Es noticia
Los 9 momentos más embarazosos que puedes vivir haciendo el amor
  1. Alma, Corazón, Vida
Anécdotas humillantes prácticando sexo

Los 9 momentos más embarazosos que puedes vivir haciendo el amor

Practicando sexo podemos encontrarnos con todo tipo de situaciones embarazosas que convierten el deseo de estar con esa persona en el de huir del país cuanto antes

Foto: Cuanto más sexo tengas, más posibilidades tendrás de encontrarte con alguna de esas situaciones embarazosas. (iStock)
Cuanto más sexo tengas, más posibilidades tendrás de encontrarte con alguna de esas situaciones embarazosas. (iStock)

Más allá de clásicos como toparte con un gatillazo –casualmente siempre en la primera vez que ocurre, qué mala pata–, que te deleiten con gemidos abstractos que te sacan de situación, contrariarte con tamaños inesperaditos o con hedores que desearías no reconocer, practicando sexo podemos encontrarnos con todo tipo de situaciones embarazosas que convierten el deseo de estar con esa persona en el de huir del país pronto y cuanto antes.

El sexo no deja de ser prueba y error –cuando no fracaso total–. Como explica Amanda Chatel en Bustlecuanto más sexo tengas, más posibilidades tendrás de encontrarte con alguna de esas situaciones embarazosas”. Cuando se encuentran dos cuerpos desnudos desconocidos, entra en juego la magia de qué tipo de manías, tics y ruidos personales tenga la otra persona. A veces sale fenomenal y otras negarás que dicho encuentro haya tenido lugar.

Durante el sexo “hay toda clase de fluidos corporales que se intercambian, olores extraños, ruidos aún más extraños e incluso misteriosas manchas”, dice Chatel. Las cosas no siempre salen –o entran– según lo esperado y derivan en situaciones humillantes que, quizás, algún día, recordarás con risas.

Además, con el paso de los años apetece más probar cosas diferentes y excitantes y visitar esas zonas que tenías abandonadas.

Pero cuando nos alejamos del área de seguridad y nos adentramos en lo desconocido, los resultados son impredecibles. Nadie al volante.

La clave está en perder la vergüenza y, de darse alguna de estas circunstancias, saber solventarla con la mejor de las sonrisas mientras te vistes para largarte del nuevo país de Nunca Jamás.

Bustle ha recogido algunas de las historias sexuales más vergonzosas de sus lectores para que, de algún modo, sintamos alivio al descubrir que las nuestras no eran tan malas… ¿O sí?

1. Actos reflejos: rodillazos que acaban en narices rotas

¿Quién no se ha llevado un buen codazo al hacer –normalmente sin querer– cosquillas a alguien en un momento inapropiado? El cuerpo a veces es acción reacción, y si tocas donde no debes saltarán las alarmas en modo de patadas voladoras. Pero a veces los movimientos incontrolados de las extremidades pueden acabar en tragedia.

“En mi defensa diré que se la había roto muchas veces antes y estaba frágil” alega una de las lectoras de Bustle, quien confiesa haberle roto la nariz a un hombre con su rodilla cuando estaban posicionándose para practicar el 69.

Y es que hay posturas que requieren de un especial cuidado y equilibrio para, por ejemplo, no aplastar los testículos con esa misma rodilla con la que estamos gateando por la cama a cuatro patas.

2. Confundir una caricia con un ataque epiléptico

“Estaba teniendo sexo con un chico y cuando terminamos él empezó a pellizcarme”. Bueno, cada uno tiene sus manías y sus formas de acariciar o tocar a la otra persona, de hecho esta lectora no dudó en imaginar que era simplemente su forma de hacerla notar que habían tenido muy buen sexo.

Pero no: “Resulta que era epiléptico y estaba teniendo un ataque en toda regla. Fue vergonzoso y aterrador a la vez”.

3. Flatulencias directas a la cara

Para muchas parejas resulta de lo más normal compartir en la cama sus gases nobles e incluso algunas se lo toman con humor. De la otra parte, están los que se la juegan a un cólico por aguantarse las flatulencias cuando están con alguien en la cama. Los pedos, ese gran debate.

Todos somos humanos, de acuerdo, pero el siguiente ejemplo de situación embarazosa supera la normalidad: “Me quedé dormida mientras él estaba haciéndome un cunnilingus y me tiré un pedo en su cara”. Desde luego, le debió quedar claro que ella no estaba disfrutando demasiado, no como para interrumpir su sueño.

4. Estar ardiendo, pero no por excitación

“Después de cortar unos jalapeños, me lavé las manos y me fui a la sala de estar donde mi novio y yo empezamos a tocarnos. Puse mi mano en su pene poco más de un minuto justo antes de que tuviéramos sexo”.

