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La teoría del mercado del apareamiento: lo que buscan ellos y lo que encuentran ellas
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LA HISTERIA DE ENCONTRAR PAREJA

La teoría del mercado del apareamiento: lo que buscan ellos y lo que encuentran ellas

Según la teoría del "Mercado de apareamiento” las preferencias en cuanto al tipo de relación que se busca están influidas por la disponibilidad de 'partenaires'

Foto: ¿Existe la ley de la oferta y la demanda en las relaciones amorosas? (iStock)
¿Existe la ley de la oferta y la demanda en las relaciones amorosas? (iStock)

El ser humano, empeñado en acercarse lo más posible a la certeza, parece no tener bastante con el refranero popular (“Prometer hasta meter”, etc) y la experiencia cotidiana de Occidente, con esa general histeria en torno a “encontrar pareja” que ha permitido que las webs de citas a la carta sean el negocio del siglo. Si a todos más o menos nos había quedado claro, desde hace dos o tres milenios, que hombres y mujeres enfocan de manera diversa su búsqueda de relaciones personales y sexuales, y la ciencia evolutiva lo había confirmado, ahora las matemáticas y la teoría económica llegan para matizarlo, que no desacreditarlo.

El escenario base, como se refleja en este artículo, es sencillo y real, pese a quien pese: los hombres–en general, “las excepciones son conocidas y no vienen al caso, como todas las excepciones”, que decía Lichtemberg– prefieren relaciones cortas que no les comprometan demasiado, cuantas más mejor, mientras las mujeres apuestan por relaciones a largo plazo y con la lealtad como base. Curioso que –hablando de heterosexualidad, que es el caso–uno busque en el otro bando valores que ese bando desprecia. Y de ahí a gran parte del arte, la psicología y los traumas universales, un paso, claro.

La explicación biológica establece que las mujeres invierten más (tiempo, esfuerzo) en la reproducción que los hombres, los cuales, en realidad, “apenas” aportan el esperma. Por supuesto la sociedad ha modificado esa hipotética falta de responsabilidades masculinas de manera dramática para algunos, pero no ha podido cambiar todavía otras realidades, como que la atadura psicológico-emocional con los hijos sea distinta en hombre y mujer, por citar una. Tampoco, es de suponer, se ha cambiado el instinto de base, que, aunque domado, permanece intacto en el interior y surge cuando uno –o el otro–menos lo espera.

Pero igual que en el caso de las supuestas tasas de infidelidad.lo cierto es que, como resume la Hanna Koko en este interesante artículo, “hacen falta dos para bailar un tango”. Y ahí comienzan las puntualizaciones.

El resumen sería este: existe una teoría bajo el curioso nombre de “teoría del Mercado de apareamiento” o “Mating Market Theory”que sostiene que las preferencias en cuanto al tipo de relación que se busca no sólo dependen de los citados factores biológicos, sino que están fuertemente influidas por la disponibilidad de partenaires. Y esa disponibilidad, en principio, parece depender de un parámetro simple: el número.

Cosas de la oferta y la demanda

Si pensamos en ese número en términos de mercado, oferta y demanda –explica la teoría– el sexo más escaso en número tiene mayor poder de negociación en ese “mercado”. El grupo minoritario tiene más posibilidades de elegir y salirse con la suya porque tiene a su disposición muchas más opciones y porque lo que ofrece es un bien deseado y escaso. En consecuencia, el sexo más abundante tiene menos posibilidades y ha de plegarse a las reglas del menos abundante.

El estudio de camporealizado para amparar esta teoría (en este caso entre las poblaciones indígenas del suroeste de Guyana, cuyos establecimientos aislados y variables en número de hombres y mujeres parecía perfecto como caso de laboratorio) revela que, en efecto, cuando hay mujeres en “exceso”, los hombres se encuentran en un “mercado favorable” que les permite seguir libremente su “impulso biológico” y ser promiscuos, ofreciendo poca interés en formar familias y ocuparse activamente de ellas. Sin embargo, cuando los números se invierten y hay menos mujeres que hombres, estos se adaptan y empiezan a demandar más a menudo relaciones comprometidas y “leales” de largo aliento.

Lo más curioso, probablemente, es que el resumen del estudio se centra en el cambio de comportamiento de los hombres según la variable numérica, pero parece conceder (quien calla otorga) que las preferencias de las mujeres se mantienen iguales, es decir que el paradigma femenino de estabilidad se sostiene incluso en circunstancias adversas.

