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"Blackjack Team", los jóvenes del MIT que lograron desplumar a los casinos
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“NO ES VERDAD QUE LA BANCA SIEMPRE GANE”

"Blackjack Team", los jóvenes del MIT que lograron desplumar a los casinos

¿Qué haces cuando tienes 18 años, una inteligencia brillante y una envidiable facilidad para las matemáticas? Bill Kaplan decidió jugar al 'blackjack'

Foto: En 2008, la historia del MIT Blackjack Team fue trasladada a la gran pantalla en una película protagonizada por Jim Sturgess y Kate Bosworth. (Columbia Pictures
En 2008, la historia del MIT Blackjack Team fue trasladada a la gran pantalla en una película protagonizada por Jim Sturgess y Kate Bosworth. (Columbia Pictures

¿Qué haces cuando tienes 18 años, una inteligencia brillante y una envidiable facilidad para las matemáticas? La mayoría decidiría apostarlo todo a estudiar una carrera y cruzar los dedos para que la inversión resulte rentable. Pero no fue eso lo que Bill Kaplan decidió a los 18 años, cuando estimó que su entrada en Harvard podía esperar y que, mientras tanto, podía sacarse un dinero jugando al blackjack. Era 1977 y en las manos de Kaplan había caído uno de los múltiples volúmenes que prometían un método infalible para vencer al 21.

Uno de ellos era Beat the Dealer: a Winning Strategy for the Game of Twenty-One, que casi medio siglo después de su publicación, sigue siendo un superventas. Su autor, Edward Thorp, ejercía como profesor de matemáticas en el Massachusets Institute of Technology, donde había pasado gran parte de la década de los años cincuenta estudiando la manera de en el blackjack. El joven diseñó su propio programa a partir de lo aprendido, un método que aún sigue utilizándose hoy en día.

En apenas nueve meses, Kaplan había conseguido amasar 35.000 dólares en Las Vegas a partir de una inversión inicial de 1.000 dólares, pero pronto, volvió al redil e ingresó en Harvard. No podía saberlo aún, pero ese era sólo el principio. La casualidad y un oído providencial hicieron que J. P. Massar, que había formado su propio grupo de jugadores, se enterase de las técnicas de Kaplan. Massar le solicitó si estaría dispuesto a desplazarse a Atlantic City paraver jugar a sus compañeros, y más tarde, asesorarles sobre aquello que estaban haciendo mal.

Kaplan aceptó, pero con una condición: tendrían que abandonar sus métodos y, sobre todo, su individualismo y comenzar a comportarse como una empresa en la que cada miembro estuviese conjuntado con el resto y aplicase los mismos métodos. Además, era importante llevar un registro detallado de cada una de las partidas, en las que se reflejase el casino, el número de juegos, las ganancias y las estrategias. De esa manera, no sólo garantizaban que nadie se quedase con dinero que no le correspondía, sino que también les permitía escapar del control de los casinos, conscientes del peligro que podían traer sus tácticas y que, en última instancia, podían denegarles el acceso (como ocurrió con frecuencia a lo largo de su historia). Había nacido el MIT Blackjack Team.

Contando hacia la gloria

El modelo propuesto por Kaplan y sus amigos del MIT es tan complejo como en apariencia simple. El principio esencial en el que suelen basarse todas las estrategias del blackjack es la de contar cartas. Debido a que las cartas más altas favorecen a la banca y las más bajas al jugador, si conocemos las cartas que faltan por salir sabremos si debemos apostar más fuerte (porque tenemos más probabilidades) o retirarnos. Por supuesto, el sistema aplicado era mucho más complejo y requería una gran preparación mental y, aun así, la suerte seguía siendo un factor esencial.

Además, y como han confesado algunos de los miembros del grupo, aplicaban otras estrategias que obligaban a una gran agilidad mental, como el seguimiento de ases (que implica memorizar las otras cartas que han salido a la vez que el as en la última mano para averiguar cuándo puede surgir este) o del propio barajeo de las cartas. Pero una gran memoria y la estricta aplicación de las reglas del grupo no era el único requisito necesario. Como explica Mike Aponte,miembro del grupo, en una entrevista con la BBC, “lo más importante era sentirse a gusto y ser capaz de aguantar ser el centro de atención, porque el dinero llama la atención”.

