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Las nueve actitudes que te convierten en alguien que aburre a las ovejas
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podemos ser divertidos si nos lo proponemos

Las nueve actitudes que te convierten en alguien que aburre a las ovejas

No a todos nos divierten las mismas cosas, ni las mismas personas, pero hay gente que tiene la capacidad de aburrir a todo el mundo. Y es por esto

Foto: El aburrimiento es difícil de disimular, incluso en ocasiones en que debemos parecer interesados. (iStock)
El aburrimiento es difícil de disimular, incluso en ocasiones en que debemos parecer interesados. (iStock)

No a todos nos divierten las mismas cosas, ni las mismas personas, pero hay gente que tiene la capacidad de aburrir a casi todo el mundo. En las situaciones más monótonas, hay personas que saben llamar la atención, hacer chistes, y resultar divertidos. Y otras resultan tremendamente aburridas hasta en una fiesta con barra libre –en la que acaban sentados en una silla, sin compañía–.

Ya que no existe un gen que nos haga aburridos, es interesante saber qué cuestiones hacen que una persona, como otra cualquiera, tenga una conversación especialmente tediosa. No hay que ser especialmente listo ni habilidoso para resultar entretenido, sólo tenemos que saber qué no debemos hacer. Y es algo que, como ha recordado la doctora Bella DePaulo en Psychology Today, los psicólogos llevan estudiando mucho tiempo.

En un seminal estudio de los años ochenta, el doctor MarkLeary, profesor de psicología y neurociencia de la Duke University, investigó qué cosas nos aburren cuando escuchamos a alguien. Una de sus principales conclusiones es que importa tanto el fondo como la forma: cuentalo que se dice, pero también cómo se dice.

El hit parade del aburrimiento

Los investigadores pidieron a más de 400 estudiantes que describieran cosas “que hacen a otras personas parecer aburridas”. Con las respuestas elaboraron una lista de las 43 “cosas” más mencionadas y, tras esto, preguntaron a otro grupo cuán aburridas consideraban las cuestiones descritas. De entre las 43 se quedaron con las nueve actitudes que hacen a un interlocutor soporífero.

1. Egocentrismo negativista

Con esta barroca etiqueta, los investigadores definen la actitud de quien es negativo y quejica, pero sólo en torno a sus propios problemas. Ser demasiado negativoy estar todo el día criticandopuede aburrir a quien nos rodea, pero si además las cosas sobre las que hablamos no le importan a nadie estamos apañados.

2. Banalidad

“Hablar sobre cosas triviales o superficiales, estar sólo interesado en una cosa y repetir las mismas historias y chistes una y otra vez”. Así definen los investigadores la banalidad, que afecta enormemente a muchas personas mayores, que pierden la perspectiva de qué es interesante y, sobre todo, qué es repetido. Si eres aficionado a la reparación de transistores japoneses de los 80 puede que seas el rey de un foro especializado de internet, pero en otros entornosdeberás mitigar tu entusiasmo sobre el asunto.

3. Baja afectividad

Cuando una persona suena distante, suena también aburrido. Esto incluye mostrar poco entusiasmo, hablar de forma monótona, no establecer contacto visual y ser poco expresivo. En este caso, poco importa que tu discurso sea de lo más interesante.

4. Tedio

El tedio es, según la RAE, un “aburrimiento extremo o estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa”. Para estos investigadores es algo más específico: “hablar lento, haciendo grandes pauses antes de responder, tardar mucho en dar tu punto de vista y hacer que las conversaciones sean un rollo”.

5. Pasividad

Dicen que en boca cerrada no entran moscas, pero no podemos divertir a la gente si no pronunciamos palabras. Si tenemos poco que decir, no tenemos opinión y, cuando por fin decimos algo, es predecible o igual a lo que al dicho el resto, no seremos el alma de la fiesta.

6. Autopreocupación

Es algo obvio: si hablamos sólo de nosotros mismos nuestros interlocutores se aburrirán enseguida. Las personas narcisistas suelen ser interesantes, y resultan divertidas, porque aunque su nivel de autopreocupación es muy elevado sabenfingir que se preocupan por el resto. Sin esta habilidad serían soporíferas.

7. Seriedad

Las personas muy serias, que apenas sonríen, no despiertan empatía y también resultan aburridas.

8. Adulación

Si hay algo peor que una persona aburrida es una persona aburrida que trata de no serlo sin éxito. Ser gracioso o agradable para impresionar a otras personas, y que las personas noten que es una actitud impostada, resulta tremendamente aburrido pero, además, es irritante.

9. Distracción

Las personas que interrumpen la conversación sin aportar nada, se van por las ramas y caen con frecuencia en lugares comunes, resultan muy aburridas, principalmente porque somos incapaz de seguirles y acabamos ignorando por completo lo que están diciendo.

Podemos pensar que no hay nada de malo en ser aburrido de vez en cuando, pero el ser humano es prejuicioso y cuando alguien no nos divierte tendemos a pensar que es menos popular, menos amigable, menos entusiasta e, incluso, más inútil.

Está claro que hay gente con una capacidad innata para resultar interesante, pero todo el mundo puede aprender a ser divertido. Para ello debemos no incurrir en los errores anteriormente citados y, además, seguir una serie de pautas, que también se resaltan en el estudio de Leary.

1. Sé más extrovertido

La gente interesante tiende a revelar sus sentimientos y pensamientos más a menudo que la gente aburrida. Y esto no es lo mismo que hablar sobre unomismo todo el tiempo.

2. Aporta más

La gente divertidatiene más cosas interesantes que aportar a la conversación que la gente aburrida o, sencillamente, se atrevea aportar más cosas.

3. Sé preciso

La gente aburrida utiliza muchas palabras vacías y lugares comunes, así como interjecciones que no aportan nada. Cuando alguien divertido abre la boca espara deciralgo gracioso o relevante.

No a todos nos divierten las mismas cosas, ni las mismas personas, pero hay gente que tiene la capacidad de aburrir a casi todo el mundo. En las situaciones más monótonas, hay personas que saben llamar la atención, hacer chistes, y resultar divertidos. Y otras resultan tremendamente aburridas hasta en una fiesta con barra libre –en la que acaban sentados en una silla, sin compañía–.

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