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Esto es lo que ocurre cuando envías a tu jefe una foto en la que sales desnuda
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Esto es lo que ocurre cuando envías a tu jefe una foto en la que sales desnuda

Hay equivocaciones inocuas, otras más peligrosas, y luego están las embarazosas, como le ha ocurrido a esta joven que se equivocó de destinatario al enviar una fotografía

Foto: La imagen que la mujer subió a Snapchat.
La imagen que la mujer subió a Snapchat.

Las redes sociales han favorecido la comunicación humana y, de paso, han dado lugar a errores de entendimiento que oscilan entre lo divertido y lo trágico. Por una parte, la pérdida de contexto puede provocar dudas sobre la intención del hablante. O, en otras palabras, ¿es ese “ok” de nuestra pareja un “por supuesto, cariño, haz lo que quieras”, o más bien un “tú verás lo que haces”? Más mundanas aún son las confusiones en el destinatario del mensaje, algo que más o menos le ha ocurrido a todo aquel que haya enviado un correo electrónico durante las últimas dos décadas y que ahora se advierte en el consabido mensaje “si usted no es el destinatario, por favor, borre este correo”.

Por lo general, en el mejor de los casos, esto se traduce en un sencillo “¡ay, perdona, este correo dándole los buenos días a mi madre no era para ti!” En el peor, en algo así como “déjame que te explique, este correo que decía 'no aguanto ni un día más al gilipollas de mi jefe' no iba exactamente por ti”. Hay una tercera variante: que el correo que hayamos enviado desvele algún aspecto de nuestra intimidad que los demás no tengan por qué conocer.

Es lo que ha ocurrido con la historia de una joven que se ha viralizado rápidamente en los medios ingleses, gracias sobre todo a (cómo no) 'The Daily Mail'. Básicamente, la joven fotografió su pecho desnudo y su vientre, descubiertos al subirse la camiseta, subió la fotografía a Snapchat junto a un texto que afirmaba “esto es lo que te estás perdiendo este fin de semana” y se la envió a su novio. O, al menos, eso es lo que pensaba, ya que en realidad estaba mandándola a su jefe.

El superior, ni corto ni perezoso, decidió que debía responder, y así lo hizo, como muestra otra imagen que ha circulado por internet. Ni aprobación, ni desprecio, ni una reprimenda: su respuesta fue más bien ambigua. El texto rezaba lo siguiente: “hola, probablemente no pretendías enviarme esta fotografía, pero por favor, ten más cuidado. Soy tu jefe”.

Hay que señalar un matiz importante: la palabra “jefe” aparecía escrita en mayúsculas y subrayada, algo que muchos han interpretado como un autoritario recordatorio de su posición frente a la despistada trabajadora, así como su desagrado ante lo ocurrido. Lo más probable es que el superior estuviese curándose en salud, preocupado por el peligro que puede entrañar que se encuentren en su teléfono móvil imágenes de una de sus empleadas desnuda. Y es que, en la era de la hipervigilancia, lo que en otras circunstancias habría quedado como un accidente divertido aunque algo violento puede tener implicaciones mucho peores. La moraleja está clara: revisemos el destinatario de nuestros mensajes.

Las redes sociales han favorecido la comunicación humana y, de paso, han dado lugar a errores de entendimiento que oscilan entre lo divertido y lo trágico. Por una parte, la pérdida de contexto puede provocar dudas sobre la intención del hablante. O, en otras palabras, ¿es ese “ok” de nuestra pareja un “por supuesto, cariño, haz lo que quieras”, o más bien un “tú verás lo que haces”? Más mundanas aún son las confusiones en el destinatario del mensaje, algo que más o menos le ha ocurrido a todo aquel que haya enviado un correo electrónico durante las últimas dos décadas y que ahora se advierte en el consabido mensaje “si usted no es el destinatario, por favor, borre este correo”.

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