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Esta mujer es escritora, tiene 26 años y quiere llegar virgen a su boda
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Esta mujer es escritora, tiene 26 años y quiere llegar virgen a su boda

Sin proponérselo, Ellen Burkhardt se ha convertido en la cabeza visible de un amplio movimiento: el de las mujeres que quieren llegar al matrimonio vírgenes

Foto: Ellen Burkhardt es una periodista 'freelance' que ha confesado en 'Salon' que planea llegar virgen al matrimonio.
Ellen Burkhardt es una periodista 'freelance' que ha confesado en 'Salon' que planea llegar virgen al matrimonio.

Seguramente sin proponérselo, Ellen Burkhardt se ha convertido en la cabeza visible de un en apariencia pequeño movimiento mucho más amplio de lo que cabría imaginarse: el de las mujeres que se han propuesto llegar vírgenes al matrimonio por razones levemente religiosas, pero ante todo, por convicciones personales ligadas, por ejemplo, a ser “desesperadamente romántica”. Quizá ello se deba, sobre todo, a que Burkhardt no se presenta en el artículopublicado en Salonque le ha dado fama internacional como una fanática religiosa ni una célibe intransigente, sino como una chica moderna e ingeniosa que, simplemente, ha decidido no hacer el amor con nadie hasta el matrimonio.

No se puede negar que el sarcasmo con el que el artículo está escrito ha encandilado amiles de otras mujeres que, en las redes sociales, han manifestado en masa su apoyo a la joven periodista de Minneapolis. Tanto es así que su columna se ha convertido en un fenómeno en su país de origen, lo que le ha llevado a ser entrevistada por Yahoo!En dicha entrevista, la joven reconocía que había tocado un punto sensible: “Quizá haya más gente que se sienta como yo y que nos hayamos dado cuenta de que nos hemos sentido intimidados a la hora de compartir esa perspectiva”.

La mayor aportación de Burkhardt quizá sea explicar dicha situación desde un punto de vista lejano al de la religión o a la frivolidad promocional de Britney Spears, la última gran virgen de América. Por el contrario, la perspectiva de la escritora es mucho más natural: “Toma el tiempo que necesites para averiguar quién eres y lo que quieres”, explicaba en dicha entrevista. “Una vez lo sepas, aférrate a ello. En mi caso, se trata simplemente de no hacer el amor hasta que me enamore y me case”. Como explicaba en su cuenta de Twitter, el masivo seguimiento a su salida del armario ha provocado que se sienta “sorprendida, encantada y más motivada que nunca”.

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En el artículo original, Burkhardt explicaba su relativamente complicada situación con pelos y señales. Como reconoce, se trata de una mujer de 26 años con estudios superiores, trabajadora, que vive en un dúplex encantador y que no tiene ninguna deuda contraída, feliz por contar con un amplio grupo de amigos y familiares que la apoyan. “Según la mayor parte de criterios, soy un ser humano exitoso”, explicaba. “Excepto por el momento en que tengo que explicar a un chico con el que salgo que el sexo no es una opción, que es cuando me convierto en una chica extraña, nerviosa e inquieta incapaz de mantener contacto visual o juntar una frase simple”. Es a lo que ella se refiere como la Conversación (The Chat) y que se ha convertido en una de sus grandes fobias.

No fue hasta hace tres años, explica, que realmente se convirtió en un problema. Nunca hasta entonces, cuando contaba con 23 años, la posibilidad del sexo había sido tan evidente. Nunca consideró la pérdida de la virginidad como un rito de paso, y hasta entonces, nunca había llegado tan lejos con sus parejas como para tener que detenerlas cuando se proponían dar un paso más allá. Por lo general, explica, solía jugar el papel de la gran amiga que ayudaba a sus compañeros a conquistar a la chica de sus sueños, y siempre prefirió estar en compañía de ellos que con un novio formal.

Su educación tampoco contribuyó a que se preocupase por el sexo. Aunque sus padres no eran fanáticos religiosos, sí reconoce que se trataba de una familia muy conservadora, por lo que no supo qué era el sexo oral de primera mano hasta que su madre pilló a una pareja de amigos practicándolo en una fiesta. Burkhardt recuerda las posteriores explicaciones de su madre sobre lo que acababa de ver como una “tortura”: “No sé si era explicar a mi madre los puntos básicos del sexo oral, la vergüenza de no haber conocido previamente ese género particular o el hecho de que ella pillase a dos amigos haciéndolo, pero no fui capaz de recuperarme de esa conversación de cinco minutos durante siglos”.

Pero quizá lo mejor del artículo sea el recorrido por tres de sus parejas, que demuestran bien el comportamiento de los chicos ante la “bomba de la virginidad”, como la llama. Como concluye, no se trata de que esté en contra del sexo –de hecho, hay situaciones en las que se siente tentada a dejar a un lado sus principios, aunque ha logrado contenerse–, sino que “hace mucho tiempo pensé y empecé a creer que el sexo y el amor están tan ligados que separarlos sería reducir su valor”. Algo que los siguientes tres chicos no siempre han compartido:

  • Chico nº1: pertenece a la categoría “Celibato-pero-luego-me-largo”. La autora le explicó, después de que intentase desabotonar sus pantalones, que no quería hacer el amor con él. “No pasa nada, ¿por qué no me lo habías dicho antes?” fue su respuesta, ante la cual, Burkhardt se sintió aliviada. Apenas tres meses después, en un momento alcohólico, decidió dejarla. “Parece ser que, al fin y al cabo, el sexo sí que importaba”.
  • Chico nº2: el caso opuesto, según explica la autora. Era optimista, burbujeante y muy excitable. Sin embargo, fue ella la que lo dejó dos meses después de empezar, ya que se trataba del “rebote” de Burkhardt, es decir, la relación con la que empezó para olvidarse de la inmediatamente anterior.
  • Chico nº3: el fervoroso y comprometido cristiano compañero de iglesia de la autora que lo tenía todo muy claro. Y esto era tener una esposa que fuese, ante todo, madre de sus hijos, ama de casa y esclava. Curiosamente, ello no evitó que fuese uno de los que más le presionaron para ir a la cama, ya que la forzó a “las situaciones sexuales y las conversaciones más desagradables que nunca he tenido”. Gracias a él, se reafirmó en sus principios y decidió que nunca faltaría a su palabra. Es probablemente esta historia la que proporciona la clave de todo: aunque muchos pensarían que la visión conservadora de este novio sería compartida por la cristiana Burkhardt, nada más lejos de la realidad, ya que califica de “horrorosas” sus pretensiones. En otras palabras, la joven ha demostrado que se puede ser virgen y moderna a la vez.

Seguramente sin proponérselo, Ellen Burkhardt se ha convertido en la cabeza visible de un en apariencia pequeño movimiento mucho más amplio de lo que cabría imaginarse: el de las mujeres que se han propuesto llegar vírgenes al matrimonio por razones levemente religiosas, pero ante todo, por convicciones personales ligadas, por ejemplo, a ser “desesperadamente romántica”. Quizá ello se deba, sobre todo, a que Burkhardt no se presenta en el artículopublicado en Salonque le ha dado fama internacional como una fanática religiosa ni una célibe intransigente, sino como una chica moderna e ingeniosa que, simplemente, ha decidido no hacer el amor con nadie hasta el matrimonio.

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