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España 40 años después de Franco: las ideas que no se estaban contando
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CONGRESO ESPAÑA SIN (UN) FRANCO

España 40 años después de Franco: las ideas que no se estaban contando

El acierto del congreso España sin (un) Franco que se está celebrando en Murcia, y que reúne a pensadores de menos de cuarenta años, ha sido su atrevimiento

Foto: Isidro López (Observatorio Metropolitano), Juan Ramón Rallo y Javier Fuentes Feo (Director del Cendeac) durante el debate.
Isidro López (Observatorio Metropolitano), Juan Ramón Rallo y Javier Fuentes Feo (Director del Cendeac) durante el debate.

España está repolitizándose, no sólo porque la crisis y el descontento hayan hecho que las tertulias referidas a esos asuntos estén obteniendo un share insospechado en cadenas generalistas, o porque las conversaciones en los bares cada vez giren más en torno al mal funcionamiento institucional, sino porque regresan ideas políticas fuertes que hasta hace poco permanecían recluidas en la periferia comunicativa.

Lo más llamativo de esta época, 40 años después de la muerte de Franco, es que aquellas posturas ideológicas que parecían solapadas con los consensos surgidos de la Transición reemergen con fuerza. La primera de ellas es la puesta en primer plano de un liberalismo que, si bien es la idea dominante en lo económico desde hace varias décadas, exige, según sus partidarios, una profundización en sus ideas y su ampliación a ámbitos que no sean estrictamente los de la economía.Los liberales españoles que soñaron en la Transición un país radicalmente distinto, han encontrado ahora la posibilidad de dar muchos más pasos en una dirección que entienden fallida. Juan Ramón Rallo, presente en el congreso, es uno de los que más han insistido en una dirección que, en mayor o menor medida, ha adquirido predicamento social. La otra es la surgida del 15 M y de sus asambleas, que aboga por una democracia deliberativa, pero que hunde sus análisis en una tradición marxista pasada por teóricos como David Harvey o Toni Negri, y que pretende revisitar todos los consensos de la tradición e iniciar un proceso constituyente.

Europa como engendro

El acierto del congreso "España sin (un) Franco", organizado por el CENDEAC, que se está celebrando en Murcia, y que reúne a pensadores de menos de cuarenta años, ha sido enfocar el asunto desde el atrevimiento, en tres sentidos: ha dado voz a jóvenes que participan socialmente de forma muy activa pero que apenas tienen presencia en medios de masas, ha invitado a ponentes que mantienen posiciones duras, y lo ha hecho desde una pluralidad osada que apuesta por el debate. Unir en su primera jornada a un liberal duro como es Juan Ramón Rallo, con el sociólogo Isidro López, del Observatorio Metropolitano, activista del 15-M y miembro de Movimiento para la democracia, suponía una incitación a una confrontación ideológica abierta, cuando no enconada.

En su intervención, Rallo insistió en que esta Europa no es liberal, y que “se parece más a lapuesta en práctica del socialismo por el creciente peso del estado. El engendro europeo además, ha subido la presión tributaria con el pretexto de ayudar a los más necesitados con la creación de un Estado del bienestar, y lo único que ha hecho ha sido conseguir que todo sea público (educación, sanidad, pensiones, etc.), lo cual es una opción ideológica que en lugar de servir a quienes dice defender, a quienes menos tienen, está acabando con las clases medias”. El resultado final es mantener a los consumidores cautivos del estado para beneficio de unos políticos, a los que señaló en unos términos similares a los de esa casta tan popular últimamente, “que sólo buscan sacar partido privado, minimizando su tiempo de trabajo y mejorando sus ingresos”.

Atacó a Podemos, de cuyo programa afirmó que “aboca a subir los impuestos a las clases medias altas y a los pobres mucho más que a las clases acomodadas”, y que no puede teminar concretándose más que “en multiplicar por dos lo que pagamos de IVA y en aumentar casi ocho puntos el IRPF a los que menos tienen. Y eso con el pretexto de ayudarles”.

