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Cuatro buenos motivos para pensar en lo que pudo haber sido
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EVITA LA DEPRESIÓN

Cuatro buenos motivos para pensar en lo que pudo haber sido

Este tipo de reflexiones ayudan a superar cosas como la fijación funcional, pensar en algo aisladamente, que impide la creatividad

Foto: El pensamiento contrafactual nos ayuda a potenciar nuestra capacidad de pensamiento analítico. (Corbis)
El pensamiento contrafactual nos ayuda a potenciar nuestra capacidad de pensamiento analítico. (Corbis)

Afirma la autora norteamericana Peg Streep que la felicidad individual no depende sólo de nuestras experiencias –del éxito que tengamos a la hora de conseguir lo que nos proponemos– sino también en cómo pensamos en ellas una vez vividas y en el sentido que les otorgamos.

Muchas veces, cuando hemos vivido algo que nos parece un fracaso o un error, lo narramos de modo que nos haga sentir mejor, de una manera en la que nos sentimos a gusto. Es lo que Daniel Gilbert ha llamado “sistema psicológico inmune”. Cuando éste es saludable, somos capaces de asimilar el pasado desde un sano término medio, asumiendo la parte de responsabilidad que nos toca sin fustigarnos. Streep considera estas teorías y afirma que hay un modo de extraer y mantener la felicidad a partir de la rememoración de la experiencia: el poder del pensamiento contrafactual.

Lo que podía haber sido

De un modo u otro, todos hemos pensado alguna vez: “¿qué habría pasado si…?”. ¿Qué hubiera pasado si hubiera dejado este trabajo y hubiera cogido aquel otro? ¿Qué hubiera ocurrido si no hubiera dejado a mi primer novio? ¿Cómo sería mi vida si no me hubiera casado, si hubiera tenido hijos, si mis padres hubieran trabajado en otra cosa?

Según Streep este tipo de reflexión nos lleva a un mundo que, si bien es irreal e ilusorio, resulta muy liberador. ¿Cómo puede el pensamiento contrafactual –esa mirada al pasado irreal, que no se corresponde con los hechos sucedidos– tener un efecto positivo? Streep lo explica en Pychology Todayen cuatro puntos:

1. Amplifica la felicidad

La importancia que le concedemos a los acontecimientos se incrementa al pensar en qué hubiera sido de nosotros sin vivirlos

La investigación realizada por Minkyung Koo, entre otros, demuestra que una de las mejores maneras de hacer sólida la felicidad es sustraer las cosas buenas que nos han pasado en la vida.

Nos sentimos mejor, por ejemplo, acerca de una relación, pensando en lo positivo que nos ha dejado que regodeándonos en aquello que fue mal. Agradecemos lo aprendido y nos alegramos de haberlo vivido.

2. Te motiva a actuar y cambiar

El pensamiento contrafactual no sólo incita al arrepentimiento –“Sería más feliz si me hubiera casado con mi exnovio”– sino también a la motivación –“Qué bien hice al no casarme: ahora sé cómo actuar correctamente”–.

Por ejemplo, cuando no te conceden el ascenso que deseas o cuando no obtienes ese trabajo que realmente querías, evidentemente te sientes decepcionado. Pero acudiendo al pensamiento contrafactual –pensando cómo habría sido si hubieras obtenidos el trabajo– puedes llegar a hacer autocrítica y encontrar las claves de lo que tendrías que haber hecho. Se trata de un aprendizaje que podrás aplicar en ocasiones futuras.

Del mismo modo, el pensamiento contrafactual se puede aplicar en sentido negativo, visualizando cómo habría sido una resolución aún peor que la esperada. Siempre se puede pensar: bueno, al menos sigo teniendo un trabajo que me gusta y tengo bueno compañeros. Si bien no es un pensamiento tremendamente motivador, sí evita el hundimiento o la depresión.

Es importante, en este sentido, usar conscientemente ese pensamiento contrafactual, ya que bien llevado nos puede acercar a reflexiones positivas pero los riesgos de consecuencias nocivas no son inexistentes.

3. Aporta sentido a los eventos vividos

Nos sentimos mejor, por ejemplo, acerca de una relación, pensando en lo positivo que nos ha dejado que regodeándonos en aquello que fue

En el momento en que pensamos: “¿cómo hubiera sido mi vida si eso no hubiera sucedido?” estamos concediendo importancia a ese evento al que nos referimos, y construimos una serie de puntos de inflexión que nos ayudan a dar un sentido (al menos aparente) a nuestras caóticas vidas. Así lo piensa Laura J. Kray en What would my life be like if this event hadn’t happened?

La importancia que le concedemos a los acontecimientos se incrementa al pensar en qué hubiera sido de nosotros sin vivirlos, y esto nos lleva a menudo a pensar que tenían que haber sucedido, que estaban destinados a ocurrir.

4. Mejora el pensamiento analítico

El pensamiento contrafactual nos ayuda a potenciar nuestra capacidad de pensamiento analítico, relacionando unos hechos con otros, sintetizando lo importante y extrayendo lo que nos hace bien.

Porque el pensamiento contrafactual le permite centrarse en las cosas en relación con los demás, puede ayudar a superar ciertos prejuicios en el pensamiento, como la fijeza –pensamiento funcional sobre algo en un único contexto–que impiden resolución creativa de problemas.

La fijación funcional se midió en un famoso estudio en 1945, un experimento llamado el problema de Duncker Vela. Los participantes recibieron una vela, una caja de cerillas, y una caja de tachuelas y se les pidió colocar la vela en la pared de una manera tal que, cuando está encendida, la cera no gotease sobre el suelo.

(Es posible que desee pensar en cómo le gustaría resolver este problema antes de seguir leyendo).

La solución al problema consiste en volcar las tachuelas, virar la caja a la pared, poner la vela en o en la parte superior de la caja, y encenderlo. No se puede resolver el problema a menos que tenga la capacidad de ver el cuadro de la celebración de las tachuelas como algo más que un contenedor de tachuelas, que es precisamente lo que promueve el pensamiento contrafactual.

Además, este tipo de reflexión ayuda a superar cosas como la fijación funcional (pensar en algo aisladamente, sin capacidad de relacionarlo con nada), que impide la creatividad y la resolución de problemas.

Afirma la autora norteamericana Peg Streep que la felicidad individual no depende sólo de nuestras experiencias –del éxito que tengamos a la hora de conseguir lo que nos proponemos– sino también en cómo pensamos en ellas una vez vividas y en el sentido que les otorgamos.

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