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‘Coffeegate’: el misterio del café que se consume en la Casa Blanca
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FALTA DE TRANSPARENCIA EN EL ALA OESTE

‘Coffeegate’: el misterio del café que se consume en la Casa Blanca

La transparencia es un requisito para que las sociedades democráticas funcionen. Pero cuando es el turno del café de Obama, es imposible saber nada

Foto: "¿No tendrán té mejor que café?" Al presidente demócrata no le interesa demasiado el café (pero sí la cerveza). (Reuters/Larry Downing)
"¿No tendrán té mejor que café?" Al presidente demócrata no le interesa demasiado el café (pero sí la cerveza). (Reuters/Larry Downing)

Cada vez se habla más de la transparencia institucional como un requisito para que las sociedades democráticas funcionen. Si podemos acceder a todo tipo de información, podremos controlar a los que nos dirigen. Presupuestos, gasto en dietas, intereses particulares y sueldos, pero también qué se consume en cada una de las instituciones de Gobierno. Y la Casa Blanca, que tan poco opaca es en algunos sentidos, ha erigido un muro alrededor del café que es consumido por Barack Obama en sus encuentros con diferentes instancias políticas. Lo explica el corresponsal en la Casa Blanca para The Boston Globe, Matt Viser, en un reciente (y divertido) artículo.

Mientras que es de dominio público que la Casa Blanca fermenta su propia cerveza,la White House Honey Ale, y se puede consultar qué vinos se han servido en las cenas de estado, resulta prácticamente imposible saber, incluso después de una larga investigación, de dónde procede el café que se toma en la Casa Blanca. Viser asegura que ha mantenido una “larga búsqueda” para conocer los entresijos de la cafeína en el Despacho Oval, ya que es el “combustible de las cumbres de la paz, el empujoncito entre discursos importantes, y el lubricante para tomar decisiones que afectarán a todo el mundo”. Y, a pesar de su esfuerzo, nada de nada.

Como explica el autor, las excusas se suceden. Motivos de seguridad, correos que nunca son respondidos… Pocas veces se ha encontrado con un muro de información tal en el Ala Oeste de la Casa Blanca, lo que le hace preguntarse si puede estar encubriendo algo, sobre todo teniendo en cuenta la facilidad con la que se accede a otra información semejante. Por supuesto, no es que no se tome café en el Ala Oeste. Las fotografías muestran tazas de café sobre la mesa, y dentro de las obligaciones de protocolo se cuenta ofrecer dicha bebida a los invitados.

Obama y the war against coffee

El primer descubrimiento realizado por Viser es que a Obama no le gusta el café. En la mayor parte de fotografías, recuerda, este aparece frente a una taza de porcelana que contiene té. Este suele ser Black Forest Berry. Tanto su antiguo encargado de vídeo Arun Chaudhary como el encargado de discursos Jon Favreau (no confundir con el director de cine) admiten no haber visto nunca a su jefe con un café entre sus manos. El periodista recuerda que, incluso en un Starbucks, prefirió una taza de té a una de café. Pero ello no quiere decir nada: los gustos personales no tienen por qué influir en el funcionamiento de una de las organizaciones que más figuras políticas reciben al cabo del año.

Durante cinco años, Dunkin’ Donuts fue la proveedora del White House Mess, el popular nombre (algo así como “la leonera de la Casa Blanca”) con el que se conoce al comedor de la institución. Pero la compañía no renovó el contrato, dentro de su política de ofrecer sólo sus productos en establecimientos franquiciados. Starbucks sugiere que tampoco es la proveedora, aunque Vise asegura que una de sus fuentes dice que así es. El resto de candidatos lo niegan todo, y es altamente improbable que, como ocurre con las verduras, en el jardín de la Casa Blanca se haya plantado café, puesto que no cumple las condiciones climáticas óptimas.

La investigación llevó al periodista a un callejón sin salida. Si el café que se sirve es estadounidense (como ocurre con los vinos), sólo Hawái o Puerto Rico cumplen los requisitos necesarios para producir un buen café. La respuesta se encuentra en la isla del Océano Pacífico donde tiene su sede la Kona Ranforest Farm, una pequeñísima empresa formada por cuatro empleados y que en su página web afirma servir “a la primera familia de América, la Casa Blanca de Obama”. Según señala el reportero, la Casa Blanca ha realizado cuatro pedidos de unas 50 libras, es decir, algo más de 22 kilos y medio, de la variante Extra Francy Blend. Un coste total de 2.250 dólares, 1.730 euros en café. No obstante, el dueño reconoce que probablemente han recortado el presupuesto en café durante los últimos años, puesto que sus pedidos han disminuido en frecuencia.

La respuesta, no obstante, no es tan fácil. Se trata de una cantidad nimia de café para abastecer a toda la Casa Blanca, por lo que Vise recuerda que este no puede haber sido el único proveedor durante los últimos años. En definitiva, concluye, “¡los americanos quieren respuestas! O por lo menos, este americano las quiere”. Una peculiar historia que nos hace preguntarnos sobre si de verdad necesitamos disponer de toda la información sobre las instituciones públicas (o ello nos distraerá con problemas secundarios), pero también las razones por las que un dato supuestamente inocuo es ocultado.

Cada vez se habla más de la transparencia institucional como un requisito para que las sociedades democráticas funcionen. Si podemos acceder a todo tipo de información, podremos controlar a los que nos dirigen. Presupuestos, gasto en dietas, intereses particulares y sueldos, pero también qué se consume en cada una de las instituciones de Gobierno. Y la Casa Blanca, que tan poco opaca es en algunos sentidos, ha erigido un muro alrededor del café que es consumido por Barack Obama en sus encuentros con diferentes instancias políticas. Lo explica el corresponsal en la Casa Blanca para The Boston Globe, Matt Viser, en un reciente (y divertido) artículo.

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