El enemigo era el “ojo en el cielo” (eye in the sky), nombre con el que se conoce a los sistemas de supervisión de los grandes casinos. En 1984, todos los casinos conocían a Kaplan, por lo que fue necesario formar una plantilla de hasta 35 jugadores. Por supuesto, su sistema no permitía al MIT Blackjack Team ganar siempre, pero sí les ofrecía un porcentaje de ingresos muy superior al que depararía el propio azar, con una estimación calculada de unos 162 dólares y medio a la hora. Los ochenta fue una década prodigiosa, pero en 1992, con el auge de los megacasinos, llegaría la oportunidad de su vida. El MIT Blackjack Team se quedaba corto y nacía Strategic Investments.

Del club universitario a la empresa

En junio de 1992, Kaplar, Massar y John Chang, un estudiante de Harvard que se había unido a los dos líderes a finales de 1980, crearon una sociedad limitada con un capital inicial de un millón de dólares que, bajo el nombre de Strategic Investments, tenía como objetivo el entrenamiento y desarrollo de grupos de jugadores dedicados a arrasar en las mesas de 21 de todo Estados Unidos. La organización proporcionaba grandes cantidades de dinero (que podían rondar los 40.000 dólares) a los estudiantes, que tenían la misión de multiplicarlo y, como siempre había ocurrido en la compañía, rendir cuentas.

Los grupos, esta vez, estaban formados por tres figuras: el jugador, el observador y el controlador. El observador tenía como objetivo llevar la cuenta de las cartas y avisar al jugador cuando los datos les eran favorables, mientras que la misión del controlador era realizar pequeñas apuestas para pasar desapercibido al mismo tiempo que verificaba la información proporcionaba por el observador. Esta división era fundamental no sólo porque facilitaba el trabajo al jugador, sino porque algunas leyes habían ilegalizado la expulsión de los contadores de cartas, pero no de los jugadores.

Fueron los años de vino y rosas de Strategic Investments. También de los excesos: como explicaba Aponte, algunos compañeros fueron expulsados de la organización después de olvidar todo el dinero ganado o tras aplicar sus conocimientos en viajes personales, lo que les hacía visibles y vulnerables. En su cénit, la compañía llegó a tener a 30 personas jugando al mismo tiempo por todo el país. Pero ello también provocó su caída: a pesar de que los números eran siempre positivos, el reparto del dinero entre tantas personas y el mantenimiento de la organización (cada vez era más complicado encontrar casinos donde no fuesen conocidos) provocó que Kaplan decidiese que sacaría mucho más dinero en el sector inmobiliario. En diciembre de 1993, alrededor de año y medio después de su fundación, Strategic Investments repartió sus ganancias y se disolvió.

Con el paso de los años, el MITBlackjack Team ha terminado formando parte de la picaresca estadounidense, de igual manera que en nuestro país ocurrió con la familia de los Pelayos. Como aquellos, los jugadores del MIT también tuvieron su propia película de ficción, 21 Black Jack (Robert Luketic, 2008),basada en el libro Bringing down the House: the Inside Story of Six MIT Students who Took Vegas for Millions, de Ben Mezrich.

Algunos de sus componentes han capitalizado hábilmente su paso por el grupo, como es el caso del propio Aponte, que fundó junto al también jugador David Irvine el Blackjack Institute. “Conseguimos algo que muy poca gente ha logrado”, explicaba el propio Aponte recientemente a BBC. “Todo el mundo sabe que la regla de oro es que no se puede ganar a la banca en el largo plazo, pero eso es exactamente lo que conseguimos”.

¿Qué haces cuando tienes 18 años, una inteligencia brillante y una envidiable facilidad para las matemáticas? La mayoría decidiría apostarlo todo a estudiar una carrera y cruzar los dedos para que la inversión resulte rentable. Pero no fue eso lo que Bill Kaplan decidió a los 18 años, cuando estimó que su entrada en Harvard podía esperar y que, mientras tanto, podía sacarse un dinero jugando al blackjack. Era 1977 y en las manos de Kaplan había caído uno de los múltiples volúmenes que prometían un método infalible para vencer al 21.

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