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¿Con qué sueñan las jóvenes? Una ex actriz porno denuncia la sexualidad moderna
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DIRIGIDO POR LA EXACTRIZ PORNO OVIDIE

¿Con qué sueñan las jóvenes? Una ex actriz porno denuncia la sexualidad moderna

En 'A quoi rêvent les jeunes filles?', una filósofa, antigua intérprete erótica, se pregunta si realmente vivimos en una época de libertad sexual o esta encubre nuevas obligaciones femeninas

Foto: Bajo una sexualidad en apariencia más libre se encuentran nuevas formas de culpabilización femenina. (iStock)
Bajo una sexualidad en apariencia más libre se encuentran nuevas formas de culpabilización femenina. (iStock)

Vivimos en un momento de cambio también en lo que se refiere al sexo, una época en la que, como decía Gramsci, “lo viejo está muriendo pero lo nuevo aún no ha terminado de nacer”. Gracias a la revolución sexual, la igualdad entre sexos y la democratización de la red los antiguos tabúes han desaparecido y las jóvenes nacidas a partir de la última década del siglo XX pueden disfrutar de una sexualidad más libre que nunca... o al menos eso pensamos. En realidad, vivimos un momento lleno de paradojas, en el que los nuevos límites se ocultan bajo el discurso de que el sexo, por fin, se ha normalizado por completo.

Un nuevo documental dirigido por la exactriz porno feminista, realizadora y periodista Ovidie pone en tela de juicio dicho optimismo y decide preguntar a expertos y jóvenes por los auténticos rasgos de la sexualidad en el siglo XXI. Llamado A quoi rêvent les jeunes filles?, en referencia a una obra de 1832 del dramaturgo Alfred de Musset, el documental –su segundo trabajo para el canal francés– se emitió en France 2 el lunes 22 de junio y ha generado cierto debate en Francia. Además, puede verse en YouTube, eso sí, en francés.

Diversas fuerzas en apariencia opuestas tiran de la mujer del siglo XXI. Por un lado, la libertad sexual, el auge del feminismo y la popularización del contenido sexual gracias a internet que, en teoría, ha acabado con muchos complejos. Y por otro, la hipersexualización (o “pornización”) de la sociedad, la cultura de la imagen y una sociedad que exige a las mujeres que disfruten de su sexualidad… pero no demasiado. Un síntoma de ello es la aparición a finales de los años 80 del feminismo pro-sexo o anti-censura del que la propia Ovidie formó parte y que abogaba por defender la libertad de consumir pornografía, al trabajo sexual y, en definitiva, a la apropiación femenina de sus cuerpos como herramienta reivindicativa.

Sexo sí, pero no demasiado

En la película, la periodista y bloguera Clarence Edgard-Rosa explica que la antigua represión se ha transformado en un mandato que amenaza con dejar fuera de juego a las chicas que no lo sigan: “Existe la obligación de ser sexualmente liberada cuando una es joven”. Pero sin pasarse, claro está: “El fantasma de la zorra nos aguarda a la vuelta de la esquina”. La sexualidad de las jóvenes ha de encontrarse, por lo tanto, en un complicado equilibrio entre lo atrevido y lo conservador. En otras palabras, “les debe gustar el sexo pero no demasiado”.

En última instancia, esta generación no es ni más libre ni está más alienada que las que las precedieron

Edgard-Rosa señala que la prensa femenina crea peculiares representaciones de la mujer, en la cual esta no tiene derecho a la propia sexualidad de forma natural, como sí ocurre en el caso de los hombres. Las mujeres han de comportarse un poco como “las putas de la pareja”. “Se supone que debes adorar tu sexualidad, sentirte bien en tu ropa interior y, al mismo tiempo, hace falta que conserves una parte de mamá”, explica la colaboradora de Elle y Les Inrocks. En otra parte del documental recuerda que “se habla más que nunca de sexo pero no necesariamente de una forma más liberada: la sexualidad exacerbada se presenta como una obligación”.

La propia directora se lamenta en la película de que “antes se animaba a las mujeres a ser las amas de casa perfectas”. Ahora, la sumisión vital y laboral se ha transformado en sumisión sexual, disfrazada de presunta liberación: “Hoy en día, se les explica que la felación es la base de toda pareja”, señala en referencia a un artículo publicado en Elle. La liberación sexual no se ha traducido en el reconocimiento de una amplia gama de opciones –de la promiscuidad a la abstinencia–, sino en obligar a las jóvenes a adoptar roles que parecen sacados del cine erótico y que satisfacen los deseos dle hombre.

Ovidie, en el año 2000, cuando su carrera acababa de empezar. (Corbis/Eric Robert)

En el documental, el cine pornográfico juega un papel importante, en cuanto que es uno de los productos más ambivalentes del siglo XXI en relación con la sexualidad. ¿Debería prohibirse por perpetuar modelos caducos o, como sugerían las pro-sexo, reformarse para que sea más igualitario? Al fin y al cabo, Ovidie no es tanto una actriz porno con ínfulas (como podría ser Sasha Grey) como una filósofa que, a pesar de estas casada, decidió entrar en el mundo de la pornografía con ánimo investigador (y reivindicativo).

Ovidie describe la pornografía en internet como “el mayor enemigo de la libertad sexual”. Como recuerda, dentro de seis años la humanidad habrá visto “el equivalente de 1,2 millones de años de vídeos pornográficos”, que viene a ser… un montón. “Estar presentable hoy en día es tener una rajita suave y seca”, lamenta, al mismo tiempo que sugiere que la decisión de no rasurarse es impensable, como en otro momento podría serlo mantener relaciones sexuales con varios varones al mismo tiempo. La mujer perfecta tiene grandes pechos (como recuerda la gamer Mar_Lard respecto a las representaciones femeninas en los videojuegos), un cuerpo esbelto, unos genitales perfectos y, sobre todo, muchas ganas de hacer el amor y de probar cosas nuevas.

“En última instancia, esta generación no es ni más libre ni está más alienada que las que las precedieron”, es la conclusión a la que la autora de Porno Manifesto (2002) llega en la película que, como señala Le Figaro, “presenta las contradicciones entre la liberación sexual y las nuevas formas de culpabilización”.

Vivimos en un momento de cambio también en lo que se refiere al sexo, una época en la que, como decía Gramsci, “lo viejo está muriendo pero lo nuevo aún no ha terminado de nacer”. Gracias a la revolución sexual, la igualdad entre sexos y la democratización de la red los antiguos tabúes han desaparecido y las jóvenes nacidas a partir de la última década del siglo XX pueden disfrutar de una sexualidad más libre que nunca... o al menos eso pensamos. En realidad, vivimos un momento lleno de paradojas, en el que los nuevos límites se ocultan bajo el discurso de que el sexo, por fin, se ha normalizado por completo.

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