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Las peores excusas que ponen los conductores al ser detenidos por la policía
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SEGÚN UN GUARDIA CON 11 AÑOS DE EXPERIENCIA

Las peores excusas que ponen los conductores al ser detenidos por la policía

11 años de agente le han servido al francés Alexandre Despretz para recoger en un libro las mejores respuestas que ha recibido por parte de los automovilistas a los que se veía obligado a detener

Foto: No te preocupes, mujer, aún se te puede ocurrir alguna genialidad como la de estos iluminados. (iStock)
No te preocupes, mujer, aún se te puede ocurrir alguna genialidad como la de estos iluminados. (iStock)

¿Saben aquel que dice que va un borracho conduciendo por la carretera y le para la policía para hacerle un control de alcoholemia?“¿Qué pasa, que todavía no se lo creen?”, le responde el automovilista ebrio. Se trata simplemente de un chiste, pero no resulta tan diferente a las anécdotas que Alexandre Despretz relata en Las malas excusas de los buenos conductores (Le Cherche Midi), que acaba de ser reeditado en Francia con nuevas historias.

“No me he inventado una palabra”, reivindica el autor. “Lo he escrito todo tal y como los conductores lo dicen”. Despretz lleva trabajando en seguridad vial desde 2004, y durante este tiempo ha acumulado más de 100.000 kilómetros a sus espaldas. “Ahora todo el mundo me conoce y me cuenta sus mejores historias”, ha señalado el autor a Sudouest, al mismo tiempo que reconoce que su libro tiene varias funciones: hacer reír al lector, mostrar que los policías son personas, no robots, concienciar sobre la responsabilidad vial y, de paso, ganarse unos euros. Aquí están algunas de las mejores historias.

La lógica aplastante: “No puedo mantenerme de pie, pero da igual, conduzco sentado”

“Buenos días, ¿ha bebido usted?”, le preguntó el policía a un motorista. “No, nada más que un culín”, le respondió este, a pesar de que era evidente que no podía mantenerse de pie, como así se lo hizo notar el agente de la ley. “Pero no pasa nada, ¡yo conduzco sentado!”, fue su respuesta.

El carnet familiar: “¿Acepta el carnet de mi esposa? A mí no me quedan puntos”

Otra forma de entender los bienes gananciales es recurrir al carnet de tu pareja cuando tú y tu irresponsabilidad os habéis fundido todos los puntos que os corresponden. También puede ser buena idea repartir las multas equitativamente entre toda la familia o, por qué no, los años de cárcel.

El telefonista víctima: “No estaba llamando a nadie, me estaban llamando a mí”

¿Recuerdan aquella vez que en una sesión de las Cortes Constituyentes Camilo José Cela dijo “no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que jodiendo”? Algo parecido pensó este motorista cuando se disculpó aduciendo que él no había llamado a nadie. Simplemente, había recibido una llamada.

El conductor terriblemente enfermo: “Tengo la pierna gangrenada, por eso no puedo frenar”

Siguiendo la tendencia de culpar al césped del resultado del partido, este motorista se disculpó señalando que su pierna, “gangrenada”, no funcionaba lo suficientemente bien y por eso no podía frenar. Lamentablemente, Despretz no proporciona más datos sobre el paradero actual de dicho miembro.

El motorista daltónico:“No estaba rojo, estaba tricolor”

Dylancantaba en uno de sus peores versos “el sol no es amarillo, es color pollo”, pero menos lírico (y absurdo) resulta este conductor que de esta manera echaba la culpa al semáforo de no haber señalizado bien el color rojo y, por lo tanto, había provocado que se lo saltase.

Vale que la tasa de alcoholemia ha bajado, pero de ahí a que dé positivo por comerte una carne al vino...

Ebrio por accidente: “Creo que he comido demasiado boeuf bourguignon

En España, la tasa de alcoholemia ha descendido tanto que es posible que con poco más de una cerveza demos positivo en un control. Imagínense cómo deben estar los franceses para que este guiso de carne bañado en vino tinto pueda causar el mismo efecto… O al menos en eso se escuda este conductor al ver las orejas de la multa asomar.

El delincuente agradecido: “Qué bien me viene, estaba llamando a mi jefe para que me comprase un manos libres”

¿Qué mejor que matar dos pájaros de un tiro y disculparnos ante la justicia y presionar a nuestro jefe al mismo tiempo? Eso es lo que hizo este descarado automovilista cuando, detenido por la policía mientras hablaba por el móvil, dijo “¡ja! Muchas gracias, me viene perfecto, precisamente estaba llamando a mi jefe para que me comprase un kit manos libres”.

Vísteme rápido que tengo prisa: de “Mi mujer va a parir” a “Tengo comida congelada en el maletero”

Aunque no sea así, muchos de los que infringen la ley consideran que una buena razón personal puede ser suficiente para no recibir una multa por exceso de velocidad. El rango puede ir del clásico “mi mujer va a dar a luz” (y su ingenioso añadido “si quiere llamo para decir al médico que espere diez minutos”) a “tengo comida congelada en el maletero”. Ya sea un bebé o una bolsa de guisantes, parecen razones de peso (entre uno y cinco kilos) para pisar el acelerador como si no hubiese un mañana.

Lo difícil no es acelerar, agente. Lo difícil de verdad es parar

No se pueden hacer dos cosas a la vez: “Estaba ocupada conduciendo, no iba a mirar al suelo también”

El tópico señala que los hombres están incapacitados para hacer dos cosas al mismo tiempo. Esta mujer parece llevarle la contraria, al reconocer que bastante tiene con mirar a la carretera como para fijarse en las líneas blancas de las que se había salido por despiste.

¿Mad Max? Aquí esta Menos Max: “La carretera es peligrosa, la gente está conduciendo por debajo de los límites de velocidad”

Cuando nos sacamos el carnet se nos advierte que conducir muy por debajo del umbral de velocidad puede ser tan peligroso como sobrepasar los límites. Más tarde, salimos a la vida real y nos damos cuenta de que muy pocas veces nos encontraremos en dicha situación. Sin embargo, este guerrero de la carretera parece haberse topado con dicho peligro frecuentemente.

El filósofo iluminado: “Todos podemos acelerar, es frenar lo que es complicado”

Complicado, se entiende, para este hombre que intentó embellecer la realidad: que se le había ido el pie con el acelerador, ni más ni menos.

Honestidad brutal: “Claro que he visto la luz roja, al que no he visto ha sido a ti”

Quizá, al fin y al cabo, la mejor actitud sea aceptar el error y no intentar poner excusas que no servirán para nada más que rellenar el libro del agente que te ha parado. Aunque tampoco hace falta ponerse tan chulo como este conductor que sintetiza la terrible máxima por la que se rigen muchos automovilistas: el error es que te cacen, no conducir fuera de los límites de la ley.

¿Saben aquel que dice que va un borracho conduciendo por la carretera y le para la policía para hacerle un control de alcoholemia?“¿Qué pasa, que todavía no se lo creen?”, le responde el automovilista ebrio. Se trata simplemente de un chiste, pero no resulta tan diferente a las anécdotas que Alexandre Despretz relata en Las malas excusas de los buenos conductores (Le Cherche Midi), que acaba de ser reeditado en Francia con nuevas historias.

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