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4 trucos para tener una memoria increíble, explicados por el triple campeón mundial
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NELSON DELLIS Y LA MARATÓN CONTRA EL OLVIDO

4 trucos para tener una memoria increíble, explicados por el triple campeón mundial

Nelson Dellis es capaz de memorizar en cinco minutos el orden que siguen las cartas en una baraja, y además, cree que todos podemos si lo practicamos

Foto: En opinión del campeón de memoria, todos podemos mejorar nuestra capacidad si nos lo proponemos y seguimos una rutina diaria. (iStock)
En opinión del campeón de memoria, todos podemos mejorar nuestra capacidad si nos lo proponemos y seguimos una rutina diaria. (iStock)

No se trata únicamente de recitar de memoria los teléfonos de nuestros familiares, recordar la dirección de todos nuestros amigos de la infancia o vomitar de carrerilla las estadísticas del Atlético de Madrid temporada 1982/1983. Probablemente, muchos nos daríamos con un canto en los dientes si no sufriésemos para acordarnos de nuestros compromisos cotidianos, qué tenemos que comprar cuando volvemos a casa o dónde hemos dejado las llaves. Como señala una reciente investigación, adelantos tecnológicos como los motores de búsqueda nos han hecho aún más vagos, ya que confiamos en que ellos nos resolverán cualquier duda, y esto ha repercutido de forma completamente negativa en nuestra agilidad mental. Esta, como la física, debe ser entrenada día tras día. Y, si no somos capaces de mantener una disciplina, cada vez seremos más olvidadizos.

El joven Nelson Dellis, campeón mundial de memoria, tiene la clave para mejorar nuestra capacidad como él mismo ha hecho desde hace un lustro, y lo que le ha permitido erigirse con el trofeo de Campeón de Memoria de EEUU por tres años antes de los 30. Ello implica que es capaz de memorizar en apenas cuarto de hora una lista de 200 palabras y repetirla sin ningún fallo, recordar las características y datos de seis personas distintas en el mismo tiempo y, como guinda final, aprender en cinco minutos el orden de las cartas de una baraja y repetirlo tras dos minutos de descanso.

Uno no gana tres veces dicho galardón cruzándose de brazos, y Dellis sigue a diario su propio entrenamiento: el joven memoriza siete barajas cada día y recita listas de 1.500 dígitos. Pero no hace falta ser un experto, como nuestro compatriota Ramón Campayo, para mejorar nuestra capacidad. Dellis defiende que cualquiera puede tener una memoria como él, y aunque quizá esto sea decir demasiado, nunca está de más recordar que el joven se propuso explotar su capacidad después de ver el descenso de su abuela a los infiernos del alzhéimer, una enfermedad que puede retrasarse cuidando nuestro cerebro.

Es lo que el residente en Miami denomina “actualizar el hardware” que la naturaleza nos ha proporcionado, y es algo que podemos hacer por nuestra propia mano. En su blog, Climb for Memory, Nelson propone una serie de estrategias para conseguirlo que deben ir acompañadas por una buena dieta (Dellis afirma seguir el viejo consejo que asegura que las nueces son lo mejor para la memoria, así como el pescado y el omega-3) y por ejercicio físico (en concreto, el americano se reconoce como un fanático del montañismo).

El modelo propuesto para memorizar sustantivos que, en apariencia, no tienen mucho en común, es bastante parecido al de los palacios de la memoriaexpuesto por Cicerón en De oratore. Se trata de reunir todos esos nombres en una misma historia que implique todos ellos y, en la cual, todos sean esenciales: debido a que recordamos mejor la narraciones que las listas, es vital que creemos una que incluya todos los conceptos. De igual manera que el orador griego que recorría esos palacios ficticios donde colgaban cuadros que remitían a otros conceptos, en la narración, una cosa lleva a la otra. Una peculiaridad: cuanto más extraña sea la historia, mejor, puesto que más fácil será recordarla.

¿Qué ocurre cuando conocemos a alguien nuevo y no queremos que su nombre se nos olvide? Es vital que dicho apelativo nos quede claro, concentrarnos en ello y pensar en algo (una palabra que se parezca a dicho nombre, un actor famoso que se llame igual) con que podamos relacionarlo cuando tengamos que traerlo a nuestra mente.

