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La pregunta que siempre te haces: ¿por qué tú engordas y los demás no?
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diferente solución para diferentes problemas

La pregunta que siempre te haces: ¿por qué tú engordas y los demás no?

Es habitual fijarse en lo que hace el resto de personas para establecerse una dieta y una carga física. Sin embargo, no todas las personas necesitan lo mismo

Foto: No todo el mundo tiene la misma facilidad para adelgazar. (iStock)
No todo el mundo tiene la misma facilidad para adelgazar. (iStock)

Es muy habitual que muchas personas miren a su alrededor y vean que sus amigos y conocidos son más delgados que ellas. La preocupación aumenta cuando se detecta que tampoco existe demasiada diferencia entre los hábitos alimenticios o deportivos de unos respecto a otros.

Las razones por las que engordamos son muy diversas y es obvio que la responsabilidad del físico recae sobre uno mismo. Sin embargo, es conveniente no olvidar que la genética también juega un papel fundamental en el peso.

En ocasiones, la predominancia del sobrepeso en un entorno familiar es mera cuestión de los hábitos alimenticios, pero también es cierto que al igual que otras características físicas, la tendencia al sobrepeso tiene una vinculación con la herencia genética. Este factor, que suele ser olvidado, demuestra que en la nutrición dos más dos no son cuatro. O mejor, dicho, no tienen por qué ser cuatro, pues lo que para muchos puede ser una solución y un procedimiento a seguir, para otros no tiene por qué funcionar.

La genética y los problemas de sobrepeso

Esta visión es la que defiende Susan McQuillan en un artículo publicado en Psychology Today. Esta nutricionista y articulista indica que en 1994 se encontraron grandesevidencias científicas que relacionaban la obesidad con la genética. En esta investigación de la Universidad Rockefeller de Nueva York se halló que los ratones tenían un gen, al que se denominó ‘OB’ (por su relación con la obesidad). Este gen influye en la segregación de leptina, una proteína que regula la cantidad de grasas que hay en el cuerpo humano. Por tanto, en aquellos casos en los que hay una mutación de ese gen, la segregación de leptina se puede ver disminuida y, por tanto, habrá una mayor acumulación de contenidos grasos.

La presencia de tal gen va más allá del mundo de los roedores. En los humanos existe la presencia de uno muy similar, lo cual hizo pensar a la comunidad científica que muchos problemas de obesidad podrían verse resueltos, pero las investigaciones demostraron que no era una cuestión tan sencilla, tal y como indica McQuillan. La primera razón es porque al ser inyectada la leptina, solo perdieron peso aquellos que tenían el gen defectuoso. La segunda es que este problema en los genes es bastante infrecuente, por lo que esta posible solución sería muy residual.

Por tanto, esta investigación tan aparentemente atractiva en sus comienzos, se quedó en agua de borrajas. Lo cual no significa que existan otros factores que indiquen que la herencia genética incida en la facilidad, o dificultad, para ganar peso. Sin embargo, es necesario tener una idea muy clara: este factor favorece la tendencia a ganar kilos, pero es muy importante esapalabra, tendencia, porque muestra que se puede tener una mayor propensión hacia algo, pero nunca que la obesidad se herede y que desde el momento del nacimiento se esté destinado a convivir con el sobrepeso.

La clave es estar juntos

Ante este importante matiz, McQuillan muestra una vía alternativa para conseguir disminuir el peso y mantener unos hábitos más saludables. Esta no es ni más ni menos que trabajar juntos. Cuando una persona siente apoyo y se ve respaldada se encontrará más capacitada para lograr su objetivo y si varias personas de una familia se encuentran en una situación similar, lo mejor que puede hacerse es aliarse contra el problema, en vez de hacer cada uno la guerra por su cuenta.

Pedir apoyo y establecer unas metas comunes ayudará a acometer el desafío y cooperar para ir logrando esos objetivos. Estos son algunos consejos que propone la nutricionista neoyorkina.

  • Comprar y cocinar juntos: si van varios a comprar, se adquirirán los alimentos sanos que gusten a cada uno. Ocurre igual en el mundo de la cocina.
  • Cocinar con porciones individuales: cuando se hacen comidas familiares es bastante habitual que se vayan de madre las cantidades y se coma más de lo debido. En cambio, si cocinamos a partir de las necesidades de cada uno, no se caerá en ese tipo de abusos.
  • Realizar actividades comunes: hacer ejercicio o buscar planes activos siempre será más sencillo que intentarlo hacer individualmente. Al fin y al cabo, la presión de grupo suele ser bastante efectiva.

Es muy habitual que muchas personas miren a su alrededor y vean que sus amigos y conocidos son más delgados que ellas. La preocupación aumenta cuando se detecta que tampoco existe demasiada diferencia entre los hábitos alimenticios o deportivos de unos respecto a otros.

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