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La dieta cetogénica: una manera eficaz de adelgazar comiendo grasas (y sin azúcares)
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conocida como la dieta atkins, nació en 1921

La dieta cetogénica: una manera eficaz de adelgazar comiendo grasas (y sin azúcares)

La dieta, basadaen la ingesta de más alimentos ricos en proteínas y grasas y la restricción de glúcidos y azúcares, reduce la epilepsia

Foto: Una dieta que además de ayudarte a adelgazar en pocos días, tiene importantes beneficios para tu salud como el control de enfermedades. (IStock)
Una dieta que además de ayudarte a adelgazar en pocos días, tiene importantes beneficios para tu salud como el control de enfermedades. (IStock)

Tras algunas décadas algo desaparecida del panorama de regímenes para perder peso de una forma rápida, la dieta cetogénica vuelve a estar de moda. Y no sólo por la capacidad para adelgazar sino por sus importantes beneficios para la salud: desde el control de enfermedades como la epilepsia hasta en el tratamiento de tumores cancerígenos.

Descubierta en 1921 por el endocrino Henry Rawle Geyelin, esta dieta se centra en la ingesta de más alimentos ricos en proteínas y grasas y la restricción de glúcidos y azúcares con el objetivo de generar una situación de cetosis –exceso de cetonas en la sangre– similar al ayuno.

Geyelin planteó los beneficios terapéuticos de esta dieta para el tratamiento de crisis epilépticas, aunque 90 años después su fórmula ha sido recuperada por la conocida como dieta Atkins cuyo objetivo no es otro que la pérdida rápida de peso.

Sin embargo, los expertos recomiendan no seguir este tipo de dietas sin la supervisión de un médico, nunca mantenerla durante mucho tiempo y tan sólo en casos de epilepsia refractaria al tratamiento farmacológico o si se trata de pacientes con obesidad mórbida que vayan a someterse a una cirugía bariátrica.

Una alimentación grasa para controlar la epilepsia

Aunque a principios de los años veinte la idea de Geyelin, quien también fue uno de los primeros médicos en Nueva York que utilizó la insulina como tratamiento para la diabetes, pareció una innovación pero sus ideas no eran nuevas. Como explica David Cox en The Guardian: “los antiguos griegos ya habían descubierto que una de las mejores maneras de manejar los ataques de epilepsia era dejar de comer”.

Pero esta solución no era válida a largo plazo. Hipócrates en su momento y Geyelin como heredero de estas teorías, descubrieron que una vez que el ayuno había terminado las convulsiones volvían con más fuerza.

Los ataques epilépticos se deben a actividades eléctricas anormales en el cerebro, cuyas causas pueden variar desde una lesión cerebral hasta un gen defectuoso, pero Geyelin descubrió cómo podía llevar al organismo a esa sensación de ayuno sin que el paciente tuviese que pasar hambre: regulando la caída de glucosa en sangre y manteniendo niveles elevados de metabolitos de grasa –llamados cetonas– a través de un estricto programa alimenticio basado en cuatro partes de grasas y proteínas por cada una de carbohidratos.

La dieta cetogénica tuvo mucho éxito hasta el año 1938 cuando se descubrió la fenitoína, medicamento anticonvulsivo que comenzó a emplearse de forma generalizada para tratar la epilepsia.

El retorno de la cetogénica y sus beneficios para la salud

Tuvieron que pasar más de setenta años para que se volviese a hablar de la dieta cetogénica como método para tratar la epilepsia. Fue el director de cine de Aterriza cómo puedas Jim Abrahams quien, desesperado por encontrar una cura para los constantes ataques epilépticos de su hijo Charlie recuperó unos escritos de Geyelin que le ayudaron a solucionar el problema

Tras un mes siguiendo la dieta y con pocas esperanzas de que aquella fórmula funcionase, su hijo había mejorado tanto que el director comenzó a difundir los valores de la cetogénica entre otras familias para animarles a compartir los resultados con sus familiares enfermos. Incluso dirigió la película Quiero salvar a mi hijo (First Do No Harm,1997), protagonizada por Meryl Streep, basada en las experiencias de su familia tras la cual cetogénica volvió a ponerse de moda.

La defensa de la dieta por parte de Abrahams se explica en que los medicamentos anticonvulsivos funcionan en el 70% de los epilépticos, pero, si falla un medicamento, sólo existe entre un 10% y un 15% de posibilidades de que otro vuelva a funcionar. Por muchos falsos efectos secundarios que quisiesen achacarle a la dieta, como que retrasaba el crecimiento en los niños, el director no veía más que beneficios para la salud de su hijo.

Así volvió a hablarse de la dieta de Geyelin e incluso se descubrieron más aspectos saludables derivados la combinación de bajos niveles de glucosa en sangre junto con altos de cetonas: la dieta también era capaz de ralentizar el crecimiento de tumores y retrasar significativamente la aparición de la enfermedad de Alzheimer.

La dieta del autocontrol

El profesor Thomas Seyfried de la Universidad de Boston, quien realizó varias investigaciones sobre el régimen, advierte que hay que tener cuidado con la dieta cetogénica: “si se realiza incorrectamente puede modificar los parámetros de lípidos en la sangre, lo cual pondría en peligro nuestra salud”.

Es fundamental que ésta esté regulada y guiada y estructurada por médicos especialistas: “esta dieta no es para tomarse a la ligera y hay profesionales de la salud que trabajan específicamente en la administración de él”, dice Seyfried.

En opinión de Abrahams, el problema no es tanto la fuerza de voluntad humana como el gasto que pueda suponer para los hospitales –que, opina, “en EEUU al final son empresas”–. Al tratarse de un régimen que debe estar estrictamente controlado por un dietista experto “implica un montón de horas y no hay ningún beneficio económico al final aparte de los beneficios para la familia”

Tras algunas décadas algo desaparecida del panorama de regímenes para perder peso de una forma rápida, la dieta cetogénica vuelve a estar de moda. Y no sólo por la capacidad para adelgazar sino por sus importantes beneficios para la salud: desde el control de enfermedades como la epilepsia hasta en el tratamiento de tumores cancerígenos.

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