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Las grasas no son tan malas: el queso y la mantequilla pueden ayudar a estar más sano
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OTRO MITO ALIMENTICIO CAÍDO

Las grasas no son tan malas: el queso y la mantequilla pueden ayudar a estar más sano

Decimos que algunos producos lacteos grasos engordan mucho, pero dos estudios muestran su influencia a la hora de evitar la obesidad y prevenir la diabetes

Foto: La mantequilla y el queso son dos productos vilipendiados en muchas dietas. (iStock)
La mantequilla y el queso son dos productos vilipendiados en muchas dietas. (iStock)

Quién no recuerda aquellas frías mañanas lluviosas en las que nuestros bostezos iban desapareciendo según se untaba con abundante mantequilla esa tostada que esperaba ansiosamente ser introducida en un caliente tazón de leche con Cola Cao. O ese rato previo al recreo en el que se contaban los segundos que faltaban para poder quitar el papel de aluminio y dar un mordisco a ese bocadillo de queso que, por supuesto, estaba mucho más rico que el de cualquier otro compañero.

Estos hábitos van abandonándose según se va saliendo de la infancia. Para muchos lo que antes era una deliciosa tradición, pasa a ser un producto prescindible e, incluso, un enemigo alimenticio, pues es habitual relacionarlos con el engorde y la falta de salud.

Muchos son los expertos que han señalado los aspectos positivos del pan. Por otro lado, varios estudios han roto una lanza a favor del consumo de las tan demonizadas grasas. Este es el camino que ha seguido una investigación sueca que ha detectado que los productos lácteos ricos en grasas, como es el caso de la mantequilla y algunos quesos, tienen notables beneficios en la prevención de la obesidad y, especialmente, en la prevención de diabetes tipo 2.

Los resultados que obtuvieron, tal y como informa el Daily Mail, es que aquellas personas que comían diariamente al menos ocho porciones de productos lácteos altos en grasas tenían un 23% menos de posibilidades de contraer diabetes tipo 2 que aquellas que sí que lo hacían. Esta problemática enfermedad metabólica se caracteriza por que aquellos que la sufren tienen altos niveles de azúcar. Además poseen un elevado riesgo de padecer otros problemas que aunque no sean propios de la diabetes, sí que guardan relación con ella.

Pese a que los resultados puedan parecer sorprendentes, esta no es la única investigación que ha llegado a tal certeza. Otra realizada por investigadores canadienses también ha acabado en esa misma conclusión, aunque en este caso mediante otra vía diferente. Los resultados de diversos análisis sanguíneos dictaminaron que aquellos resultados más saludables, con mejores niveles de presión arterial y de azúcar en sangre, tenían como denominador común la presencia de determinados ácidos grasos que son habituales en productos lácteos como la leche o el queso.

Las grasas, las más azotadas en nutrición

Si cada vez son más los estudios que revelan las bonanzas de las grasas y desmontan muchos de los mitos que han crecido alrededor de ellas, ¿por qué sigue siendo una idea tan arraigada aquella que señala a las grasas como el principal enemigo en la búsqueda de una alimentación y unos hábitos saludables?

La razón es que esta corriente lleva años siendo la dominante en el campo de la nutrición, por lo que es complicado cambiar de idea. Por otro lado, la dietética es un mundo en el que se desconocen más cosas de las que se conocen, lo que hacen muy complicado, por no decir imposible, establecer una solución que sea extrapolable a la gran mayoría de casos particulares, pues cada persona tiene unas necesidades diferentes.

La periodista estadounidense Nina Teicholz se ha convertido en una de las más fieras defensoras del papel que juegan las grasas animales en nuestra alimentación. En su libro The Big Fat Surprise (Simon & Schuster) indica las virtudes de este tipo de alimentos en comparación a otros con un mayor prestigio.

Teicholz expone que durante una época tuvo que hacer críticas culinarias en diferentes restaurantes, por lo que empezó a consumir grasas animales en grandes cantidades. Para su sorpresa durante este tiempo, no solo no ganó peso, sino que lo perdió. Este hecho le motivó a adentrarse en la investigación de este campo y a radicalizar su postura. La autora estadounidense considera que hay una campaña a favor de las grasas vegetales. Sin embargo, estas no son tabn buenas como algunos afirman, pues muchas de ellas tienen un origen artificial y poseen numerosas moléculas nocivas para nuestro organismo.

Pero Teicholz no se queda ahí. La autora también tiene la teoría de que durante muchos años se han vendido más virtudes de las que realmente posee el aceite de oliva tradicional. La opinión de Teicholz es que la dieta mediterránea esta mitificada por la gran cantidad de dinero que mueve en la Unión Europea.

Lejos de interpretaciones tan tremendistas, los resultados de estos estudios nos muestran que es un error abandonar en nuestra dieta los productos lácteos y los contenidos grasos porque, al igual que la gran mayoría de alimentos, en su justa medida pueden ser mucho más beneficiosos para nuestra salud que prescindir de ellos.

Quién no recuerda aquellas frías mañanas lluviosas en las que nuestros bostezos iban desapareciendo según se untaba con abundante mantequilla esa tostada que esperaba ansiosamente ser introducida en un caliente tazón de leche con Cola Cao. O ese rato previo al recreo en el que se contaban los segundos que faltaban para poder quitar el papel de aluminio y dar un mordisco a ese bocadillo de queso que, por supuesto, estaba mucho más rico que el de cualquier otro compañero.

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