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10 reglas que debes seguir si quieres aprender un idioma en menos de tres meses
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SEGÚN UN GRAN POLÍGLOTA

10 reglas que debes seguir si quieres aprender un idioma en menos de tres meses

Benny Lewis estaba apuntado a alemán, gaélico y español, pero no era capaz de aprender ninguno de estos idiomas. Ahora es políglota. ¿Cómo ha conseguido cambiar así en tan poco tiempo?

Foto: ¿Quieres irte de vacaciones a un país donde no entiendes ni palabra? Todavía estás a tiempo. (iStock)
¿Quieres irte de vacaciones a un país donde no entiendes ni palabra? Todavía estás a tiempo. (iStock)

No hay terreno más abonado para poner excusas que el del aprendizaje de idiomas. Que si no tenemos tiempo –ni, probablemente, ganas–, que estamos muy mayores, que somos inútiles para aprender otras lenguas… Todo ello son mentiras que impiden que nos pongamos en marcha para acabar con nuestra ignorancia. Basta con esfuerzo, algo de tiempo y, sobre todo, un buen plan de actuación para aprender los rudimentos de un idioma en muy poco tiempo.

¿Quién mejor que uno de los grandes políglotas para enseñarnos a aprender? Benny Lewis es uno de ellos, y aunque su marca de idiomas no sea precisamente espectacular (maneja a la perfección siete, aunque afirma defenderse en más de una docena), sí lo es su historia. A los 20 años, a pesar de haber estudiado gaélico, alemán y haber vivido en España, no era capaz de defenderse en ninguna de esas lenguas. Todo cambió cuando conoció a un tipo que le dio el gran secreto: desear cometer errores. En apenas seis meses, el español que tanto se le había atragantado ya formaba parte de su repertorio lingüístico, y ese era sólo el principio.

El 65% de los textos escritos están formados por apenas unas centenas de palabras

El autor de Fluent in 3 months ha expuesto en el blog de Tim Ferriss algunos de sus consejos para aprender rápidamente un idioma, pensados para aquellos que, como él mismo cuando se lanzó a aprender, eran adultos monolingües que habían fracasado en su intento de aprender otras lenguas.

Aprende sólo las palabras que necesites

En toda lengua se puede aplicar el principio de Pareto, que señala que el 80% de los efectos proceden del 20% de las causas. Aplicado al idioma, esto significa que conociendo un pequeño porcentaje del vocabulario podremos comunicarnos en la mayor parte de las situaciones. No hace falta aprender de memoria un vocabulario de cientos y cientos de palabras, sino sólo aquellas que se utilizan con más frecuencia. Lewis señala que el 65% del lenguaje escrito está formado por 300 palabras distintas, lo cual excluye miles de otros términos que no necesitamos conocer. A medida que perfeccionemos dicha lengua, incorporaremos nuevos conceptos, pero no hace falta obsesionarse: hay cientos de palabras de nuestro idioma materno que ni siquiera conocemos.

Los cognados son tu mejor aliado

Según la lingüística, los cognados (también conocidos como dobletes) son términos con un mismo origen etimológico pero distinta evolución fonética. Ello quiere decir que hay palabras en distintos idiomas que se parecen mucho y que significan lo mismo, por lo que son el punto de partida idóneo para comenzar a comunicarnos. Si queremos aprender francés, italiano, portugués u otras lenguas romances tenemos gran parte del trabajo hecho, puesto que muchas de las palabras de dichos idiomas tienen un equivalente similar en español.

La creencia popular señala que es imposible aprender un idioma si no se viaja al extranjero, pero no así

Lewis anima a los hablantes a hacer una lista de cognados del idioma que vamos a aprender y que nos servirán de primer paso. ¿Qué ocurre con otros idiomas no romances que nos resultan mucho más extraños como el japonés, el chino o el ruso? Pues que probablemente también encontraremos algún que otro cognado (o “amigo verdadero”, como los define Lewis), puesto que muchas lenguas han incorporado términos del inglés ampliamente conocidos.

No hace falta viajar para interactuar en otro idioma

La creencia popular asegura que es imposible aprender un idioma si no se viaja al extranjero, y aunque puede ser cierto si lo que queremos es manejarlo a nivel experto, no lo es si simplemente queremos aprender los rudimentos. Lewis recuerda que hay montones de personas que viven en otro país durante años sin aprender el idioma: no, no hay nada en el aire que te haga aprender una lengua, sino que lo importante es la inmersión. Y esa se puede practicar desde casa, sobre todo ahora que internet nos ofrece una gran cantidad de recursos audiovisuales.

Utiliza internet para hablar con extranjeros

La base del sistema de Lewis se encuentra en empezar a hablar el nuevo idioma rápidamente, incluso el primer día. Para ello, recomienda seleccionar un pequeño vocabulario como hemos expuesto anteriormente y fórmulas de cortesía que te saquen de un apuro (“hola”, “¿qué tal estás?”, “gracias”, “lo siento” o “¿puedes repetir?”). Probablemente nos cueste desenvolvernos, pero ello también nos ayudará a descubrir qué es lo que nos falta y qué deberíamos mejorar en la siguiente lección.

Si nos resulta complicado convencer a alguien para escucharnos chapurrear en su idioma, muchas aplicaciones permiten conversar con extranjeros a un precio reducido. Lewis nos anima a hacer trampa y tener un diccionario delante o alguna aplicación para que nos ayude a vencer el miedo cuando hablamos con el desconocido.

