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Había un asesino en serie matando gente en el metro de Londres, y Scotland Yard lo ocultó
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¿CONSPIRACIÓN O INVENTO?

Había un asesino en serie matando gente en el metro de Londres, y Scotland Yard lo ocultó

Un nuevo libro desvela que un grupo de policías del sur de la ciudad prefirió hacer la vista gorda cuando un mendigo confesó haber acabado con la vida de casi dos decenas de viajeros del suburbano

Foto: Un grupo de viajeros espera en la hora punta del metro de Londres durante una jornada de huelga. (Reuters/Andrew Winning)
Un grupo de viajeros espera en la hora punta del metro de Londres durante una jornada de huelga. (Reuters/Andrew Winning)

El trabajo policial es uno de los más opacos del mundo. En ocasiones, por razones obvias: la absoluta transparencia de las investigaciones provocaría que los sospechosos fácilmente pudiesen huir de las manos de la ley. Otras veces, se trata de una labor tan relacionada con la seguridad del ciudadano que los agentes deben moverse con pies de plomo antes de desvelar ninguna información sensible. Pero, ¿dónde termina la legítima gestión de la información y comienza la manipulación?

Una nuevo testimonio realizado por un antiguo agente de 60 años llamado Geoff Platt ha provocado que muchos ingleses se hayan hecho dicha pregunta durante los últimos días. Platt afirma que un hombre llamado Kiernan Kelly confesó haber asesinado a 18 personas durante los años 70 empujándolas a las vías del tren, pero la policía inglesa del sur de Londres, de métodos “poco ortodoxos”, decidió ocultarlo por miedo a que generase una ola de pánico entre la población de la capital. Que Platt lo confiese ahora y no en otro momento de las últimas tres décadas tiene una buena explicación: acaba de publicar The London Underground Serial Killer (Wharncliffe), un libro en el que el antiguo policía y actual periodista relata dicho caso.

La noche en que el asesino habló

La confesión de Kelly se remonta al año 1984, cuando fue arrestado por la policía por desorden público y hurto menor. Allí, el excitado asesino acabó con la vida de otro mendigo llamado William Boyd, golpeándolo fuertemente en la cabeza y ahogándolo con sus calcetines. Fue durante el interrogatorio cuando Kelly reconoció todos sus crímenes. “Estaba volado… Por la adrenalina, la testosterona, excitado. Podías verlo en sus ojos”, ha explicado el autor a The Daily Star. “Estaba orgulloso del asesinato y cuando fuimos a hablar confesó sin más que había matado a otras 18 personas”.

La mayor parte de estas habían sido asesinadas en la línea Northern a su paso por el barrio sureño de Clapham, que actualmente une los extremos de High Barnet, Edgware y Morden. En su confesión, explica el autor, Kelly había reconocido que sentía odio hacia sí mismo porsu atracción hacia los hombres, y pasaba la mayor parte del día con otros mendigos en Clapham Common, un parque de 89 hectáreas que durante los últimos años ha servido para albergar el Hard Rock Calling Festival en sustitución de Hyde Park.

El autor explica que ha escrito y publicado su libro para denunciar el silencio que se impuso sobre el caso

Fue entonces cuando el cuerpo policial descubrió que muchos de los casos considerados como meros suicidios encajaban con las descripciones del alcohólico mendigo, que parecía rondar siempre la escena del crimen, a veces incluso como testigo, y cuyos actos coincidían con sus permisos penitenciarios. Pero no todos sus asesinatos fueron cometidos en el metro: la primera víctima fue un anciano llamado Hector Fisher al que apuñaló en el cuello y la cabeza en un cementario de Clapham. La segunda, un hombre de 78 años llamado Maurice Weighly,cuya cara y genitales habían sido mutilados. Sin embargo, la policía nunca fue capaz de encontrar las pruebas necesarias para culparlo por ambos crímenes, a pesar de su confesión. Por lo tanto, fue condenado a cadena perpetua únicamente por el asesinato de Boyd.

Código de silencio impuesto

El autor explica que ha escrito y publicado su libro para denunciar la conspiración que acto seguido se realizó alrededor del caso (además de, probablemente, vender unos cuantos miles de ejemplares aprovechándose de la polémica). “Fue una tapadera”, ha explicado. “Piénsalo bien, la policía no quería que se supiera, porque habría un pánico masivo”. A pesar de que Kelly ya había sido apresado, la ineficacia de la policía londinense para atrapar a un sin techo que había acabado con la vida de casi dos docenas de personas haría aumentar la desconfianza entre los ciudadanos.

“No querían que la gente supiese que un asesino en serie se había salido con la suya empujando a la gente a las vías, porque temerían que volviese a ocurrir”, ha señalado Platt en los medios británicos. “El público dejaría de utilizar el metro y eso aumentaría el tráfico. Se produciríael caos”. La razón para ocultar este asesinato es también económica: una investigación habría sido terriblemente costosa en un momento en el que el metro de Londres no estaba vigilado con cámaras de circuito cerrado, por lo que encausarlo por tal número de asesinatos habría resultado muy costoso para el departamento de policía… Por lo que se decidió que sería mejor dejarlo estar.

Encausar a Kelly por tal número de asesinatos habría resultado tremendamente costoso

Aún quedan unos cuantos cabos sueltos por atar en la historia, y no únicamente el de saber si Platt está diciendo toda la verdad o si simplemente se está limitando a exagerar los hechos para vender más libros. Según fuentes del Ministerio de Justicia consultadas por The Daily Star, Kelly murió, pero no en prisión. Por su parte, la BTP (Policía del Transporte Británico) ha señalado: “Somos conscientes de las afirmaciones incluidas en este libro, pero dado el tiempo que ha pasado desde que se supone que tuvo lugar, sería muy difícil sustentarlas sin ninguna pista más. Invitamos al señor Platt a ofrecernos cualquier información que tenga sobre este asunto”.

El trabajo policial es uno de los más opacos del mundo. En ocasiones, por razones obvias: la absoluta transparencia de las investigaciones provocaría que los sospechosos fácilmente pudiesen huir de las manos de la ley. Otras veces, se trata de una labor tan relacionada con la seguridad del ciudadano que los agentes deben moverse con pies de plomo antes de desvelar ninguna información sensible. Pero, ¿dónde termina la legítima gestión de la información y comienza la manipulación?

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