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Nueve consejos prácticos para mejorar el bienestar de tu flora intestinal
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Nueve consejos prácticos para mejorar el bienestar de tu flora intestinal

Se calcula que el ser humano tiene en su interior unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser dañinas

Foto: El sistema digestivo alberga multitud de bacterias. (iStock)
El sistema digestivo alberga multitud de bacterias. (iStock)

La flora intestinal es el conjunto de bacterias que viven en el intestino, necesario para el correcto funcionamiento de éste. Aunque la mayoría asociamos las bacterias con la enfermedad, lo cierto es que la mayor parte de microorganismos que habitan en nuestro sistema digestivo son beneficiosos. Se calcula que el ser humano tiene en su interior unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales.

A medida que avanza su estudio conocemos más cosas acerca de estas bacterias y hoy sabemos que la flora intestinal cumple tres funciones fundamentales en nuestro organismo. En el libro Las maravillas de la flora (Amat), al que pertenece el siguiente extracto, la doctora Margarida Mas explica cuáles son estas.

A la flora intestinal se le atribuyen tres tipos de funciones fundamentales: de protección, metabólicas o nutritivas y tróficas, que constituyen un factor clave para el crecimiento y el desarrollo de algunos órganos de nuestro cuerpo, puesto que no solo inducen efectos locales sobre el desarrollo del intestino (delgado y grueso) y su motilidad, sino también cambios tróficos a distancia, como por ejemplo la maduración normal del cerebro, el corazón, los pulmones y el sistema inmunitario.

1. La función trófica

El colon cambia de forma y de tamaño dependiendo de si tiene flora intestinal o no: la flora determina nuestra anatomía, crecimiento y desarrollo. Con ello reconocemos una de sus principales funciones: las funciones tróficas, que marcan el crecimiento corporal normal.

El alcance de los cambios protagonizados por la acción de las bacterias que componen nuestra flora intestinal va mucho más allá del colon. Por sorprendente que resulte, estos microorganismos tienen la capacidad de conectarse y comunicarse con nuestro cerebro y de propiciar cambios neuroquímicos y de conducta. A nuestro intestino ya se le conocía con el apodo de “segundo cerebro” debido a su gran cantidad de neuronas. Más allá de la relación que existe entre nuestro cerebro e intestino, este concepto se amplia, y nuestra flora intestinal también se relaciona con ellos. Esta novedosa afirmación se apoya en el hecho de que, ante un mismo estímulo, la conducta de los animales libres de gérmenes es muy diferente de la conducta de los animales que tienen una flora intestinal normal.

2. La función metabólica

Si los animales libres de gérmenes no pueden comer lo mismo que los animales que tienen flora intestinal, debemos llegar a la conclusión de que nuestra flora desarrolla un papel fundamental en nuestra alimentación. Hace unos años se popularizó la frase “somos lo que comemos”. Ahora, con todos los conocimientos que existen sobre la flora intestinal, debemos ir un poco más lejos. La frase ha evolucionado y, no hace mucho, le oí decir en una entrevista a Paul O’Toole, un conocido experto irlandés en flora intestinal, que “somos lo que nuestras bacterias hacen con lo que comemos”.

La gran función metabólica de la flora intestinal es la fermentación de todos los productos de nuestra dieta que no son digeribles, además del moco intestinal que produce el propio colon. La fermentación de carbohidratos complejos es la gran fuente de energía y de alimentación para estas bacterias del colon. También favorecen la absorción de iones como el calcio, el magnesio y el hierro, y desempeñan un papel clave en la síntesis de algunas vitaminas, como la vitamina K. Una dieta rica en carbohidratos complejos o fibras prebióticas que alimentarán a nuestra flora intestinal ayudará a esta función.

3. La función inmune

Desde hace años, los especialistas alertan de un incremento de las alergias, del asma, de la intolerancia al gluten o de enfermedades de componente autoinmune (como la diabetes, la enfermedad de Crohn o la esclerosis múltiple) en la sociedad moderna. Son enfermedades propias de países desarrollados en el aspecto económico. Además, da la casualidad de que son muy poco frecuentes en los países en vías de desarrollo. Hay varias teorías al respecto, pero la que tiene más peso y está más aceptada es la llamada teoría de la higiene. Hemos apostado tanto por la desinfección que literalmente hemos “lavado” de gérmenes nuestro entorno. Nuestro sistema inmunitario se ha quedado sin estímulos y se encuentra cada día más aburrido.

Todos aquellos microorganismos que entraban continuamente en contacto con nuestras defensas y que mantenían activo el sistema inmune han desaparecido en la actualidad o se han alejado de nosotros. Y esto repercute también en la colonización de nuestro tubo digestivo desde nuestra más temprana edad. Como resultado, la flora intestinal tiende a ser cada vez menos variada. Si a esto le añadimos los importantes cambios en la dieta que han vivido los países industrializados, el uso de antibióticos desde edades muy tempranas y unos hábitos de vida que nos instan a hacer de todo, menos escuchar a nuestro cuerpo, la consecuencia es que nuestro sistema inmune es cada día menos competente.

Teniendo en cuenta las funciones de la flora intestinal descritas anteriormente, hay una serie de consejos que podemos seguir para mejorar su funcionamiento:

  • Procura tomar a diario hortalizas frescas, frutas (en lo posible con piel) y cereales integrales.
  • Introduce a menudo legumbres y frutos secos.
  • Incluir a diario leches fermentadas con bifidobacterias puede ayudarte.
  • Utiliza cocciones suaves (vapor, horno, papillote...), evitando cocciones grasas, salsas y picantes.
  • Procura moderar el consumo de alimentos flatulentos como coles de Bruselas, habas, alubias, repollo, apio, cebolla, brócoli, alcachofa, alimentos con polioles, etc.
  • Recuerda practicar actividad física diariamente.
  • Realiza comidas fraccionadas y frecuentes.
  • Procura ir al váter cuando sientas ganas, sin prisas y en un ambiente relajado.
  • Evita laxantes sin prescripción médica.

La flora intestinal es el conjunto de bacterias que viven en el intestino, necesario para el correcto funcionamiento de éste. Aunque la mayoría asociamos las bacterias con la enfermedad, lo cierto es que la mayor parte de microorganismos que habitan en nuestro sistema digestivo son beneficiosos. Se calcula que el ser humano tiene en su interior unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales.

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