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Los alimentos que debes erradicar ya si quieres tener bien el estómago
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LA IMPORTANCIA DE LA ALIMENTACIÓN EN LA SALUD

Los alimentos que debes erradicar ya si quieres tener bien el estómago

En "El segundo cerebro", Miguel Ángel Almodóvar señala tres clases de alimentos que debemos controlar si queremos adelgazar y mantenernos saludables

Foto: Hay determinadas comidas que no deberíamos introducir en nuestro carro de la compra. (Corbis)
Hay determinadas comidas que no deberíamos introducir en nuestro carro de la compra. (Corbis)

¿Comemos con cabeza? En El segundo cerebro (Paidós), el periodista y divulgador especializado en nutrición y gastronomía Miguel Ángel Almodóvar Martín explica por qué todo aquello que pasa por nuestro intestino es importante para nuestro funcionamiento diario e influye de forma determinante en nuestra salud. En el fragmento que reproducimos a continuación, Almodóvar señala tres clases de alimentos que debemos controlar en nuestra dieta si queremos adelgazar y mantenernos saludables.

Aunque tomar prebióticos y probióticos con frecuencia e incorporarlos a la dieta cotidiana es algo enormemente saludable y un refuerzo de gran interés para la salud general del sistema digestivo, no es una garantía total de salud para el microbioma intestinal si, en paralelo, no se controlan, e incluso eliminan, de la dieta alimentos que atacan o destruyen las bacterias saludables y beneficiosas al tiempo que alimentan a las bacterias y levaduras indeseables o patógenas.

Dicho de otra forma, ni los probióticos ni los prebióticos ni la fibra pueden ser efectivos si en el resto de la dieta se incluyen alimentos procesados y comidas preparadas, abundantes en azúcares, granos refinados y multitud de conservantes, mucho de ellos con efectos alergénicos y potenciales maltratadores de la buena salud del microbioma intestinal. Más en concreto, enemigos de nuestro microbioma son las grandes cantidades de azúcares simples, la bollería industrial, las carnes tratadas con antibióticos, las frutas y verduras criadas con herbicidas y pesticidas, los refrescos con gas, las bebidas alcohólicas destiladas y los condimentos muy fuertes.

También es muy importante dentro de una dieta saludable para el microbioma intestional moderar y limitar drásticamente el consumo de carnes rojas, eliminar las grasas trans y, en general, moderar el consumo de proteínas animales. Vamos a detenernos un poco en estas tres recomendaciones.

Primero vamos a definir qué se considera una carne roja. Lógicamente, esta clasificación responde a su diferenciación respecto de las carnes blancas, que son aquellas que, al ser cocinadas, no adquieren una coloración rojiza. Carnes rojas son la de vaca, la de caballo, toro, jabalí, venado, etc. Asimismo, se consideran carnes rojas también las de algunas aves, tales como los pichones, las perdices, la codorniz y el faisán, es decir, las carnes tradicionalmente provenientes de la caza.

Con todo, tenemos que reconocer que la carne roja es una de las fuentes más ricas de hierro y de minerales tales como el zinc y el fósforo, vitaminas como la niacina y la vitamina B12.

El problema es su excesivo consumo. Cuando ingerimos demasiadas carnes rojas en nuestra dieta las proteínas no digeridas por nuestro estómago son fermentadas por las bacterias del colon, que las convierte en tóxicos que modifican la morfología y el metabolismo de las células intestinales, reduciendo su vida útil. Está ya demostrado que el consumo habitual de carne roja está científicamente asociado a un mayor riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares, gota y algunos tipos de cáncer, como el de colon.

El estado actual sobre las recomendaciones sobre el consumo de las carnes rojas lo viene a resumir Dean Ornis, experto nutricionista de la Universidad de San Francisco, California, quien sostiene que:

“Está emergiendo un consenso entre los expertos en nutrición sobre lo que constituye una forma saludable de comer: poca o ninguna carne roja, alto contenido de verduras, frutas, legumbres y soja, pocos hidratos de carbono simples y refinados, como el azúcar o la harina, un consumo elevado de ácidos grasos omega-3 y pocas grasas. Pero, sobre todo, más calidad y menos cantidad”.

Abundando en lo mismo el American Institute for Cancer Research y la World Cancer Research Fund afirman en su informe Food, Nutrition, Physical Activity and the Prevention of Cancer; a Global Perspective, que existen evidencias convincentes de que el consumo excesivo de carnes rojas incrementa el riesgo de cáncer colorrectal, y que hay pruebas de que incrementa el riesgo de cáncer en el esófago, pulmones, páncreas y endometrio.

Asimismo, uno de los estudios norteamericanos realizados entre un mayor número de población y más prolongado en el tiempo señala que una porción diaria de carne roja aumenta en un 13% el riesgo de mortalidad, mientras que la ingesta diaria de carne procesada (una salchicha o dos lonchas de beicon) aumentaba ese riesgo hasta el 20%. Entre las causas específicas de dicha mortalidad, destacan entre un 18% y un 21% las afecciones relativas al corazón y entre el 10 y el 16% se atribuye a procesos cancerígenos.

