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“Hay tantas galaxias que tiene que haber vida fuera de la Tierra”
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JAVIER GÓMEZ-ELVIRA EXPLICA LA ASTROBIOLOGÍA

“Hay tantas galaxias que tiene que haber vida fuera de la Tierra”

Javier Gómez-Elvira, director del Centro de Astrobiología CSIC-INTA, explica que las posibilidades de encontrar vida fuera de la Tierra son altas

Foto: Ganímedes es uno de los satélites que serán explorados próximamente para averiguar si pudieron albergar vida. (NASA)
Ganímedes es uno de los satélites que serán explorados próximamente para averiguar si pudieron albergar vida. (NASA)

La astrobiología es la rama de la biología que se dedica a investigar la existencia, origen y presencia de la vida en el conjunto del universo. Uno de los astrobiólogos más relevantes de la escena internacional es el español Javier Gómez-Elvira, director del Centro de Astrobiología CSIC-INTA e investigador principal del proyecto REMS, así como autor de libros como Extraterrestres (La Catarata), escrito junto a Daniel Martín Mayorga. Fascinado por la exploración de otros planetas desde que la Viking alcanzase la órbita marciana en 1976, Gómez-Elvira ha dirigido durante esta última semana el curso de astrobiología Ambientes habitables en el universo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, junto a otras figuras como Rory Barnes, de la Universidad de Washington, o Tori Hoehler de la NASA. Desde Santander, el ingeniero aeronáutico nos explica los principales retos que tiene por delante su disciplina.

PREGUNTA. ¿Qué propuestas han analizado?

RESPUESTA. Por un lado, ver cuáles son las condiciones que sabemos que la vida necesita para que pueda desarrollarse. Cuando decimos que un planeta es habitable, no sólo queremos decir que tenga vida, sino también que pueda ser utilizado por la vida. Pongo el ejemplo de la cédula de habitabilidad de una casa, que nos dice que es habitable. Queremos saber cuáles son esas condiciones para que un planeta pueda ser habitado. Por otro lado, se está hablando de cómo buscar todos esos planetas habitables, los exoplanetas que ahora se están observando en distintas misiones. También hemos visto casos especiales como la posible vida en el subsuelo y en otro tipo de mundos muy distintos a los nuestros, los mundos de hielo. En nuestro sistema solar tenemos ejemplos como las lunas de Júpiter, Europa y Ganímedes, que aparentemente reúnen las condiciones de habitabilidad que te decía antes. Hemos ido al flysch de Zumaia, donde hay una estructura geológica sumamente interesante que nos muestra cómo ha sido nuestro planeta en el pasado.

P. Debido al tamaño del universo, parece que la pregunta ya no es si puede o no existir vida en otros planetas, sino cuánto tiempo se tardará en encontrar vida extraterrestre.

R. Como dices, hay tantas galaxias, tantos sistemas solares y planetas que estadísticamente, por pequeña que sea la posibilidad, se va a dar. Cuando hablamos de planeta habitable, hablamos de microorganismos, por lo que no quiere decir que en dicho planeta haya vida inteligente. En nuestro caso tenemos la suerte de que, después de cinco extinciones en la que volvíamos a la casilla cero, hemos llegado a una situación en la que han aparecido seres inteligentes. En otro planeta puede no haber ocurrido lo mismo, los organismos han evolucionado en unas condiciones distintas.

P. Dicho planteamiento tiene una parte pesimista. El propio tamaño del universo hace muy complicado acceder a otros planetas habitables.

R. Efectivamente. Aun en el caso de que podamos pensar por estadística que hay seres incluso inteligentes, contactar con ellos es imposible en un tiempo humano. Por ejemplo, cualquier caso que pudiese establecer la antena del SETI sería con posibles seres inteligentes que vivieron hace miles de millones de años, por lo que ya estarían muertos.

P. Antes nos ha hablado de los cuerpos que pueden albergar vida. De vez en cuando se habla de alguno de ellos en la prensa: principalmente, satélites de Júpiter como Encélado, Europa… ¿Cuáles son en los que hay más esperanzas depositadas?

R. Los que más peso tienen son aquellos a los que se va a enviar misiones, porque son los que vamos a observar de más de cerca. Olivier Grasset [director adjunto del laboratorio de Planetología y Geodinámica de la Universidad de Nantes] ha hablado de Ganímedes y de Europa, porque la misión JUICE, que es la misión que va a lanzar la Agencia Espacial Europea, se centra en esas dos lunas. Nos ha contado que quizá Ganímedes tiene menos opciones que Europa. Por su tamaño y estructura, Europa es una luna más sencilla donde las fuentes de energía que puede aportar el núcleo están en contacto con el agua.

P. Usted participó en la misión de la Curiosity en Marte a través de la estación medioambiental REMS. ¿Qué esperanzas tienen para la misión?

R. Llegará dentro de unos meses al monte Gale, que es el sitio donde se esperan encontrar cosas más interesantes. Se mueve muy lentamente, por desgracia para nosotros, pero creo que el monte Gale aportará muchísima más información. Los próximos años serán más interesantes que lo que ha pasado hasta ahora. Es el objetivo fundamental, puesto que las primeras fotos han mostrado que hay sedimentos.