Ambos empezaron a gritar pero él no lo hacía por placer: “Al parecer, los jugos de los jalapeños estaban todavía en mis dedos”… Exacto. No sólo pican en la boca.

5. Lo de quedarse dormido se hace después

“Mi novio y yo decidimos probar borrachos el sexo anal”. Esta lectora llevaba tiempo hablando con su pareja cuándo sería el mejor momento para practicarlo y pensó que quizás en estado etílico la sensación sería menos dolorosa… Pero no fue un acierto.

“Estamos teniendo sexo y él está encima de mí, dentro de mí, y de repente, escuché su respiración pesada. Se había quedado dormido porque estaba borracho y era un peso muerto encima de mí”.

Que entre sueño en la cama cuando se está practicando sexo, incluso dormitar y dejarse hacer, es bastante común. El problema es si estás prácticamente inmovilizada y, por decirlo de alguna forma, anclada: “Tuve que quedarme así mientras esperaba a que su pene se pusiese flácido para poder sacármelo y me puse a llorar porque era humillante”.

6. Sexo anal y las sorpresas que NO son sangre

“Estaba saliendo con una mujer que realmente amaba sexo anal pero en una de las ocasiones cuando la saqué, había mierda en todo mi pene”.

Este lector ni se esperaba poder mancharse de heces por este orificio –no siempre, pero hay que contar con esta posibilidad, amigo– y no pudo controlar la arcada: “Empecé a vomitar por su espalda y tuvo que ir corriendo al baño”.

“Al día siguiente ella me envió un correo electrónico adorable pidiendome disculpas por lo de la caca. Sin duda ella estaba menos avergonzada que yo”, comparte este lector. Y eso que el premio inesperado no le cayó a él.

7. Menstruaciones a lo Matanza de Texas

A muchas mujeres no les gusta practicar sexo cuando están con la regla. Higiene, dolor o malestar, puede que lo que le ocurrió a este lector a la mañana siguiente de acostarse con una chica se convierta en otro de los principales motivos.

“Cuando me desperté ella se había ido, pero debía haberle bajado el período en medio de las relaciones sexuales porque estaba cubierto de sangre, desde las cejas hasta las rodillas”. Vaya, ni el Barton Fink de los hermanos Coen se encontró con algo así, pero si él lo dice, creámoslo.

Lo malo es que estaban durmiendo en casa de unos amigos en el dormitorio de huéspedes y tenía que limpiar todo aquello. Él tuvo que salir a hurtadillas tratando de encontrar una lavadora sin que nadie notase que estaba ensangrentado de arriba abajo: “Te lo juro, parecía como si hubiera matado a alguien”. No jures que es pecado.

8. Jugar a los médicos: circuncidado en el dormitorio

La siguiente declaración de situación embarazosa se remite a los años de instituto. Una lectora cuenta que estaba practicando sexo con un compañero del colegio que no estaba circuncidado y cuando empezaron él empezó a gritar como un descosido: “Resultó que había arrancado su prepucio y no dejaba de sangrar”.

Por si no fuese suficiente con la escena, cuando llegaron al hospital la madre de él les recibió allí: “Tuve que sentarme allí en la sala de espera a su lado mientras a él le cosían”. Curioso lugar para conocerse. ¿De qué hablarían?

9. Bukkake por apuntar mal

El último testimonio es el de una chica que cuenta una anécdota de cuando “no estaba lista para tener relaciones sexuales así que hacíamos de todo menos esa 'cosa’”.

Así fue que mientras masturbaba a su novio, cambió el ángulo de la eyaculación y todo el semen fue a parar a su ojo derecho. “Comenzó a arderme como loco y tuve que lavarlo con agua”. Pero no fue suficiente.

“Mi ojo estuvo rojo e hinchado durante dos días. Una enfermera me sugirió conseguir un parche para evitar que la infección aún más bacteriana”. Accesorio que llamaba la atención y requería de explicaciones: “Tuve que inventar muchas mentiras para no tener que decir la verdad: me cayó semen en el ojo”. ¿Se sentiría más 'lista' después?

Más allá de clásicos como toparte con un gatillazo –casualmente siempre en la primera vez que ocurre, qué mala pata–, que te deleiten con gemidos abstractos que te sacan de situación, contrariarte con tamaños inesperaditos o con hedores que desearías no reconocer, practicando sexo podemos encontrarnos con todo tipo de situaciones embarazosas que convierten el deseo de estar con esa persona en el de huir del país pronto y cuanto antes.

El redactor recomienda