Básicamente lo que se dice viene a ser que hay una realidad biológica base pero que las estrategias para encontrar pareja y para reproducirse varían en función de muchos otros factores no biológicos, cosa que, por otro lado, sucede también entre los animales, no sólo entre los hípsters occidentales o los indios de la Guyana. “El contexto importa”, es el mensaje.

“Pues claro que importa”, concede Luis, que podría ser un ejemplo clásico de esos machos en busca de muchas aventuras y poco compromiso: soltero, cuarenta años, con un buen trabajo, dinero que gastar y una cierta fobia reconocida a las relaciones a largo plazo. “Pero habría que tener en cuenta”, añade, “muchas más variables que hacen que ese contexto afecte de manera distinta a personas diversas. Los casos de laboratorio no valen para una sociedad tan poliédrica como la nuestra. Si eres pobre, vives en un pueblo y hay pocas chicas, es evidente que lo tuyo difícilmente será ir de cama en cama, pero si, en el mismo contesto digamos ‘adverso’, eres el señorito de la zona, tienes pasta y eres el rey, pues la cosa cambia. El dinero no debe ser despreciado como elemento de ‘contexto’, si se quiere ver así. La cultura tampoco. Las relaciones sexuales de las distintas clases sociales y grupúsculos concretos se conducen por patrones diversos, y por tanto el establecimiento de parejas obedece a parámetros variables”.

Money talks

Las revistas “femeninas” con impostado cariz de libertad y de modernidad, indica Luis, parecen, por ejemplo, obedecer de manera bastante estricta al paradigma biológico femenino, si se observa con atención. No es difícil encontrar titulares al respecto que, aunque parezcan un chiste, son tomados muy en serio, es de suponer, por una parte del contingente de lectoras que gastan su dinero en dichas publicaciones cada mes. “El miedo al compromiso sólo te hará desperdiciar la libertad que pretendes proteger”; “¿Estás dispuesta a ver cómo se esfuma tu felicidad por culpa de la indecisión?”; “Comprueba si tu corazón esconde tentaciones de adulterio”. Difícilmente, es cierto, se podrán encontrar publicaciones que amparen el deseo opuesto, el biológico-masculino, que ha acabado por no ser enunciado ya que no se considera ni racional ni políticamente correcto, y cuyos lemas están cada vez más confinados al tosco trazo subliminal de la publicidad de coches o colonias.

“¿Te imaginas un titular que dijese: que no te démiedo inseminar a todas las que puedas y que te den igual las consecuencias?”, pregunta Luis. “No, ¿verdad?”, se contesta él mismo. “Pues bueno, lo cierto es que estamos diseñados para eso. Y en cuanto a la publicidad, lo cierto es que tiene algo de razón. Pero no es el BMW el que te permite ligar más. Es el dinero que tienes. El BMW es sólo un indicador de que lo tienes”.

Ana, cirujanade 38 años, soltera también, apunta que “si te acercas a los cuarenta soltero, eso implica un número cierto de relaciones fracasadas y un número amplio de compañeros sexuales en el camino. Es difícil que, aunque quieran, esas personas se adapten fácilmente al paradigma de monogamia reproductiva que se vende. E incluyo a las mujeres. En el mundo de las mujeres ha habido cambios enormes que no se están teniendo en cuenta cuando se habla de todo esto, y la relación entre sexos ha variado. Algunos de esos cambios son económicos y esenciales. Antes el hombre significaba también el trabajo y la estabilidad económica, ahora eso no siempre es así, muchas mujeres son independientes y muchas otras son las que sostienen económicamente a sus familias. Eso tiene un impacto en ese ‘mercado’ del que hablamos’. En todo caso, si nos referimos a los dos polos clásicos, me parece que el paradigma biológico masculino es más ‘sincero’ si esa palabra se puede aplicar a la biología. Ellos no quieren que pensemos como ellos. Nosotras sí nos empeñamos en que ellos piensen como nosotras. Y reconozcámoslo, aunque pasen por el aro, el pensamiento siempre será libre”.

El ser humano, empeñado en acercarse lo más posible a la certeza, parece no tener bastante con el refranero popular (“Prometer hasta meter”, etc) y la experiencia cotidiana de Occidente, con esa general histeria en torno a “encontrar pareja” que ha permitido que las webs de citas a la carta sean el negocio del siglo. Si a todos más o menos nos había quedado claro, desde hace dos o tres milenios, que hombres y mujeres enfocan de manera diversa su búsqueda de relaciones personales y sexuales, y la ciencia evolutiva lo había confirmado, ahora las matemáticas y la teoría económica llegan para matizarlo, que no desacreditarlo.

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