No te sientas inseguro: los adultos aprenden mejor que los niños

Debido a la facilidad con la que un niño adquiere su primer idioma, demasiadas personas creen que es imposible aprender una lengua si hemos pasado la barrera de los siete años. La realidad es que los adultos aprenden mejor que los niños, tal y como afirma un estudio de la Universidad de Haifa. Si parece lo contrario, aseguran los estudiosos, es porque nuestra actitud hacia ellos es muy diferente. Por ejemplo, nunca corregiríamos a una persona mayor de igual forma que lo haríamos con un niño, puesto que nos parece de mal gusto. Además, los pequeños no pueden ponerse excusas para dejarlo a la hora de aprender su primer idioma, algo que los adultos sí hacen cuando aprenden uno nuevo. Vencer los prejuicios respecto a nuestro propio potencial es clave para mejorar diariamente.

Las reglas mnemotécnicas funcionan

Todos hemos utilizado en el colegio alguna de estas reglas para recordar un contenido que nos resultaba particularmente difícil de memorizar. No es hacer trampa, sino facilitar a nuestro cerebro una ruta más directa para el acceso a la información, que aprende mejor cuando establece relaciones con conceptos que ya son conocidos. Por ejemplo, si nos cuesta recordar que “hook” significa “gancho”, podemos recordar cómo se llamaba la película que Steven Spielberg dirigió sobre Peter Pan.

Nunca debes plantearte retos a más de un año de distancia, y recomienda un plazo de tres meses

Plantea objetivos SMART

Para Lewis, SMART es el acrónimo de Specific, Measurable, Attainable, Relevant and Time-bound, es decir, “específico, medible, asequible, relevante y de tiempo limitado”, una fórmula que resume muy bien los principios del políglota que expusimos en un artículo previo. Si queremos aplicar la fórmula, el escritor recomienda que nos fijemos en el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, que establece tres niveles (A, B y C; es decir, principiante, intermedio y avanzado) que, a su vez, se divide en otros dos grupos. Podemos plantear nuestros objetivos respecto a estos niveles en las distintas habilidades –escritura, expresión oral, pronunciación…– que conforman el conocimiento de un idioma.

Eso sí, sin pasarse: Lewis cree que las metas nunca deberían situarse a más de un año de distancia, y aunque para él lo ideal son tres meses, el objetivo debe plantearse en un punto entre las seis semanas y los cuatro meses, quizá coincidiendo con una fecha señalada como las vacaciones de verano, la Navidad o el final de un proyecto.

La clave, pasar de B1 en conversación a C2

Pasar de chapurrear una lengua a manejarla completamente es quizá lo más difícil al aprender un idioma, pero es el eje vertebrador sobre el que debe diseñarse el resto de nuestra estrategia. Debemos preocuparnos por que nuestra conversación mejore específicamente, o si no, corremos el riesgo de pensar que nuestras “habilidades comunicativas” (así, en abstracto) son cada vez mejores… Sin estar progresando realmente.

Un poco de conversación casual todos los días (“¿qué tal hoy?”, “¿qué te gusta hacer?”, “¿qué piensas hacer en vacaciones?”) nos ayuda a empezar a defendernos. La variedad temática es importante. Entonces, cuando volvamos a los libros de texto, entenderemos mucho mejor cuáles son nuestros errores y puliremos los detalles. El último paso, el del complicado C1 y C2, requiere mucho más trabajo y la adquisición de un lenguaje específico, para lo que deberemos leer periódicos, libros o textos más complejos. ¿Una buena herramienta? Suscribirte a los periódicos más importantes del idioma que estemos aprendiendo.

Aprende a sonar como los nativos

Incluso aquellos que han alcanzado un nivel casi bilingüe en el nuevo idioma tienen muchos problemas a la hora de ocultar su acento, lo que a veces les hace sonar como si no lo controlasen. Para Lewis hay dos factores determinantes. Por un lado, el acento y la entonación, que cambian entre lenguas y en los que debemos detenernos desde el principio para evitar coger vicios. Como explica el políglota, fijarse en los sonidos de una lengua y no únicamente en las palabras, como solemos hacer, es clave, así como imitar la pronunciación de los nativos. Por otra parte, se encuentra la inmersión culturalque, curiosamente, puede perjudicar nuestro conocimiento del idioma. Ello no sólo nos ayuda a que más nativos quieran interactuar con nosotros, sino también, a evitar pasar por turistas idiomáticos que no comprenden la realidad que dicha lengua describe.

Comete errores

El principio y el fin de todas las enseñanzas de Lewis, un gran detractor de los métodos habituales de enseñanza de idiomas, que se basan en conocer el contenido gramatical y de vocabulario antes de lanzarse a hablar la lengua, así como en evitar a toda costa los errores. Como recuerda el políglota, uno no termina de aprender jamás un idioma, sino que simplemente, se acostumbra a su uso.

No hay terreno más abonado para poner excusas que el del aprendizaje de idiomas. Que si no tenemos tiempo –ni, probablemente, ganas–, que estamos muy mayores, que somos inútiles para aprender otras lenguas… Todo ello son mentiras que impiden que nos pongamos en marcha para acabar con nuestra ignorancia. Basta con esfuerzo, algo de tiempo y, sobre todo, un buen plan de actuación para aprender los rudimentos de un idioma en muy poco tiempo.

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