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'Garganta Profunda' cambió mi infancia: confesiones de la hija de un pornógrafo
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LA PELÍCULA PORNO MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA

'Garganta Profunda' cambió mi infancia: confesiones de la hija de un pornógrafo

Kristin Battista-Frazee habría tenido una infancia normal si no se hubiera enterado de que su padre era el distribuidor de la peli porno más famosa de la historia

Foto: Kristin Battista-Frazee y su padre, Anthony, en una fotografía familiar. (Kristin Battista-Frazee)
Kristin Battista-Frazee y su padre, Anthony, en una fotografía familiar. (Kristin Battista-Frazee)

Eran las navidades de 1985. Kristin Battista-Frazee tenía sólo quince años y estaba sentada junto a su abuela, Maria, comiendo barquillos y galletas de miel. Sin venir a cuento, ésta le confesó que había ido a ver Garganta Profunda.

Para cualquier chica de esa edad la revelación habría resultado del todo chocante. Pero la relación de la familia de Kristin con el porno era muy distinta: su padre, Anthony Battista, había sido el responsable de distribuir la película más exitosa de la historia del cine para adultos por toda la Costa Este de los Estados Unidos y, aunque de puertas adentro parecía un padre de familia tirando a tradicional, no había dudado en invitar a su madre y sus amigas a ver cómo Linda Lovelace hacía su trabajo.

Aunque Battista-Frazee cree que su abuela fue a ver Garganta Profunda sólo porque la habían invitado –“tenía la mentalidad de la Gran Depresión y no sabía rechazar nada que fuera gratis”–, también cree que al salir del cine su visión sobre el sexo había cambiado.

Garganta Profunda tuvo un enorme impacto en la industria cultural, pero aún más profunda que la garganta de Lovelace fue su repercusión en la vida sexual de los americanos.Como explica Battista-Frazee, al contrario que la práctica totalidad de las películas porno, Garganta Profunda tenía un mensaje: el sexo es algo que debemos abrazar y disfrutar, no esconder.

Kristin sólo tenía cuatro años cuando su padre, en 1974, fue imputado por un delito de obscenidad pública debido a la difusión de pornografía, y ha decidido echar la vista atrás, preguntando a su familia por lo que vivieron en aquellos años. En su libro The Pornographer's Daughter: A Memoir of Childhood, My Dad and Deep Throat (Skyhorse Publishing), reconstruye la historia que cambió para siempre su infancia, el matrimonio de sus padres y la manera en que entendemos el sexo. Una historia que, vista con perspectiva, tuvo consecuencias negativas, sí, pero también positivas.

Un negocio paralelo muy lucrativo

Hoy en día, cuando los cines X están vías de extinción, es difícil imaginar a personas haciendo cola para ver una película pornográfica. Pero, como explica Battista-Frazeeesto es exactamente lo que ocurrió entre 1972 y 1974. La extravagante historia de Celena (Linda Lovelace), una mujer que no consigue alcanzar el orgasmo hasta que descubre que tiene el clítoris en la garganta, recaudó unos 50 millones de dólares, y es considerada una de las películas más rentables de toda la historia (sólo costo 47.000 dólares).

Garganta Profunda fue proyectada en muchos grandes cines convencionales de Estados Unidos, y causóun escándalo sólo superado por el caso Watergate, que estalló sólo cinco días después de que se estrenara la película en el neoyorquino Times Square –motivo por el cual el confidente más famoso de la historia fue bautizado con el nombre de ésta–.

Anthony Battista, el padre de Kristin, era un honrado agente de bolsa y un discreto (y católico) padre de familia. Como ha confesado a su hijo, poco después de suestreno, fue a ver Garganta Profundacon un grupo de compañeros del trabajo –en el descanso para comer–;y quedó prendado, no sólo de las habilidades de Lovelace, sino también del guión, que le pareció desternillante. Lo que no sabía entonces es que, dos años después, se convertiría en el principal distribuidor de la película en la costa Este.

