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La dieta de mayor éxito mundial, la 'Real Meal', va a ser una gran revolución
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en defensa del régimen en hidratos

La dieta de mayor éxito mundial, la 'Real Meal', va a ser una gran revolución

The Real Meal Revolution ha sido una dieta superventas. Está basada en la restricción de carbohidratos y está respaldada por la evidencia científica

Foto: ¿Se puede adelgazar comiendo mucha carne? (iStock)
¿Se puede adelgazar comiendo mucha carne? (iStock)

Si hace una década un nutricionista nos dijera que para adelgazar y estar más sanos debemos mantener en nuestra dieta la mantequilla, la carne roja o el queso manchego le tacharíamos de insensato. Pero en los últimos años ha avanzado enormemente la investigación en nutrición y cada vez parece más claro que la grasa, otrora bestia negra de toda dieta, es necesaria para mantener una alimentación saludable e, incluso, perder peso.

Aunque muchos dietistas son aún reticentes a recomendar dietas bajas en carbohidratos –que implican necesariamente un mayor contenido en grasas y proteínas–, estos regímenes cada vez son más frecuentes y, debidamente diseñados, resultan seguros y eficaces. Un importante estudio publicado el pasado año en la revista Annals of Internal Medicine llegó a la conclusión de que una dieta baja en carbohidratos tenía como resultado unos mejores marcadores de riesgo cardiovascular y un menor nivel de colesterol “malo” que una dieta baja en grasas. Y no es el primero que llega a conclusiones similares.

Con estos datos en la mano, no es de extrañar que empiecen a aparecer todo tipo de dietas que instan a comer grasas y proteínas y limitar de forma radical la ingesta de carbohidratos. Y una de las que más éxito parece estar teniendo no viene, como de costumbre, de EEUU: se ha elaborado en Sudáfrica.

En defensa de la dieta Banting

The Real Meal Revolution (“La revolución de la auténtica comida”), que así se llama la dieta y el bestseller en el que se establecen sus bases, ha sido elaborada por el científico y corredor de maratón Tim Noakes, la nutricionista Sally-Ann Creed y el chef Jonno Proudfoot, que ha sido el encargado de elaborar las recetas que se proponen en el libro.

Al igual que la polémica dieta paleolítica, el régimen recomienda priorizar la ingesta de carne, pescado y vegetales y desterrar los cereales, pero, a diferencia de esta –que tiene un indudable contenido esotérico– incluye los lácteos como parte esencial de nuestras comidas.

La dieta, que se dio a conocer en 2013 y llega ahora a Europa, ha sido todo un éxito en Sudáfrica y no es extraño el por qué, teniendo en cuenta que permite comer costillas, queso parmesano o yogur Griego. Pero, como reconocen sus autores en el libro, su régimen no tiene nada de novedoso. Se trata, sencillamente, de una vuelta de tuerca a la dieta baja en carbohidratos, que siempre ha contado con defensores.

En el libro se rinde tributo a William Banting. Este británico, que dirigía una funeraria en el siglo XIX, padecía una severa obesidad (medía 1,65 metros y pesaba 92 kilos). Un amigo médico le sugirió aumentar el esfuerzo corporal. Y sí, ganó en fuerza muscular, pero tenía un apetito terrible que no lograba calmar con la dieta típica de la época, compuesta en gran parte de pan, patatas y cerveza. Fue entonces cuando probó suerte con una dieta baja en carbohidratos, a propuesta del doctor William Harvey, con la que logró perder 20 kilos en un año.

Animado por su médico, Banting escribió Letter on Corpulence (“Carta sobre la corpulencia”) un pequeño libro que llegó a ser superventas en el que describía sus fracasados intentos por perder peso y cómo una dieta a base de carne, pescado, caza y solamente unos pocos gramos de fruta o pan tostado al día, le había permitido adelgazar sin apenas esfuerzo. La dieta Banting fue enormemente popular y fue defendida por numerosos científicos hasta bien entrado el siglo XX. Entonces venció la hipótesis del balance energético –sí, esa que argumenta que todas las calorías son iguales y todo lo que no se quema engorda– y este tipo de dietas (que eran las que defendía la escuela alemana, esto es, los perdedores de la Segunda Guerra Mundial) fueron desterradas.

Noakes, profesor de ciencias del deporte en la Universidad de Cape Town, abrazó la dieta Banting por razones similares a las del empresario victoriano. Toda la vida había seguido las recomendaciones nutricionales oficiales adoptadas en el mundo occidental desde la segunda mitad del siglo XX, que invitan a que los carbohidratos constituyan la mitad de nuestra alimentación y se eviten por completo las grasas saturadas.

Pero entonces probó suerte con una adaptación de la dieta Atkins –otro popular régimen bajo en carbohidratos– y logró perder 10 kilos en 8 semanas. Empezó a defender este tipo de regímenes y se encontró con Ceer y Proudfoot, con los que se animó a escribir el libro.

En defensa de la “comida real”

La alimentación que se recomienda seguir en The Real Meal Revolution es una adaptación de la dieta que seguía Banting, pero eliminando las partes menos saludables de esta, como su alto contenido en casquería, carne de cordero y, sobre todo, su altísimo contenido en alcohol (la dieta del empresario de pompas funebres contenía cuatro o cinco vasos de vino al día, una copa de licor todas las mañanas y un vaso de ginebra, whisky o brandy por las noches).

El régimen prioriza la ingesta de verduras, pero incluye también lácteos, carne y pescado, así como aceites y mantequillas. Los cereales, las patatas, los alimentos precocinados, la soja y el azúcar están fuera del menú.

La clave del funcionamiento de este tipo de dietas es que, como explica Creed en el libro, la grasa y la proteína “te hacen sentir lleno cuando estas lleno”, por el contrario “los carbohidratos no satisfacen el hambre y, además, aumentan la resistencia a la insulina, la hormona encargada de almacenar la grasa”, lo que además nos da más papeletas de padecer diabetes tipo 2.

Los creadores de esta dieta defienden la misma tesis que la del doctor Gary Taubes, cabeza visible del nuevo paradigma nutricional: “Si engordamos no es porque comemos demasiado, es porque comemos demasiados carbohidratos refinadosy azúcar que elevan nuestro nivel de insulina en el corto y largo plazo. Para adelgazar debemos reemplazar éstos mayormente con grasa, el único nutriente que no tiene una influencia sobre la insulina”.

Pero para quien piense que esta dieta es muy fácil de seguir Proudfoot avisa: “Baja en carbohidratos y rica en grasas debe ser interpretada por increíblemente baja en carbohidratos y no te preocupes por la grasa”. La idea es que no debemos eliminar la grasa de nuestra dieta normal (por ejemplo, sustituyendo la leche o los yogures enteros por su versión desnatada), pues es la grasa la que nos hace sentir saciados y nos ayuda a parar de comer.

Lo cierto es que, como asegura Proudfoot: “En última instancia, tienes que sentirte cómodo con la idea de que todo lo que pensabas que era insano no lo es”.

Si hace una década un nutricionista nos dijera que para adelgazar y estar más sanos debemos mantener en nuestra dieta la mantequilla, la carne roja o el queso manchego le tacharíamos de insensato. Pero en los últimos años ha avanzado enormemente la investigación en nutrición y cada vez parece más claro que la grasa, otrora bestia negra de toda dieta, es necesaria para mantener una alimentación saludable e, incluso, perder peso.

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