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Un estudio científico descubre que se publican demasiados estudios científicos
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LAS REVISTAS ACADÉMICAS, SATURADAS

Un estudio científico descubre que se publican demasiados estudios científicos

Bajo esta paradoja late una pertinente pregunta: ¿está favoreciendo el ámbito académico, que en principio debería perseguir la excelencia, que la cantidad sea preferible a la calidad de lo producido?

Foto: Hoy en día es virtualmente imposible conocer en profundidad toda la bibliografía sobre un tema concreto. (iStock)
Hoy en día es virtualmente imposible conocer en profundidad toda la bibliografía sobre un tema concreto. (iStock)

Suena a broma, pero la realidad es que de un tiempo a esta parte, la profusión de publicaciones científicas y revistas especializadas que las recogen ha provocado que lo que en el pasado era un ámbito limitado haya llegado a un punto de saturación y competencia más propio del de redes sociales como Twitter o los medios de comunicación. Es una sensación que muchos de los académicos sentían y que ha recogido la investigación «El deterioro de la atención en la ciencia», realizada por profesores de una compañía privada de Palo Alto en California.

La tesis es muy sencilla: “El crecimiento exponencial en el número de estudios científicos hace cada vez más difícil a los investigadores estar al día con todas las publicaciones relevantes para su trabajo”. O, como han titulado medios ingleses como The Independent o The Daily Mail, “un estudio descubre que hay demasiados estudios científicos”. Una paradoja que debajo de su divertida apariencia anuncia un serio problema para la academia, que debe afrontar la hipotética posibilidad de que el ruido engulla lo realmente significativo.

Cuando se produce más que se lee

La investigación realiza un análisis de los ciclos vitales de las investigaciones de muy diferentes disciplinas, para concluir que todos ellos son muy similares, si se atiende al número de citaciones que generan: durante los primeros años, un estudio es cada vez más referido hasta que alcanza un pico. Entonces, el número de nuevas citas comienza a descender rápidamente, lo que provoca que pronto caiga en el olvido. Una gráfica muy similar a la que puede generar un tuit, una publicación de Facebook o el artículo de un periódico digital. Durante los últimos años, añade el estudio, este proceso se ha acelerado, de mano con la abundancia de publicaciones científicas.

El declive de la popularidad es cada vez más rápido, lo que indica que los académicos 'se olvidan' más velozmente de los estudios

“En consecuencia, la atención que se puede dedicar a las investigaciones individuales, medidas por el número de citas, está condenada a decaer rápidamente”, explica la investigación. Por una parte, esto se produce por el propio proceso científico, que provoca que una vez determinada teoría es desmentida o revisada, las investigaciones previas queden obsoletas. En otros casos, el verdadero culpable de esta situación es la gran cantidad de producción disponible: “El declive de la popularidad es cada vez más rápido, lo que indica que los académicos 'se olvidan' más velozmente de los estudios que en el pasado”.

“Esto tiene que ver con el crecimiento exponencial del número de publicaciones, que inevitablemente acelera el volumen de estudios, debido a la finita capacidad de los académicos para estar al día de la literatura científica”. En su análisis, los investigadores descubrieron que este proceso se repite en la mayor parte de disciplinas, y es aún más común en algunas como la Medicina o la Biología. Lo que puede tener serias consecuencias para el trabajo científico, al mismo tiempo que dice mucho sobre el tiempo en el que nos ha tocado vivir.

Ruido, ruido, ruido, ruido

La investigación parte del concepto de la economía de la atención para entender cómo se relacionan los académicos con los estudios de los que, en teoría, deberían estar al día. Según este, la atención humana es un bien escaso, algo agravado por el hecho de que nunca antes en la historia del hombre se habían producido tantos mensajes que compiten entre sí por captar la atención del potencial receptor. El número de estímulos tiende a multiplicarse mientras que nuestra atención sigue siendo la misma de siempre.

La mayor parte de la producción es rápidamente olvidada, puesto que la competencia con otros productos similares es más feroz que nunca

Entre las consecuencias de esta situación se encuentra la escasa productividad de aquello que es rápidamente olvidado y el crecimiento exponencial de lo que capta la atención del público. En otras palabras, y como ocurre en algunos ámbitos, la mayor parte de la producción es rápidamente olvidada, puesto que la competencia con otros productos similares es tan feroz que resulta complicado destacar. Sin embargo, aquellos casos que reciben más atención pueden verse beneficiados de ello, como ocurriría con una estrella cinematográfica que “recibe mucha más atención que la que les correspondería por sus propios esfuerzos”.

El problema al que apunta esta pequeña reflexión es a la generación de ruido en un ámbito, el académico, en el que debería primar la calidad por encima de la cantidad. Sin embargo, el funcionamiento del sistema científico y universitario, en el que se debe producir mucho para justificar el propio trabajo y acreditar el esfuerzo en investigación, provoca todo lo contrario: que se favorezca la continua publicación de nuevos estudios. A su vez, esto da lugar a la competencia y la división de esfuerzos, así como a la generación de una gran cantidad de ruido que impide que lo verdaderamente significativo –y no lo más publicitado– perdure, de igual manera que el programa de televisión que complace los instintos más bajos del público engulle a aquellos quizá más minoritarios pero, a la larga, más reveladores.

Suena a broma, pero la realidad es que de un tiempo a esta parte, la profusión de publicaciones científicas y revistas especializadas que las recogen ha provocado que lo que en el pasado era un ámbito limitado haya llegado a un punto de saturación y competencia más propio del de redes sociales como Twitter o los medios de comunicación. Es una sensación que muchos de los académicos sentían y que ha recogido la investigación «El deterioro de la atención en la ciencia», realizada por profesores de una compañía privada de Palo Alto en California.

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