Fíjate en el 7,62, y piensa cómo podrías recordarlo. Ahora fíjate en el 5,95 y haz lo propio. ¿Verdad es que es más sencillo memorizar el segundo que el primero? No tiene nada de extraño: 5,95 puede ser el precio de muchas cosas (por ejemplo, el precio de una entrada de cine reducida), mientras que raramente 7,62 nos recordará algo de nuestra vida cotidiana. La clave se encuentra precisamente en ligar lo abstracto, como es un número, con lo concreto, como un personaje famoso. El 7 quizá pueda relacionarse con James Bond (007), el 6 con el diablo (666) y el 2 con los dos patitos (22): en la mano de cada cual se encuentra desentrañar la regla que mejor se adapta a sus necesidades.

Dellis reconoce haber diseñado un sistema aún más complejo para números y letras que consiste en establecer equivalencias entre unas cosas y otras: la letra “a” sería “1”; la “b”, “2”, y así sucesivamente… Algo de especial utilidad para la memorización de series complejas, como veremos más tarde.

“Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela…” Otra vez. “Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela…” Otra vez. “Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela…” Y así, hasta que nos acordemos de ello, ¿no? Dellis recuerda que es un método muy poco eficiente, sobre todo porque la repetición es una tortura, y cuando nuestro cerebro está atenazado, no es capaz de memorizar. En primer lugar, debemos tener claro para qué queremos recordarlo –¿para vomitarlo en la clase del día siguiente o para paladearlo cuando seamos ancianos?– y, acto seguido, convertirlo en un viaje.

En el ejemplo que el joven expone en su blog, este asimila la primera estrofa de One Inch Tall de Shell Silverstein con un viaje por la Costa Este de Estados Unidos. Así, si nuestra primera parada es Miami, deberemos vincular este lugar con algo que represente la primera mitad del primer verso (if you were only one inch tall, es decir, “si sólo midieses una pulgada”). Consejo: imagínate en la playa de Miami midiendo tan sólo ese tamaño. Siguiente parada, Washington D.C. ¿Verso? You’d ride a worm to school, es decir, “llevarías un gusano al colegio”. Conclusión: imagínate de camino a la Casa Blanca con dicho animal atado en tu correa. Y así sucesivamente hasta que establezcamos una red de imágenes en nuestra cabeza que nos lleve a los versos originales. La dificultad, en dicho caso, no se encuentra tanto en la memorización como en la velocidad con la que se recuerdan esas palabras escurridizas, y que aumenta a medida que practicamos.

¿Para qué querrías saber si el 2 de picas va después del siete de rombos y del rey de picas, si no vas a presentarte a un concurso de memorización como aquellos en los que Dellis arrasa? Quizá porque, como este recuerda, es uno de los mejores ejercicios mentales que podemos llevar a cabo y es muy divertido (aunque quizá no todo el mundo esté de acuerdo). Se trata probablemente del sistema más sofisticado de todos. En primer lugar, el memorizador traza una equivalencia entre las figuras y personajes famosos, como puede ser el rey de corazones con George Clooney. Acto seguido, se asocia cada cifra de la escalera con una letra. Por ejemplo, el 2 sería la B, el 3, la C… con la excepción del 6, que puede equipararse con una S.

A partir de dicho código, se puede seguir pensando en nombres propios. El 2 de espadas sería el B de espadas, es decir, B.E., unas siglas que podrían pertenecer al Banco de España. El 7 de oros sería el G. O., como el cuerpo de los GEO. Debemos hacer lo mismo con cada carta y, posteriormente, establecer una historia entre ellas que las ponga en relación. Por supuesto, al principio será casi imposible memorizar una baraja entera, pero siguiendo el proceso día tras día, pronto comenzarás a notar cómo la velocidad aumenta considerablemente. Bien lo sabe Dellis, que desde que empezase con su entrenamiento hace ya casi 5 años, ha aprendido de corrido más de 12.000 disposiciones de cartas diferentes.

No se trata únicamente de recitar de memoria los teléfonos de nuestros familiares, recordar la dirección de todos nuestros amigos de la infancia o vomitar de carrerilla las estadísticas del Atlético de Madrid temporada 1982/1983. Probablemente, muchos nos daríamos con un canto en los dientes si no sufriésemos para acordarnos de nuestros compromisos cotidianos, qué tenemos que comprar cuando volvemos a casa o dónde hemos dejado las llaves. Como señala una reciente investigación, adelantos tecnológicos como los motores de búsqueda nos han hecho aún más vagos, ya que confiamos en que ellos nos resolverán cualquier duda, y esto ha repercutido de forma completamente negativa en nuestra agilidad mental. Esta, como la física, debe ser entrenada día tras día. Y, si no somos capaces de mantener una disciplina, cada vez seremos más olvidadizos.

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