P. Una de las tesis de las que parte la astrobiología es que la vida es una consecuencia de la evolución química del universo. ¿Podría explicarlo?

R. Por explicarlo de una manera sencilla, cuando se habla de evolución química se va de lo más simple a lo más complicado, y sabemos que los elementos más básicos de nuestro ADN, las membranas de nuestras células, son sistemas más complejos. Pasar de una cosa sencilla a una compleja no es fácil, pero lo que nos han ofrecido el tiempo y nuestro planeta es la posibilidad de hacer muchas pruebas y quedarnos con lo que funcionaba. Por ejemplo, hay ciertos minerales donde las moléculas sencillas pueden acoplarse y combinarse entre ellas. Como en una huevera, una vez están todos los huevos colocados se pueden combinar entre ellos. Es un ejemplo un poco basto, pero si combinas dos hueveras no tendrías doce huevos, sería algo más complejo. Si es viable, se puede seguir evolucionando. Y siempre que se den dichas condiciones, ese proceso se puede dar.

P. Se suele mirar mucho fuera de nuestro planeta, ¿pero qué importancia tienen los extremófilos, los organismos que viven en condiciones extremas, como los que se pueden encontrar en el río Tinto de Huelva?

R. Nos han ayudado a descubrir que en nuestro propio planeta hay microorganismos y, por lo tanto, seres vivos, que se pueden adaptar a situaciones muy distintas a las estándar. En ese proceso de prueba y error se llega a que un microorganismo pueda adaptarse a vivir a 120 grados, lo que es totalmente fuera de lo normal. Si lo pones a 90 grados, su metabolismo se ralentiza y no es que muerda, pero no vivirá en su ambiente adecuado. O que haya microorganismos que a base de probar distintas estrategias tomen su energía vital del hierro en lugar de la luz, como los seres de la superficie. Hemos aprendido que hay seres que, con el tiempo, acaban adaptándose. La vida tiene esa capacidad de adaptarse al ambiente, no podemos pensar que todos los planetas habitables sean como el nuestro.

P. Lo cual da lugar a otra pregunta. Solemos entender la vida en términos de la Tierra, ¿pero tiene por qué ser así? Por ejemplo, consideramos que el agua es necesaria para la vida, ¿pero no podría ocurrir que apareciese vida en su ausencia?

R. No lo podemos descartar. Sabemos cómo es nuestro entorno y que el agua es fundamental para nosotros, pero hay autores que plantean que en otras condiciones de temperatura podría haber otro disolvente como el metano que jugase un papel semejante al del agua en la tierra. Se tiene la mente abierta a planteamientos distintos, pero es difícil porque la experimentación es compleja. Conocemos la química del carbono, que todo nuestro organismo se constituye alrededor de seis elementos básicos. Que se utilizasen elementos distintos es difícil de imaginar, aunque en principio no se debería descartar.

P. Encontrar en algún momento vida de fuera de nuestro planeta sería un cambio de paradigma muy importante para el ser humano. ¿Qué implicaciones tendría?

R. Creo que sería muy importante desde el punto de vista científico, pero no estoy tan seguro de que fuese algo que generase un impacto para el gran público que, de alguna forma, lo asume. Cuando vemos las películas de La guerra de las galaxias o del género decienciaficción, no lo consideramos algo absolutamente imposible, lo entendemos y damos por hecho que existe vida fuera. El gran público está más abierto a eso que la ciencia. Sería importante porque demostraría que la vida no se da solo en nuestro planeta y que la teoría de que es consecuencia de la evolución química es cierta. Pero para el gran público, contactar con vida inteligente sí sería mucho más impactante.

P. ¿Qué cree que puede desvelar la astrobiología en 10 años?

R. ¡Eso es muy poco tiempo! Me gustaría que se profundizase en el origen de la vida desde el punto de vista químico. Ahora mismo sabemos que va desde abajo hacia arriba, de cosas sencillas a complejas. En estos años se profundizará en entender un poco más cómo un microorganismo puede haber llegado a aparecer en determinado planeta.

La astrobiología es la rama de la biología que se dedica a investigar la existencia, origen y presencia de la vida en el conjunto del universo. Uno de los astrobiólogos más relevantes de la escena internacional es el español Javier Gómez-Elvira, director del Centro de Astrobiología CSIC-INTA e investigador principal del proyecto REMS, así como autor de libros como Extraterrestres (La Catarata), escrito junto a Daniel Martín Mayorga. Fascinado por la exploración de otros planetas desde que la Viking alcanzase la órbita marciana en 1976, Gómez-Elvira ha dirigido durante esta última semana el curso de astrobiología Ambientes habitables en el universo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, junto a otras figuras como Rory Barnes, de la Universidad de Washington, o Tori Hoehler de la NASA. Desde Santander, el ingeniero aeronáutico nos explica los principales retos que tiene por delante su disciplina.

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