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En busca del “paciente cero” del ébola: cómo empezó y se extendió la epidemia
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EL BROTE ESTÁ FUERA DE CONTROL

En busca del “paciente cero” del ébola: cómo empezó y se extendió la epidemia

Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine explica dónde surgió el actual brote del ébola y cómo se abrió paso por el África más pobre

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el actual brote de ébola afecta ya a más de 1.848 personas y ha causado más de mil muertes, incluida la del sacerdote español Miguel Pajares, que fue trasladado a Madrid con la esperanza de ser curado.

Todas las esperanzas están puestas en un medicamento experimental, conocido como ZMapp. Aunque, por desgracia, el medicamento no ha logrado salvar la vida de nuestro compatriota, sí parece haber librado del virus a dos estadounidenses, y la OMS ha dado el visto bueno para que su utilización se extienda a otros pacientes. Pero, al margen de buscar un tratamiento para el ébola, los científicos se esfuerzan también por conocer qué causó el actual brote y cómo se está propagando, dos cuestiones fundamentales para poder frenarlo con eficacia. Y en este sentido se han dado importantes avances.

Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine explica dónde surgió el actual brote del ébola y cómo se abrió paso a través de diversas localidades guineanas, atacando después Sierra Leona y Liberia. Su principal conclusión es que, el “paciente cero” del virus (o “caso índice”, tal como se conoce en la jerga epidemiológica) fue un niño de dos años, que murió en diciembre en un pueblo del sureste de Guinea.

Una zona especialmente sensible al contagio

El descubrimiento no es baladí, y no ha sido fácil seguir el rastro de la enfermedad. Los investigadores han tenido que trasladarse a la zona donde, creían, empezó la epidemia, para estudiar todos los registros de los hospitales, tomar muestras de sangre a más de 20 pacientes hospitalizados y hablar con los familiares de los fallecidos.

Aunque, como siempre en estos casos, los investigadores no quieren ser tajantes respecto a sus averiguaciones, están casi seguros de que la nueva cepa del Ébola, aunque es en un 97% similar a la de los anteriores brotes acontecidos en la República Democrática del Congo y Gabón, se ha originado en Guinea, y de ahí se ha extendido a los países vecinos.

Lo que no está nada claro es cómo el niño de dos años contrajo la enfermedad. Se sabe que el virus puede abrirse camino a través de los monos, que pueden contraer la enfermedad y transmitirla a los humanos si entran en contacto con su sangre. Otra posibilidad es que el niño contrajera la enfermedad a través del murciélago de la fruta. Aunque este animal no la padece directamente, puede contagiarla a través de su sangre o transmitirla a una fruta que luego sirva de alimento. Otra posibilidad, apuntan los autores del estudio, es que el niño recibiera una inyección con una aguja contaminada previamente, pues podría haber un caso anterior al del niño que no ha sido descubierto.

Una vez que pasa a los humanos, el virus del Ébola no es especialmente contagioso: sólo se contrae si se entra en contacto directo con fluidos de la persona infectada, como saliva, sangre o vómito, nunca por vía aérea. Por desgracia, cuando surgieron los primeros casos, nadie sabía con qué estaban tratando. Los investigadores creen que los familiares de los enfermos entraron en contacto directo con todo tipo de fluidos corporales de sus allegados.

Los hospitales que recibieron a los enfermos, además, no son como los del mundo desarrollado, ni siquiera como los de otras zonas de África. Son los hospitales peor preparados del mundo, por lo que no es de extrañar que el virus se propagara sin problemas entre los trabajadores sanitarios que, quizás, ni siquiera usaban guantes o mascarilla. En el hospital de Guéckédou, la población guineana donde empezó todo, el miedo a contraer la enfermedad ha provocado un gran número de deserciones entre los trabajadores del hospital. El director del centro, el doctor Kalissa N’fansoumane, explicaba a The New York Times que ha tenido que persuadir a sus empleados de que vayan a trabajar.

Los autores del estudio también señalan a las tradiciones funerarias de esta zona de África como una de las principales causas de contagio. Es habitual que los familiares de un fallecido limpien y besen el cadaver, que es el mayor foco de contaminación.

Un epicentro difícil de aislar

La región de Guinea donde estalló el brote del ébola no sólo cuenta con todas las papeletas para una rápida propagación, además se encuentra en el peor sitio en el que podría encontrarse: en un cruce de carreteras a pocos kilómetros de las fronteras con Sierra Leona y Liberia. Los anteriores brotes del ébola fueron controlados en unos pocos meses, pues surgieron en zonas aisladas, donde es relativamente sencillo evitar la propagación de la enfermedad. Pero el actual brote empezó a moverse por toda la región antes siquiera de que las autoridades sanitarias supieran a qué se estaban enfrentando.

Para más inri, esta zona de África nunca había sufrido el ataque del ébola, por lo que los trabajadores de los hospitales no conocían la enfermedad, ni sabían cómo debían protegerse para tratarla. Después, muchos ciudadanos, con total desconocimiento del virus, acusaron a los médicos de haberles contagiado de la enfermedad y se negaron a seguir sus indicaciones. Personas infectadas viajaron de un sitio a otro sin ningún tipo de control. Hoy por hoy, la epidemia campa a sus anchas.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el actual brote de ébola afecta ya a más de 1.848 personas y ha causado más de mil muertes, incluida la del sacerdote español Miguel Pajares, que fue trasladado a Madrid con la esperanza de ser curado.

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