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"Yo no valgo para nada": cuando la crisis se transforma en una enfermedad mental
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REPUNTAN LAS CONSULTAS DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN

"Yo no valgo para nada": cuando la crisis se transforma en una enfermedad mental

"Me repetía: 'No valgo para nada'". Historias como la de Carmen e informes como el que Cruz Roja ha presentado estos días delatan la huella de la crisis en la salud

Foto: Oficina de Empleo en Madrid. (Efe)
Oficina de Empleo en Madrid. (Efe)

Tenía 46 años, una carrera de tres décadas pasando de empresa en empresa -"como sucedía antes"-, sin un solo día de paro y un nombre reconocido en su ámbito, la publicidad. De repente, llegó el cierre y el concurso de acreedores de la firma para la que trabajaba. Y se encontró al día siguiente, a las 7 de la mañana, frente al ordenador de su casa, con una pregunta en la mente: "¿Y ahora, qué?". Corría el año 2010, en plena crisis, y las empresas que antes se peleaban por ella enmudecieron. Su teléfono, que antes no paraba de sonar, pasaba las horas en silencio. Y en las entrevistas que consiguió se repetía una misma coda: "Con tu edad no das el perfil". El "¿y ahora qué?" se transformó, en su cabeza, en un "no valgo para nada" constante.

"No era yo", cuenta hoy Carmen*, quien tras dos meses "muy duros" decidió acudir a una psicóloga: "Me dijo que había muchos en mi situación. Y es cierto, lo que pasa es que no lo contamos. Es como pasar un duelo. Yo no soy de las que se quedan en casa y se echan a llorar, soy muy luchadora, pero me veía caminando sin rumbo". Acudió durante medio año a la psicóloga, sin llegar, dice, a la depresión, pero sí a la ansiedad, para la que tuvo que tomar fármacos.

"En 2010, cuando preguntábamos a los médicos de atención primaria, nos decían que una de cada tres consultas era para tratar temas personales", cuenta Margalida Gili, profesora de psicología social de la Universidad de las Islas Baleares, miembro del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud y coautora del estudio IMPACT (Riesgos en salud mental de la crisis económica en España), publicado en The European Journal of Public Health. El análisis compara la prevalencia de los trastornos mentales más frecuentes antes (2006) y en plena crisis (2010) en los centros de atención primaria. Resultados, en términos absolutos: un incremento del 19,4% del trastorno depresivo, un 8,4% de la ansiedad, un 6,4% de la crisis de angustia, un 4,6% de la dependencia del alcohol...

Vídeo: Cruz Roja ha puesto rostros a su informe sobre Vulnerabilidad Social.

"Hay una relación clara entre crisis y empeoramiento de la salud mental, aunque con matices. En el caso de los trastornos, digamos, más orgánicos, como la psicosis, las situaciones vitales estresantes que provoca la crisis económica no inician la enfermedad, aunque pueden agravarla, entre otras cosas por los recortes de recursos. Pero en el caso de los trastornos que denominamos 'habituales', los que llegan a la atención primaria, sí se da esa relación clara", cuenta Gili. Un hombre de 40 años, casado, y con factores económicos de riesgo (desempleado, con otro miembro de la familia en paro y dificultades en el pago de la hipoteca) tiene una probabilidad de sufrir depresión del 0,65, frente a un 0,35 de otro varón que no atraviese esas penurias. Señala la investigadora, además, que existen individuos que, sin sufrir en carne propia los efectos de la crisis, la "anticipan": "La preocupación anticipada del 'tengo trabajo pero mañana puedo estar en la calle' también puede ser la base de la ansiedad y la depresión", explica.

"El paro es un comepersonas", describía gráficamente uno de los entrevistados en un estudio sobre las consecuencias del desempleo de la Fundación 1º de Mayo, del que El Confidencial se hizo eco este año. "La crisis tiene una repercusión clarísima en la salud mental. Genera miedo, y éste, problemas de ansiedad y depresión", recalca Estrella Rodríguez, una de las autoras del informe de Cruz Roja. La cuestión es que ya no se trata sólo del paro. Entre los problemas económicos de las personas atendidas por esta organización, la tasa de desempleo es del 65%, se encuentra sin prestación alguna un 64,5%... y la tasa de trabajadores pobres es del 81%. Las cifras hablan también del impacto (un 58% de los hogares en situación de pobreza extrema: menos de 450 euros al mes) en la salud mental: el 37% de los atendidos se siente tenso o nervioso muchas veces o siempre; al 50% le atosigan constantemente las preocupaciones, el 45% experimenta sensaciones repentinas de gran angustia o temor... Algo que se ceba en los mayores, con un 19% de depresión crónica. Un 35% de los atendidos, además, ha tenido dificultades para cubrir sus gastos sanitarios, entre otros (dentista, prótesis, medicamentos), el del psicólogo.

"La pobreza se ha cronificado y está creciendo. Se puede decir que los vulnerables son ahora más vulnerables", sostenía Antoni Bruel, Coordinador General de Cruz Roja Española, en la presentación de este informe. Un ejemplo: "Muy pocos de nuestros usuarios iría al psicólogo si no fuera el de la Cruz Roja". Psicólogos como Juan Carlos Dipane, que invita a las personas que atiende a volver a soñar: "Si no tienen una utopía, no pueden buscar soluciones. Muchos de los que llegan a Cruz Roja están emocionalmente estresados; vapuleados por la situación que atraviesan. Sin duda hay relación entre la crisis y algunos trastornos. Nosotros detectamos principalmente ansiedad, y cuando esta no encuentra un cauce, la persona pierde la confianza en sí misma y aparecen síntomas depresivos".

La historia de Carmen, la profesional de la publicidad que se vio, de la noche a la mañana, en paro y en el psicólogo, tiene final (o continuación, al menos), feliz. Al cabo de un tiempo salió algún trabajo, se unió a la asociación plus40net -de apoyo (incluidas consultas psicológicas) a profesionales que afrontan situaciones similares a la suya- y hoy siente que la ansiedad, el duelo que sufrió al quedar en paro, no la han hecho más vulnerable: "Al contrario. Como me gusta decir, me pongo el tacón cada mañana y voy a mis reuniones, a mis comidas de trabajo". Quizá, sin embargo, la crisis no tenga un final feliz para los más vulnerables. Margalida Gili hará el año próximo la tercera oleada de su estudio, con datos de este 2014 en el que se ha anunciado el comienzo de la recuperación, pero adelanta su propia hipótesis: "Es probable que las tasas de trastornos mentales vuelvan a su sitio. Pero las tasas son injustas. Hay colectivos que seguirán viéndose afectados: la gente mayor, las personas que ya tienen muy difícil volver al empleo, etc.".

* Nombre ficticio.

Tenía 46 años, una carrera de tres décadas pasando de empresa en empresa -"como sucedía antes"-, sin un solo día de paro y un nombre reconocido en su ámbito, la publicidad. De repente, llegó el cierre y el concurso de acreedores de la firma para la que trabajaba. Y se encontró al día siguiente, a las 7 de la mañana, frente al ordenador de su casa, con una pregunta en la mente: "¿Y ahora, qué?". Corría el año 2010, en plena crisis, y las empresas que antes se peleaban por ella enmudecieron. Su teléfono, que antes no paraba de sonar, pasaba las horas en silencio. Y en las entrevistas que consiguió se repetía una misma coda: "Con tu edad no das el perfil". El "¿y ahora qué?" se transformó, en su cabeza, en un "no valgo para nada" constante.

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