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PBCAT, el test de los 9 puntos para saber si alguien te está mintiendo
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PBCAT, el test de los 9 puntos para saber si alguien te está mintiendo

Una nueva investigación ha puesto de manifiesto cuáles son los comportamientos y errores en los que suelen incurrir las personas que no dicen la verdad

Foto: En "Sospechosos habituales", Kevin Spacey interpretaba a un genial mentiroso, pero en la realidad no existen seres como él. (Warner)
En "Sospechosos habituales", Kevin Spacey interpretaba a un genial mentiroso, pero en la realidad no existen seres como él. (Warner)

No mira a los ojos a su interlocutor. Mueve nerviosamente las rodillas. Suelta alguna risita ocasional. Se muerde las uñas. Defiende la veracidad de lo que cuenta. Gesticula en abundancia. La sabiduría popular señala que estos son algunos de los signos que muestran indefectiblemente que nos estamos enfrentando a un mentiroso, pero ¿cuánto hay de cierto en ello? Una investigación realizada en la Universidad de Texas ha desarrollado un nuevo método que afina la puntería de aquellos que quieran cazar al mentiroso y, de paso, proporciona a los embusteros una guía de todo lo que los delata.

El PBCAT, siglas de “Psychologically Based Credibility Assessment Tool” (“herramienta para el cálculo de la credibilidad basado en la psicología”) conforma una especie de decálogo de los comportamientos en los que suelen incurrir los mentirosos. Todos ellos se pueden reducir a un principio básico: ser falaz es extenuante, mucho más que decir la verdad. Por ello, una de las metas del mentiroso es evitar añadir aún más peso a la carga mental que supone inventar sobre la marcha una gran cantidad de información que debe recordarse minuciosamente y ser coherente. Por esa razón, la investigación mostraba que aquellos que debían mentir en una lengua que no era la materna lo hacían sensiblemente peor.

¿Recuerdan el final de Sospechosos habituales, la película que hizo saltar a la fama al director Bryan Singer? Seguramente Keyser Soze disponía de una habilidad sin igual para mantener su castillo de naipes en equilibrio sin incurrir en ese error que haría que se derrumbase. No es el caso de los estudiantes que participaron en el experimento, y que mostraron los signos que se recogen a continuación ante los que debían juzgar la verdad o falsedad de sus aseveraciones.

1.Elimina detalles banales

Los grandes narradores defienden el detalle sensorial –olores, sonidos, tonalidades y otras descripciones certeras– como lo que de verdad confiere personalidad a una historia. Pero también influye en su veracidad. Si nos encontramos ante un relato de trazo grueso, es probable que este sea mentira. Ya resulta suficientemente complicado tejer una historia coherente como para aderezarla con ingredientes innecesarios. Si por el contrario, abundan los detalles insignificantes que tanto cuesta crear salvo en el caso de que sean ciertos, podremos confiar en nuestro interlocutor.

2.Admite que le falla la memoria

Excusatio non petita, accusatio manifesta. Las personas que dicen la verdad no suelen disculparse por no recordar ciertos detalles, mientras que aquellos que mienten tienen que justificar la inconsistencia de algunos episodios de su narración a partir de sus problemas de memoria. Algo que también les sirve para conseguir más tiempo a la hora de construir su relato.

3.Se corrige continuamente

Es más complicado recordar una mentira, aunque la acabemos de pronunciar en voz alta, que una verdad, aunque nos hayamos enfrentado a ella hace ya tiempo. Por eso es habitual que el relato de los mendaces esté salpicado de continuas correcciones, un signo de que nuestro interlocutor tiene serias dudas sobre lo que está contando.

4.El relato es corto y vago

En cuanto menos jardines se interne, más fácil será para el mentiroso salir del laberinto sano y salvo. Por eso, evitará alargar su explicación más de lo necesario y cargarla con detalles que sean difíciles de integrar en un relato. Por ejemplo, si un sospechoso explica que la noche del asesinato repostó su coche en una gasolinera a la hora del asesinato, es probable que se le solicite recordar cuánto dinero gastó, a qué precio se encontraba el carburante, cómo era el encargado del establecimiento y si había alguien más en dicha estación. Si, por el contrario, omite dicho capítulo, no tendrá que enfrentarse a más preguntas que las justas.


5.Se contradice

La verdad puede ser fea, pero raramente resulta incoherente. La realidad proporciona una fuerte coherencia a nuestras historias, mientras que inventarlas supone un gran esfuerzo y un conocimiento casi infinito del mundo. Siguiendo el ejemplo anterior, ¿conocemos realmente los horarios de la gasolinera donde aseguramos haber parado? ¿Los colores corporativos de la empresa? ¿La apariencia del vendedor? Si aseguramos que pasamos a echar gasolina, tendremos que crear una red de explicaciones –“no tuve tiempo a otra hora”, “me desvié para pasar por allí porque me venía mejor”, “me gusta conducir de madrugada”– que fácilmente nos pueden hacer caer en un renuncio.

6.Parece estar pensando mucho

Recordar cuesta, pero más cuesta la creación de una historia sólida y convincente. Los mentirosos se esfuerzan frase a frase por no salirse del guion. Por esa razón, a medida que pasa el tiempo, será más complicado añadir nuevos elementos al relato sin que estos contradigan otra afirmación anterior, y por eso resulta útil realizar preguntas en apariencia banales sobre lo acontecido. Si vemos que el otro suda tinta para proporcionar una respuesta rápida y convincente, es probable que se estén quedando con nosotros.

7.Está nervioso

Una de esas afirmaciones realizadas por la sabiduría popular y que el estudio corrobora. Es imposible soltar una gran sarta de mentiras sin mostrar un poco de ansiedad, con una excepción: que seas un psicópata y, por lo tanto, fracases a la hora de empatizar con el interlocutor y no sientas culpa.

8.No se queja

Una forma sencilla de ganarnos la simpatía de nuestro interlocutor y, con ella, su confianza, es siguiéndole la corriente en todo. El mentiroso sonríe, dice que sí, halaga a los demás, es obediente y siempre tiene algo bueno que decir sobre los que le pueden pillar.

9.Habla de manera excesivamente lenta

Un afianzado estereotipo señala al mentiroso como un embaucador que derrocha verborrea y que es capaz de derribar nuestras defensas psicológicas a partir de un bien construido discurso. Nada más lejos de la realidad. Por lo general, el mentiroso –al que no hay que confundir con el lenguaraz charlatán– tiene que construir sobre la marcha su relato, por lo que es probable que intente ganar tiempo hablando lentamente.

No mira a los ojos a su interlocutor. Mueve nerviosamente las rodillas. Suelta alguna risita ocasional. Se muerde las uñas. Defiende la veracidad de lo que cuenta. Gesticula en abundancia. La sabiduría popular señala que estos son algunos de los signos que muestran indefectiblemente que nos estamos enfrentando a un mentiroso, pero ¿cuánto hay de cierto en ello? Una investigación realizada en la Universidad de Texas ha desarrollado un nuevo método que afina la puntería de aquellos que quieran cazar al mentiroso y, de paso, proporciona a los embusteros una guía de todo lo que los delata.

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