No lo indican como en el fútbol, pero si estás atento a las señales descubrirás cuándo se ha acabado el partido para ti. (iStock)
No lo indican como en el fútbol, pero si estás atento a las señales descubrirás cuándo se ha acabado el partido para ti. (iStock)

No mentimos al decir que uno de los mayores temores de cualquier trabajador es que le despidan. No es para menos, la destrucción de empleo ha sido bestial en estos últimos años. Comparando la situación actual de España con la de 2007, y a pesar de la creación de trabajo en este último curso, hay un 10 % menos de trabajadores, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística.

Es cierto que ese temor provoca que en ocasiones sobrestimemos el riesgo real, lo que provoca que vayamos con miedo al trabajo, pasemos más horas en la oficina y nos esforcemos por generar una mejor imagen. Quizá este temor nos ayude a estabilizarnos profesionalmente, pero está claro que la incertidumbre no es plato de buen gusto para ningún profesional. Dicho lo cual, el exceso de confianza tampoco es positivo, porque nos puede llevar a cometer el error de convertirnos en unos trabajadores más apáticos, perezosos y menos diligentes.

Ser un buen profesional y parecerlo

No existe duda posible de que actitudes como estas suponen un riesgo para cualquier profesional, pero no son, ni mucho menos, las únicas. La actitud respecto a los superiores es otro aspecto de esencial importancia. Ningún jefe quiere un subordinado que demuestre altanería o que hable cuando tiene que callar. Frases como “es imposible hacer esto”, “no me pagan por desempeñar esta tarea” o “esto lo hace cualquiera” no son, desde luego, una buena forma para ganarse al jefe, tal y como señala Darcy Lewis.

En un mundo ideal profesional, la meritocracia sería el modelo que seguirían las empresas a la hora de establecer su organigrama, pero lastimosamente la realidad se encuentra bastante alejada de esta utopía. Al igual que es básico ser un buen trabajador, también es conveniente parecerlo: anotar lo que nos dicen los jefes o compañeros, repasar o pedir que nos repitan un punto importante de una reunión, utilizar un lenguaje acorde a la situación, etc. Estos son algunos de los muchos consejos que debemos seguir, pero también hemos de tener claro que en determinadas ocasiones ya es muy difícil voltear la situación, porque hagamos lo que hagamos ya será tarde, el jefe nos tiene atravesados.

Cuando nos quieren echar

Si notamos que nuestro jefe nos hace el vacío, nos corta cuando hablamos, nos responde mal o directamente calla cuando le comentamos algo o pasamos cerca de él, quizá debería ser un buen momento para que nos empecemos a preocupar, tal y como indica el experto, y autor del libro 'Tame Your Terrible Office Tyrant: How to Manage Childish Boss Behavior and Thrive in Your Job', Lynn Taylor.

Pero estos no son los únicos síntomas. El propio Taylor, sin ser tan rebuscado, señala en 'Psychology Today' que en ocasiones no hace falta observar esas ligeras indirectas, puesto que no siempre el jefe nos tiene manía, sino que simplemente puede opinar que no realizamos correctamente nuestras labores. Lo lógico es que, ante esta situación, aparezcan las primeras advertencias. Cuando recibimos determinadas reprimendas verbales sobre nuestro rendimiento y las tareas que desempeñamos suele ser un síntoma de que algo no marcha bien y que quizá deberíamos cambiar lo antes posible las áreas criticadas por nuestro superior.

Frases como “es imposible hacer esto”, “no me pagan por desempeñar esta tarea” o “esto lo hace cualquiera” no te ayudarán a ganarte al jefe

La situación de máximo peligro aparece cuando la reprimenda laboral es por escrito. Más aún si, además, empezamos a notar esos signos e indirectas anteriormente mencionadas. Llegado este punto, es probable que por mucho que nos esforcemos en revertir la situación ya se antoje imposible que las aguas vuelvan a su cauce. “Si uno ha puesto todo de su parte, pero ve que nada mejora, quizá sea el momento de tener un comportamiento más proactivo y comenzar, discretamente, a buscar activamente un nuevo trabajo”, explica Taylor. Normalmente es preferible ser realista y práctico que luchar hasta darnos de bruces con una realidad que nos pone de patitas en la calle.

No mentimos al decir que uno de los mayores temores de cualquier trabajador es que le despidan. No es para menos, la destrucción de empleo ha sido bestial en estos últimos años. Comparando la situación actual de España con la de 2007, y a pesar de la creación de trabajo en este último curso, hay un 10 % menos de trabajadores, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística.

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