Isidro López dibujó el mapa europeo surgido a partir de la crisis de los setenta, analizando las bases conceptuales, políticas y económicas bajo las que se configuró la UE, de las que afirmó que “fueron el triunfo económico real del neoliberalismo”. Maastricht fue, en ese sentido, el hito de una intervención para conseguir que las rentas financieras no se devaluasen a través de la reducción del gasto público y del adelgazamiento del Estadode bienestar. Al mismo tiempo, “las políticas instigadas por la UE han provocado el aumento de la tasa de explotación y la flexibilización del mercado del trabajo con el fin de asegurar una tasa de beneficio decreciente del capital”. Señaló como Europa ha sido el mecanismo por el cual “las sociedades liberales implementaron un programa de gobernanza que asegurase el control de las turbulencias sociales provocadas por esas mismas medidas”. El resultado final también tuvo consecuencias espaciales, “ya que Alemania se convirtió en el polo de producción de alta cualificación continental, y países como España han sido el foco de consumo y el lugar de destino y de rentabilización de los capitales germanos”.

¿Estado sin Estado?

López negó la tesis del mayor peso del Estado en las últimas décadas propuesta por Rallo, señalando que esa presencia se ha circunscrito a determinados sectores, como el de la obra pública, mientras que está replegándose en otros como la sanidad o educación. “La intervención del Estado se ha concentrado en el ciclo inmobiliario y en el desarrollo de infraestructuras, lo cual nos ha supuesto unos costes altísimos. La deuda de la ciudad de Madrid, que es enorme, ha ido a parar a proyectos como el soterramiento de la M30, es decir, a nutrir las arcas de la oligarquía española, lo cual demuestra que el gasto público no ha ido a parar a servicios sociales, sino que ha funcionado como elemento de redistribución, pero a la inversa, de abajo arriba”.

Aclaró López que la profundización en la democracia es necesaria, pero de un modo distinto del que habíamos pensado hasta ahora. “No se trata de buscar más representación, porque lo que estamos viviendo es precisamente una crisis de la representación, sino de hablar en común de los problemas a los que nos enfrentamos y de decidir sobre ellos. No se trata de elegir simplemente a un presidente del gobierno, que eso funciona ya así y está obsoleto. De lo que hablamos es de la democracia deliberativa”. Para Rallo, este tipo de democracia es irreal y sólo puede funcionar en contextos restringidos y únicamente sobre cuestiones poco espinosas.

A pesar de las evidentes diferencias, hubo algunos puntos de conexión, en especial en lo referido a las alianzas de la casta con el estado para vivir de las rentas que éste le procura (“hay grandes empresas que viven únicamente de sus contratos con el estado y cuyos dirigentes no son más que funcionarios, aunque digan ser empresarios”, afirmó Rallo) y generó algunas discusiones interesantes y complejas, como la suscitada a partir de la propiedad intelectual.

En todo caso, la jornada del miércoles, más allá de exponer dos modelos de sociedad, sirvió para generar un debate muy vivo, entre ellos y con el público asistente, y para demostrar cómo esta época está recuperando algo que creíamos olvidado, la política como conflicto entre posiciones diferentes centradas en cuestiones materiales. El debate sobre cómo debe ser la democracia y cuáles deben ser los modelos económicos a seguir está resurgiendo con fuerza, lo que puede dar forma a una sociedad muy diferente. El mérito añadido de las jornadas del CENDEAC, en este sentido, está siendo el de tomar el pulsoa nuestros tiempos y de poner sobre la mesa los debates latentes que probablemente configuren nuestro futuro.

España está repolitizándose, no sólo porque la crisis y el descontento hayan hecho que las tertulias referidas a esos asuntos estén obteniendo un share insospechado en cadenas generalistas, o porque las conversaciones en los bares cada vez giren más en torno al mal funcionamiento institucional, sino porque regresan ideas políticas fuertes que hasta hace poco permanecían recluidas en la periferia comunicativa.

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