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Los ocho mejores consejos para seguir una buena alimentación y no engordar
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HÁBITOS PARA IMPLANTAR EN LA MESA

Los ocho mejores consejos para seguir una buena alimentación y no engordar

La base de una alimentación saludable comienza por la implantación de una serie de hábitos que nos ayudarán a mantenernos en el peso ideal y disfrutar de la comida

Foto: Antes de seguir una dieta, privándonos de alimentos que convertirán este placentero hábito en todo un sufrimiento, es recomendable tratar de reducir la cantidad
Antes de seguir una dieta, privándonos de alimentos que convertirán este placentero hábito en todo un sufrimiento, es recomendable tratar de reducir la cantidad

La base de una alimentación saludable comienza por la implantación de una serie de hábitos que, si se logran reproducir en todas las comidas, nos ayudarán a mantenernos en el peso ideal, saborear y disfrutar de la comida, proteger el organismo y prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades. Todo ello sin tener que privarnos de nada, pues al fin y al cabo el único secreto del equilibrio alimentario reside en la variedad y en la proporcionalidad, así como en las buenas costumbres que tendremos que adaptar cada vez que nos sentemos a la mesa.

Los hábitos alimenticios más beneficiosos para la salud, ya no sólo física, sino también mental, pueden resumirse en las siguientes ocho claves, muchas de ellas asociadas a lo que se conoce como alimentación consciente o mindfulness.

Desde el acto de comprar la comida, a poder ser en un mercado local en el que conozcamos mejor la procedencia y calidad de los productos, hasta su preparación y su posterior consumo, son pasos que deben tenerse en cuenta y cuidarse al máximo para poder apreciar y disfrutar más de las comidas. La presentación y la forma en la que coloquemos la mesa no son menos importantes, pues se trata de factores que, psicológicamente, marcarán la diferencia entre el comer por necesidad y el comer por placer.

Antes de seguir una dieta, privándonos de alimentos que convertirán este placentero hábito en todo un sufrimiento, es recomendable tratar de reducir la cantidad de comida que ingerimos. Evitar repetir, saborear mejor cada bocado, realizar pequeñas pausas, comer de la forma más lenta posible y realizar ejercicios respiratorios de relajación antes de ingerir los alimentos son consejos que pueden ayudarnos a alcanzar este objetivo. Una de las cuestiones más importantes en este punto es evitar caer en los atracones como respuesta emocional.

La fruta es uno de esos alimentos con más propiedades curativas. Cada una cuenta con sus propias características y beneficios medicinales. Sin embargo, si se consumen como postre, justo después de una comida, ralentizarán el proceso de digestión. Para evitarlo, la mejor opción es consumirlas unas dos o tres horas antes de cada comida, lo que también ayudará a calmar el apetito y sentirnos más saciados.

Estos alimentos activan las enzimas digestivas y, lo que es más importante, mantienen intactas todas sus vitaminas y minerales al evitar su cocción. Ingerir alimentos sin cocinar, lo que se conoce como dieta crudívora o crudismo, permite realizar una ‘desintoxicación del organismo’ limpiando el cuerpo de sustancias nocivas. Además, ahora durante el verano, hay más oportunidad de consumir frutas y verduras de temporada, por lo que es un buen momento para aumentar la ingesta de alimentos crudos que, según los defensores de este tipo de alimentación, es la mejor manera de mantener la línea y ganar en vitalidad al mismo tiempo.

Existe la creencia popular de que el agua engorda si se toma durante las comidas, ya que provoca retención de líquidos. Una idea equivocada, puesto que beber agua no provoca retención de líquidos, sino todo lo contrario: estimula el funcionamiento de los riñones y contribuye a un buen equilibrio hídrico. Por tanto, cuanta más agua se beba, tanto durante las comidas como durante el resto del día, mejor. El agua no aumenta el valor calórico de ningún alimento y, en esta época del año, hay que beber un mínimo de dos litros al día.

Este dicho popular es uno de los mejores mantras nutricionales. El desayuno es la comida más importante, teniendo que ser este lo más completo y equilibrado posible. El ayuno nocturno activa los mecanismos de ahorro energético, por lo que los alimentos que se comen a primera hora de la mañana se asimilan más rápidamente. Con un desayuno potente aumenta la sensación de saciedad durante el resto del día, lo que evita picar entre horas. En cambio, la última comida del día tiene que ser la más ligera y debe tomarse al menos tres horas antes de ir a la cama.

La cena perfecta debe aportar entre el 15 y el 25% de las calorías diarias, un porcentaje que solemos sobrepasar. Si estamos tratando de adelgazar, la cena es clave. Por la noche apenas consumimos energía, por lo que tardaremos más en quemar las calorías que hayamos ingerido. Pero también es el periodo del día en el que pasamos más tiempo sin llevarnos nada a la boca. Mientras dormimos, si hemos cenado poco, el cuerpo tirará de reservas.

Masticar lo máximo posible cada bocado no sólo ayuda a apreciar mejor los sabores y textura de los alimentos, y así disfrutar más de la comida, sino que también mejora el proceso de digestión y permite que nos saciemos antes. Cada vez que se mastica es importante tratar de concentrarse en la comida, en lugar de estar pinchando un nuevo bocado. Una buena técnica para adquirir este hábito es dejar el tenedor sobre la mesa cuando masticamos.

Para aprovechar al máximo todas las propiedades de los alimentos hay que procurar consumir aquellos más frescos posibles y que provengan de los mercados locales, especialmente de agricultura ecológica. De este modo se evitará ingerir ciertos aditivos químicos, al tiempo que se aprovechan todas las ventajas nutricionales, vitaminas y minerales.

La base de una alimentación saludable comienza por la implantación de una serie de hábitos que, si se logran reproducir en todas las comidas, nos ayudarán a mantenernos en el peso ideal, saborear y disfrutar de la comida, proteger el organismo y prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades. Todo ello sin tener que privarnos de nada, pues al fin y al cabo el único secreto del equilibrio alimentario reside en la variedad y en la proporcionalidad, así como en las buenas costumbres que tendremos que adaptar cada vez que nos sentemos a la mesa.

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