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El trágico futuro de la universidad: sólo una élite podrá estudiar Economía
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CARRERAS PARA RICOS Y CARRERAS PARA POBRES

El trágico futuro de la universidad: sólo una élite podrá estudiar Economía

Dos profesores advierten que el nuevo diseño del sistema educativo puede provocar una nueva división: las carreras pensadas para los más ricos y otras más prácticas para los menos adinerados

Foto: Estudiantes de una clase de Economía en la Universidad de Harvard (Massachusetts). (Corbis/Michael S. Yamashita)
Estudiantes de una clase de Economía en la Universidad de Harvard (Massachusetts). (Corbis/Michael S. Yamashita)

La educación superior se encuentra en cambio constante, no sólo en España, sino también en el resto de países europeos. Las exigencias del mercado laboral, así como el aumento exponencial de estudiantes, ha provocado que la universidad se replantee su papel dentro de la sociedad, lo que ha dado lugar a cambios diversos y, en muchos casos contradictorios: ¿es la mejor puerta de acceso al trabajo o debe preservarse su carácter teórico? ¿Una universidad para trabajar o una universidad para investigar?

Una de estas mutaciones tiene que ver con el papel de las universidades privadas y la proliferación de las públicas, algo que afecta a la oferta y demanda de algunos grados. Un artículo publicado en el blog de The London School of Economics and Political Science por los profesores James Johnston y Alan Reeves alerta ante la posibilidad de que la economía se convierta en una especialidad que cursen tan sólo los alumnos de mayor nivel económico, valga la redundancia. Y aunque algunas de las razones que aducen atañen específicamente al diseño del sistema universitario inglés, otras apuntan lo que puede ocurrir a medio plazo con determinados grados en todo el mundo.

La terrible ley de la oferta y la demanda

Los datos proporcionados por los docentes son claros: mientras que las viejas universidades (es decir, las que ya existían antes de 1992) siguen ofertando carreras relacionadas con la Economía, muchas de las nuevas nunca las han ofrecido o, directamente, las han eliminado de sus programas. Entre el curso 2003/2004 y el 2011/2012, 14 de estas universidades prescindieron de los cursos de economía, mientras que tan sólo dos de las más antiguas lo hicieron, a pesar de que el número total de estudiantes aumentó en esos años en un 12%, y aún más el de economía, hasta un 49%.

La voluntad de hacer llegar la educación superior a todos puede dar lugar a una nueva división entre carreras para ricos y carreras para los que no lo son

La clave se encuentra en que la mayor parte de estos nuevos estudiantes ingresaron en las facultades de mayor antigüedad que, no hace falta decirlo, son las más caras. La pregunta es clara: ¿por qué, si la demanda de carreras relacionadas con la economía aumenta, menos centros ofertan dicha carrera? La respuesta la proporcionan las leyes del mercado: muchas de las jóvenes universidades consideraron poco rentables las carreras económicas, lo que provocó que o bien masificasen las clases o decidiesen clausurarlas en favor de otras carreras en las que pudiesen matricularse un mayor número de alumnos. Por el contrario, las universidades más caras –o las Escuelas de Negocios– pueden permitirse ofertar carreras para las que sean necesarias aulas más reducidas o una atención más personalizada, puesto que las matrículas son más elevadas.

Aparte de esta razón, hay otras relacionadas con el sistema educativo inglés que explica por qué las universidades más baratas huyen de la Economía. Por una parte, perder estudiantes provoca que se tenga que bajar la nota de acceso para captar más candidatos, lo que a su vez influye en la posición de cada centro en los rankings, ya que viene determinada por dichas calificaciones. La financiación de las universidades británicas depende en parte de las evaluaciones de sus alumnos: aquellas que obtienen mejores calificaciones reciben más dinero para la investigación, lo que da lugar a un círculo vicioso en el que las universidades que reciben mayor financiación concentran la mayor parte de la actividad investigadora… Y estas suelen ser las más antiguas y caras, es decir, aquellas que ofertan carreras como Economía.

Carreras prácticas para las masas

Si resulta particularmente llamativa esta situación es porque coincide con los intentos de las autoridades británicas para conseguir que la educación superior llegue a todo el mundo, incluidas aquellas capas de la sociedad que en el pasado inmediato no se la podían permitir. El objetivo es acabar con el “problema endémico de baja cualificación” que este mismo año denunció el ministro de Finanzas George Osborne. La solución a ello, no obstante, puede provocar una nueva división: la de las universidades para la élite, a las que acudirán aquellos que estudiaban en los grandes centros, y la de las universidades más recientes, a las que aspirarán aquellos que en otras condiciones no habrían disfrutado de educación superior. Estas, a su vez, se ven envueltas en una lucha mucho más feroz por captar a las grandes masas de alumnos, que les obliga a eliminar y ofertar nuevas carreras a una gran velocidad. Si un grado no atrae alumnos, mantenerlo es un lujo que no se pueden permitir.

Los autores vaticinan un escenario en el que algunas carreras tan sólo se impartirán en universidades de élite, puesto que resultan poco rentables

¿Cuáles son estos? Los profesores recuerdan que las nuevas universidades están centradas en programas más vocacionales y prácticos que sus contrapartidas de mayor antigüedad. Es el caso de lo que ocurre con la Economía, con algunas salvedades, como los grados en administración y dirección de empresas, que se centran en los aspectos más funcionales del funcionamiento de la economía, como las finanzas, la estrategia empresarial o los recursos humanos. ADE es precisamente una de las carreras estrella en la educación española durante los últimos años. Como señalaba un informe realizado por Adecco en 2013, se trata de la carrera más demandada en el 4,2% de las ofertas de empleo.

Independientemente de la economía, los autores vaticinan un escenario en el que algunas carreras “de élite” tan sólo se impartirán en universidades de élite, puesto que los centros las considerarán poco rentables y, por eso mismo, dejarán de ofertarlas a precios asequibles. Estas mismas universidades de nuevo cuño competirán cada vez más por captar estudiantes/clientes que llenen sus aulas y las permitan sobrevivir en un panorama cada vez más competitivo.

La educación superior se encuentra en cambio constante, no sólo en España, sino también en el resto de países europeos. Las exigencias del mercado laboral, así como el aumento exponencial de estudiantes, ha provocado que la universidad se replantee su papel dentro de la sociedad, lo que ha dado lugar a cambios diversos y, en muchos casos contradictorios: ¿es la mejor puerta de acceso al trabajo o debe preservarse su carácter teórico? ¿Una universidad para trabajar o una universidad para investigar?

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