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El sexo de verdad, el que no aparece en las encuestas del CIS, revelado por Google
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El sexo de verdad, el que no aparece en las encuestas del CIS, revelado por Google

Cualquier estudio sociológico tiene un margen de error, pero en lo que respecta al sexo es casi imposible obtener datos fidedignos. Sólo el 'big data' puede

Foto: Estamos obsesionados con el tamaño de nuestro pene. (iStock)
Estamos obsesionados con el tamaño de nuestro pene. (iStock)

Los psicólogos y sociólogos están cansados de repetirlo: todas las encuestas sobre sexo mienten, por muy bien que estén diseñadas. Cualquier estudio sociológico tiene un margen de error, pero en lo que respecta al sexo es casi imposible obtener datos fidedignos.

En España, la encuesta más fiable sobre el tema –por ser la que tiene una mayor muestra– es el estudio sobre Actitudes y Prácticas Sexuales del Centro de Investigaciones Sociológicas (cuya última edición se publicó en 2008). Pero apenas hay investigadores que se fíen de muchos de sus resultados. Según esta encuesta el 12,6% de los hombres jamás se ha masturbado, al igual que el 55,8% de las mujeres, sin embargo sólo el 0,5% de los hombres y el 1,2% de las mujeres reconocen no haber tenido nunca una relación sexual. No son datos que tengan que estar a la fuerza relacionados, pero hay que ser muy iluso para creer que responden a la realidad.

El economista Seth Stephens-Davidowitz está convencido de que no contamos con datos fiables sobre la sexualidad, pues la gente miente a sus amigos, amantes, médicos e, incluso, se miente a sí misma, por lo que esperar que diga la verdad a un encuestador es de una ingenuidad mayúscula.

En un artículo en The New York Times Stephens-Davidowitz compara las encuestas del General Social Survey –el más famoso estudio sociológico de los EEUU– sobre la frecuencia con la que los americanos mantienen relaciones sexuales y las cifras de venta de condones: los datos no casan ni remotamente. Y lo mismo ocurre en nuestro país.

Según el último estudio del CIS, de 2008, el 71,7% de los hombres y el 65,3% de las mujeres asegura mantener relaciones sexuales al menos una vez a la semana. En la misma encuesta puede leerse que el 66,4% de los hombres y el 52,3% de las mujeres inmersos en una relación estable utilizan preservativo.

Si nos fiamos de la encuesta del CIS, teniendo en cuenta que España tenía en 2008 46 millones de habitantes (y descontando el, aproximadamente, 20% de menores de 18 años que no podían contestar la encuesta del CIS), en torno a 17 millones de personas hacen el amor todas las semanas, y de ellas más de la mitad usa preservativos. Siendo generosos (pues, supuestamente, el 25% de los encuestados hace el amor tres o cuatro días a la semana y el 3,7% dice mantener relaciones a diario) al menos 8,5 millones de personas usan un preservativo a la semana. Teniendo en cuenta que un año suele tener 52 semanas, deberían venderse al año en España 442 millones de condones. Ese mismo año, en 2008, según una encuesta de Nielsen, en España se vendieron 125 millones de preservativos. Algo aquí no cuadra.

Buscando la verdad en Google

Stephens-Davidowitz lleva tres años estudiando las entrañas de Google para obtener datos sensibles que las personas sólo se atreven a revelar al buscador. El economista no cree que esta información sea estadísticamente fiable, pero sí ofrecen una idea bastante acertada de las preocupaciones reales de la gente.

Cómo explicaba el psicólogo Dan Ariely, catedrático de la Universidad de Duke y uno de los mayores expertos del mundo en psicología del comportamiento, en Google ocurre lo contrario que en las encuestas: porcentualmente hay muchas más búsquedas sobre sexo que sobre cualquier otra cosa porque el supuesto anonimato que ofrece internet nos invita a buscar información sobre cosas que no preguntaríamos a nuestros familiares y amigos. Si necesitas saber cómo hacer una tortilla de patata puedes llamar a tu madre y preguntárselo, pero si quieres saber si tu pene es demasiado pequeño buscarás otra fuente de información.