En abril de 1973, el alcalde de Nueva York, John V. Lindsay, prohibió la proyección de Graganta Profunda como parte de su plan para limpiar Times Square. La decisión provocó lo que en la era de Internet se ha popularizado con el nombre de efecto Streisand: el intento de acabar con la película la hizo tremendamente popular en otros lugares de Estados Unidos a los que jamás habría llegado de no ser por el escándalo.

Un día el padre de Kristin, Anthony, recibió una llamada de Tony Armore, antiguo colega de la universidad y habitual compañero de negocios. Le ofreció distribuir Garganta Profunda en Filadelfia. “Lo único que debes hacer es llamar a algunos cines y colocarles la película. Te llevas el 5% de la recaudación del distribuidor en todas las salas con las que firmes”, le explicó su socio.

Anthony pensó que la polémica en torno a la película era desorbitaday, en cualquier caso, Filadelfiaera una ciudad pequeña, relativamente poco conservadora, que no le iba a dar problemas legales.

Aunque no sin dificultades, tal como narra su hijaen el libro,Anthony logró colocar la película en una de las salas más grandes y más céntricas de Filadelfia. En elestreno se vendieron las 900 localidades que, además, costaban cuatro veces más que las de una película convencional. En su primera semana en Filadelfia, Garganta Profunda recaudó 73.000 dólares, rompiendo el record de la sala que anteriormente había registrado Sonrisas y Lágrimas, que sólo había logrado recaudar 40.000 dólares.

“Me siento orgullosa de que luchara por las cosas en las que creía”

Pero el ojo que el padre de Kristin tuvo para el negocio, no lo tuvo para preservar la normalidad en su madrimonio. Aunque aparentemente Anthony seguía siendo una americano medio de lo más estándar, con pintas de contable, se acabó metiendo de lleno en la industria del porno, y esto tuvo consecuencias que no supo prever.

Sólo unos meses después del exitoso estreno de Garganta Profunda en Filadelfia, Anthony fue acusado por un tribunal federalde un delito de obscenidad. Y aunque él aguantó el tirón, su mujer no se lo tomó nada bien. Pensar que su marido podía terminar en la cárcel le provocó un estrés insoportable, tuvo depresión e, incluso, intentó quitarse la vida.

La madre de Kristin acabó aceptando que su marido trabajara para la industria del sexo, –incluso decoró el baño de su club de striptease– pero no fue tan tolerante con sus infidelidades. “Se enredó con el club. Tenía affairs y eso fue lo que acabó con su matrimonio, y con la salud mental de mi madre. Tenían muchísimas peleas”, explica Kristin en una entrevista en la edición americana de la revista Vice.

En lo que no falló el matrimonio fue en preservar la inocencia de su hija. Kirstin no supo que su padre trabajaba para la industria del porno hasta que cumplió seis o siete años. Y cuando preguntó no le dieron ninguna información. “Son cosas de mayores”, le decían.

Después del bombazo de Garganta Profunda Anthony probó suerte con el negocio de los Sex Shop, y también le fue bien. Pero mientras su hija seguía sin saber nada. Sus padres nunca le hablaron de sexo, recibió la educación estándar de un colegio católico –“el sexo casual es malo”– y no perdió la virginidad hasta los 20, junto al hombre que acabó siendo su marido. "Mi vida sexual es muy normal", ha asegurado por correo electrónico a El Confidencial. "Este octubre he cumplido 16 años de feliz matrimonio con mi amor de la unversidad".

Después de todo, Kristin tiene una buena relación con su padre. "Creo que fue un buen padre", asegura. "Siempre me ha ayudado en todo y tenemos una relación muy cencana. Es además un abuelo muy cariñoso". ¿Y qué opina de su profesión?“Para mi fue siempre 'papá', un hombre firme en su creencia de que no era culpable. Él creía que la gente tenía derecho a ver la película, y luchó por ello. Su participación en Garganta Profunda partía de unos principios claros. Me siento orgullosa de que luchara por las cosas en las que creía. Siempre habrá una minoría en contra de la pornografía, pero así es la vida”.

Eran las navidades de 1985. Kristin Battista-Frazee tenía sólo quince años y estaba sentada junto a su abuela, Maria, comiendo barquillos y galletas de miel. Sin venir a cuento, ésta le confesó que había ido a ver Garganta Profunda.

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