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Sí, es posible intervenir en nuestros sueños para cambiar lo que pensamos
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se reabre el debate ético

Sí, es posible intervenir en nuestros sueños para cambiar lo que pensamos

Científicos de la Universidad de Northwestern han constatado que es posible modificar los prejuicios aprendidos desde la infancia sin que los implicados sean conscientes

Foto: Durante el sueño se produce la reactivación de las neuronas (Corbis)
Durante el sueño se produce la reactivación de las neuronas (Corbis)

A principios del siglo XX, allá por 1932, un escritor británico ya anticipó sin quererlo los resultados de una nueva investigación científica. En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley vaticinó lo que ahora la Universidad de Northwestern ha corroborado. El argumento de su libro estaba basado en la inyección de patriotismo que recibían los niños durante el sueño para que, cuando despertaran, se sintieran orgullosos de la estirpe a la que pertenecían.

Lejos de quedarse en pura ficción, lo augurado por Huxley ha encontrado sustento científico a través de un estudio publicado en la revista Scienceelaborado por la citada universidad estadounidense. Los expertos han comprobado que durante la fase de inconsciencia del sueño es posible eliminar o implantar determinados comportamientos en los seres humanos como, por ejemplo, los prejuicios raciales o de género.

Durante el descanso, el cerebro consolida los recuerdos que ha ido acumulando a lo largo del día. Dormir fortalece la formación de la memoria porque se reactiva la actividad de las neuronas que trabajan en el aprendizaje. Si, además, se asocia algún tipo de estimulación aparte –como puede ser la olfativa o sonora– y se repite mientras se duerme, es mucho más fácil que lo aprendido se fije en nuestra mente. Por ejemplo: si mientras estudiamos la tabla de multiplicar escuchamos la sinfonía nº 9 de Beethoven, y repetimos la misma melodía al dormir, será más complicado que se te olvide que cinco por seis son treinta.

Es posible cambiar los prejuicios

Lo que han demostrado los científicos de la Universidad de Northwestern es que este mismo sistema puede utilizarse también de manera inversa, es decir, que con influjos externos es posible eliminar recuerdos además de fijarlos. Su estudio contó con la colaboración de hombres y mujeres a los que mostraron una serie de imágenes de personas de distintas razas mientras se les coligaba estímulos diferentes.

De esta forma, a los rostros femeninos que fueron apareciendo les relacionaron ideas sobre ciencia para intentar echar por tierra el prejuicio de que el mundo de los números y las probetas suele estar dominado por hombres. De la misma manera, cuando surgían caras de raza negra aparecían palabras biensonantes y positivas. En ambos casos se utilizaron sonidos especiales para cada tipo de prejuicio contra el que se estaba luchando. Como último paso del experimento, los participantes durmieron durante una hora y media.

Al despertar, los científicos comprobaron que las ideas fijadas en el cerebro de las personas con las que habían trabajado habían cambiado, y los prejuicios asimilados desde la infancia se habían reducido considerablemente –incluso una semana después– al utilizar los sonidos para asentar los nuevos conceptos. "La expectativa habitual es que una breve intervención llevada a cabo una sola vez no es lo suficientemente fuerte como para tener una influencia duradera. Pero nuestros resultados muestran cómo el aprendizaje, incluso este tipo de aprendizaje, depende del sueño", dice Hu Xiaoqing, autor principal del estudio.

La constatación del cambio que se produce en el cerebro a raíz de estímulos externos ha reabierto el debate ético. Si con sólo 90 minutos los participantes del experimento modificaron su parecer, en un tiempo más largo de exposición a las ondas lentas del sueño sería más factible esta modificación. "El sueño es un estado en el que estamos sin conciencia intencional y por lo tanto vulnerables a la sugestión. Más allá de los hallazgos expuestos por el grupo de Hu y sus colaboradores, hay que destacar las posibles aplicaciones para modificar de forma permanente cualquier comportamiento no deseado por reactivación de la memoria específica durante el sueño”, alertan investigadores del Instituto de Psicología Médica y Neurobiología del Comportamiento de la Universidad de Tubinga, en Alemania.

A principios del siglo XX, allá por 1932, un escritor británico ya anticipó sin quererlo los resultados de una nueva investigación científica. En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley vaticinó lo que ahora la Universidad de Northwestern ha corroborado. El argumento de su libro estaba basado en la inyección de patriotismo que recibían los niños durante el sueño para que, cuando despertaran, se sintieran orgullosos de la estirpe a la que pertenecían.

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