Como reconoce Stephens-Davidowitz, los datos de Google son poco precisos para realizar estudios demográficos, pero son perfectos para saber lo que realmente nos preocupa sobre el sexo y no nos atrevemos a consultar en otro lado.

Volviendo a la frecuencia con que mantenemos relaciones, si nos fiáramos del CIS podríamos pensar que la gente tiene una vida sexual bastante activa, pero en Google la mayor queja sobre el matrimonio es, precisamente, que se hace poco el amor. La búsqueda del término “matrimonio sin sexo” es tres veces y media más común que “matrimonio infeliz” y ocho veces más común que “matrimonio sin amor”.

Nuestras más íntimas obsesiones

Si el sexo es tan divertido y lo consideramos tan importante –de lo contrario, no nos daría vergüenza admitir que nos falta– ¿por qué lo practicamos tan poco? Stephens-Davidowitz cree que hay una razón prominente: nos provoca una enorme ansiedad.

Si nos paramos a analizar las búsquedas de Google veremos que los hombres (heterosexuales y homosexuales) están completamente obsesionados con los penes. Los internautas masculinos buscan más información sobre sus genitales que sobre cualquier otra parte del cuerpo: más que los pulmones, el hígado, los píes, las orejas, la nariz, la garganta y el cerebro combinados. Buscamos más cómo alargar nuestro pene que cómo afinar una guitarra, hacer una tortilla o cambiar un neumático. La búsqueda más frecuente en Google sobre cómo el cuerpo y la mente cambia con la edad es sobre si la vejez hace que nuestro pene se empequeñezca.

A las mujeres, sin embargo, los penes les preocupan bastante poco: por cada búsqueda sobre penes de una mujer hay 170 de hombres. Y lo más paradójico de todo es que su principal inquietud en torno al miembro viril es que, en ocasiones, es demasiado grande. “Dolor” es la palabra más buscada en Google precediendo a la frase “durante el sexo”.

Las mujeres, claro está, también se preocupan por sus genitales: buscan tanta información sobre la vagina como los hombres sobre los penes. Ahora bien, sólo el 30% de las búsquedas sobre sus genitales tienen que ver con cuestiones estéticas y sexuales y no con problemas de salud. Las mujeres quieren saber cómo depilarse, cómo estrecharla y cómo hacer que huela bien, una cuestión que también parece preocupar a los hombres.

Otra de las preocupaciones principales de hombres y mujeres es alcanzar el clímax sexual de forma prematura; pero, de nuevo, las inquietudes son contradictorias. Después de las cuestiones relativas al pene, la segunda pregunta más común entre los hombres es cómo alargar los encuentros sexuales, algo que no casa con la preocupación de las mujeres, que buscan en igual número cómo hacer que su novio alcance el orgasmo más tarde que cómo hacer que lo alcance antes.

¿De qué nos sirve saber todo esto? La conclusión para Stephens-Davidowitz es clara: “Google nos ofrece razones legítimas para preocuparnos menos [sobre el sexo] de lo que lo hacemos. La mayoría de nuestros miedos más profundos sobre cómo nuestras parejas sexuales nos perciben son injustificados. En la soledad de nuestros ordenadores, sin ninguna razón para mentir, nos revelamos indulgentes y bastante poco superficiales. De hecho, estamos tan preocupados por juzgar nuestro propio cuerpo que apenas nos queda energía para juzgar el de la otra gente”.

En definitiva, hombres y mujeres están unidos en una cosa: su inseguridad y confusión.

Los psicólogos y sociólogos están cansados de repetirlo: todas las encuestas sobre sexo mienten, por muy bien que estén diseñadas. Cualquier estudio sociológico tiene un margen de error, pero en lo que respecta al sexo es casi imposible obtener datos fidedignos.

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