El problema es especialmente grave en España, donde se consume más carne roja que en la mayoría de los países del entorno, estimándose este en una media de 250 gramos diarios, cuando los especialistas coinciden en que no deberían sobrepasarse los 70 gramos.

Las grasas trans son un tipo de grasas que se encuentran en muchos de los alimentos que consumimos cotidianamente y que son muy perjudiciales para nuestro organismo. Los ácidos grasos trans (en inglés trans fatty acids, TFA) son un tipo de ácido grado insaturado que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que han sido sometidos a hidrogenación o al horneado como los pasteles, ente otros. También se encuentran de forma natural en pequeñas cantidades en la leche y la grasa corporal de los rumiantes.

Los ácidos grasos trans se forman en el proceso de hidrogenación que se realiza sobre las grasas con el fin de solidificarlas para utilizarlas industrialmente en diferentes alimentos. Las grasas trans fueron fruto de la investigación para conseguir una mantequilla más barata: la margarina o “mantequilla para los pobres”.

Estas grasas hidrogenadas se utilizan en comidas rápidas, productos comerciales de pastelería, alimentos procesados y fritos. Debemos saber que las grasas trans aparecen en la mayoría de los productos precocinados, snacks, aperitivos salados, galletas y la bollería industria. Cuando este tipo de grasas trans se incorporan a los productos se consigue que aumente su duración y también se potencia su sabor.

Los ácidos grasos trans no solo aumentan la concentración de lipoproteínas de baja densidad (LDL, responsables de transportar lo que llamamos el “colesterol malo”) en la sangre, sino que disminuyen las lipoproteínas de alta densidad (HDL, responsables de transportar el llamado “colesterol bueno”), con el consiguiente riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Las grasas trans también se asocian con un mayor riesgo de desarrollo de algunos cánceres. Por último, los estudios más recientes demuestran que las concentraciones más altas de ácidos grasos trans pueden incrementar el riesgo de diabetes de tipo II.

Como se dijo con anterioridad, el consumo excesivo de proteínas animales es perjudicial para nuestra salud. Las dietas hiperproteicas, como la dieta Dukan, a veces muy alentadas y defendidas por ciertas modas en las dietas de adelgazamiento, aumentan la producción de amoniaco y aminas por parte de las bacterias intestinales, lo cual es perjudicial para nuestro microbioma y nuestro organismo en general. Estas dietas promueven una alimentación basada en una ingesta rica en proteínas y pobre en hidratos de carbono y grasas como elemento clave para adelgazar.

El supuesto éxito de estas dietas hiperproteicas se basa en la mayor rapidez con que quienes las siguen pierden efectivamente peso sin pasar hambre. No se engañe. No se trata de ningún milagro. Como estas dietas prohíben la ingesta de hidratos de carbono, nuestro cuerpo se alimenta de nuestra grasa almacenada, y por eso adelgazamos con mayor celeridad.

Sin embargo –aparte de que ya lo hemos dicho en el apartado dedicado a las carnes rojas–, cuando la dieta es muy limitante, podemos sufrir un déficit serio de nutrientes (vitaminas, minerales, ácidos grasos, etcétera). Además, los hidratos de carbono, que se encuentran principalmente en los cereales y sus derivados (la patata, las legumbres, las verduras, las hortalizas y las frutas), son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro sistema nervioso y de las demás células de nuestro organismo. Simultáneamente a esto, la falta de verduras y frutas suele provocar un severo estreñimiento por más que se tome salvado de avena.

También hay que señalar que el hígado y los riñones, con el exceso de proteínas, se sobrecargan de toxinas a largo plazo, pudiendo desarrollarse piedras en el riñón. Por último, es de señalar que muchas proteínas pueden producir un cansancio muy acusado.

En el fondo, estas dietas no sirven ni para su propósito inicial, pues en cuanto las abandonamos se produce el temido efecto rebote.

En general, hemos de ser siempre muy cuidadosos con nuestra dieta. Ya hemos visto qué alimentos conviene reducir y controlar. Asimismo, es aconsejable que las frutas y las verduras sean orgánicas o de cultivo ecológico; el consumo de bebidas alcohólicas destiladas y de refrescos con gas ha de ser solo ocasional; los condimentos fuertes deben ser sustituidos por hierbas frescas; y, tal como hemos indicado, los azúcares simples y grasas trans deben ser eliminados de la dieta.

Resumiendo, seguir una dieta saludable y rica en prebióticos y probióticos, y mantener una ingesta regular de los citados alimentos dañinos sería como conducir un automóvil pisando a la vez el freno y el acelerador.

¿Comemos con cabeza? En El segundo cerebro (Paidós), el periodista y divulgador especializado en nutrición y gastronomía Miguel Ángel Almodóvar Martín explica por qué todo aquello que pasa por nuestro intestino es importante para nuestro funcionamiento diario e influye de forma determinante en nuestra salud. En el fragmento que reproducimos a continuación, Almodóvar señala tres clases de alimentos que debemos controlar en nuestra dieta si queremos adelgazar y mantenernos saludables.

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