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Cómo echarte la siesta perfecta: trucos para un sueño reparador
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Un descanso mucho más saludable de lo que crees

Cómo echarte la siesta perfecta: trucos para un sueño reparador

Mucha gente se levanta de la siesta más cansada que antes. Pero hay algunas directrices que son muy útiles para que el rato dedicado a descansar sirva de verdad

Foto: Si sólo puedes echarte la siesta una vez a la semana, hazlo bien y sácale el máximo provecho posible a ese breve momento de sueño. (corbis)
Si sólo puedes echarte la siesta una vez a la semana, hazlo bien y sácale el máximo provecho posible a ese breve momento de sueño. (corbis)

La inmensa mayoría de nosotros no disponemos de la posibilidad de echarnos una siesta reparadora diaria. Sin embargo, son muchas las personas que sí puede permitirse al menos una a la semana, bien porque los viernes tienen jornada intensiva o porque dedican un rato durante el fin de semana a dormir.

Y, desde luego, hacen bien. Además de ayudarnos a descansar y a recuperar las fuerzas perdidas por las intensas jornadas laborales, madrugones y actividades diarias, dormir la siesta tiene importantes beneficios para la salud como el refuerzo de la capacidad de atención, la consolidación de la memoria, mejoras cardiovasculares o la mejora el metabolismo. Todo ventajas.

Ansiamos la llegada de ese momento semanal. Ya seamos de los de pijama y orinal o gocemos más retozando en el sofá, queremos dormir y disfrutar de cada uno de los minutos dedicados a ese espacio temporal sagrado que guardamos para echarnos la siesta.

Conocedora de la falta de tiempo y días para gozar de este saludable descanso, la doctora Sara Mednick, especialista en el estudio del sueño, plantea en el Huffington Post cuatro consejos para sacarle el máximo provecho posible a ese breve momento de sueño semanal.

1. La siesta perfecta dura una hora y media

Mednick asegura que “una siesta de 90 minutos le da los mismos beneficios que una noche completa de sueño”. Se trata del tiempo justo para poder pasar por las principales etapas del sueño: desde el sueño de ondas lentas hasta el profundo, que desemboca en la fase REM.

Al tener un sueño completo, esta siesta será la más saludable de todas aportándonos todos los beneficios de un descanso pleno tanto a nivel físico como mental.

No obstante, Mednick también tiene recomendaciones para los bienaventurados que pueden disfrutar de varias siestas a la semana: “en tal caso lo que yo recomiendo son tres siestas a la semana de 20 minutos cada una”.

2. El truco para no despertarte aún más cansado después de la siesta

A muchas personas les ocurre que se despiertan de la siesta más cansados que cuando se acostaron. La doctora tiene una sencilla solución para que se convierta en un descanso reparador y no en algo similar a haber sufrido una paliza y varias sacudidas cerebrales: “acortar las siestas de modo que no se alcance la etapa de sueño de ondas lentas del que es muy difícil despertarse”.

Si te despiertas hecho polvo de la siesta, no la evites, simplemente restringe el sueño a 10 o 15 minutos. “Eso le permitirá disfrutar de la segunda fase del sueño, que es la realmente importante para mejorar la memoria y la salud”, añade Mednick. No dejes que tu descanso se alargue más de un cuarto de hora y conseguirás despertarte de la siesta fresco y espabilado.

3. Acuéstate y relájate aunque no tengas sueño

Recomendación médica: “Incluso aunque creas que no estás cansado, acuéstate”. Estar simplemente recostado nos reporta un descanso reparador y “nos ayuda a relajarnos y recuperarnos de los esfuerzos mentales y físicos que tenemos durante el día”, añade Mednick.

Incluso en esas ocasiones en las que nos dedicamos a dar vueltas en la cama y creemos que no hemos dormido nada, es más que probable que si hemos estado al menos 20 minutos acostados, en realidad hayamos dormido un poco.

4. La siesta siempre 6 horas después de habernos despertado

Hay que encontrar el momento perfecto para que la siesta se convierta en ese descanso ideal sin que nos deje aturdidos, más agotados o con la sensación de no haberla aprovechado. Ese momento es, como explica la doctora, cuando han pasado seis horas después de que nos hayamos levantado por la mañana.

“Este es el momento en que disminuye el ritmo circadiano y aumenta la sensación de somnolencia", dice Mednick. Más o menos después de la hora de comer, pasadas unas horas desde que salimos de la cama, empezamos a notar una disminución de la temperatura corporal y cómo nuestros procesamientos cognitivos piden a gritos un momento de descanso. Si puedes, no lo dudes: ese es el momento perfecto para echarte la siesta.

La inmensa mayoría de nosotros no disponemos de la posibilidad de echarnos una siesta reparadora diaria. Sin embargo, son muchas las personas que sí puede permitirse al menos una a la semana, bien porque los viernes tienen jornada intensiva o porque dedican un rato durante el fin de semana a dormir.

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