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De ricos a 'nuevos hidalgos': cómo vivir sin tener un euro y mantener las apariencias
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De ricos a 'nuevos hidalgos': cómo vivir sin tener un euro y mantener las apariencias

Ya lo comentó Carmen Lomana hace años: la gente que realmente lo iba a pasar mal con la crisis era la de la alta sociedad “porque no tenían cash”

Foto: La crisis ha provocado que familias adineradas pierdan toda su liquidez. (REUTERS/Andrea Comas)
La crisis ha provocado que familias adineradas pierdan toda su liquidez. (REUTERS/Andrea Comas)

Ya lo comentó Carmen Lomana hace años, cuando la crisis empezaba a asomar la patita. Aquélla declaración que la llevó a la fama, en la que decía que la gente que realmente lo estaba pasando mal era la de la alta sociedad “porque no tenían cash definía una situación que ya empieza a ser un fenómeno y que ha creado una nueva clase social, la de los “nuevos pobres” y/o los “nuevos hidalgos”. Gente de la jet set o de altas esferas sociales que se ha arruinado pero que, como aquéllos hidalgos de la novela picaresca, se niegan a que se note su falta de cash. Aquellos iban con el palillo en la boca para que pareciera que se habían dado un gran banquete, aunque llevaran tres días sin comer y estos pasean por la Milla de Oro con sus bolsas de Hermès llenas de ropa usada, como si vinieran de comprarse el último modelo de la marca francesa.

En un mundo donde las apariencias son esenciales, dejar traslucir que uno no tiene el poder adquisitivo que tenía es un problema grave

La clase media, por supuesto, también está viviendo este fenómeno, pero si bien es cierto que a nadie le gusta tener que reconocer un fracaso, en ese ambiente no es un drama tener que explicar que uno no puede quedar a cenar con los amigos porque no tiene para llegar a final de mes. Pero en el caso de la jet set sí, en un mundo donde las apariencias son esenciales, dejar traslucir que uno no tiene el poder adquisitivo que tenía es un problema grave.

Carlota (por razones obvias prefiere que no se sepa su nombre completo) ha trabajado como relaciones públicas para marcas de lujo. Actualmente confiesa que ingresa alrededor de un 70% menos de lo que solía ganar, pero tiene claro que en el mundo donde se mueve eso no se puede notar. “En estos círculos, si la gente huele el fracaso, huye. A ver, obviamente tus amigos del alma no, pero la mayoría de las relaciones sociales que se establecen en el ambiente de la alta sociedad tiene que ver con lo que cada uno puede dar y obtener. Los negocios no se cierran en los despachos, se cierran en las fiestas, en las cenas, gracias a que la esposa de tal come con la de cual o porque los niños van al mismo cole o porque coincides en un cóctelque da no sé quien o vas a la misma peluquería o al gimnasio. Si de repente no puedes ir al gimnasio de moda o tus hijos tienen que dejar de ir a tal colegio no es solo que engordes o tus hijos ya no puedan tener una educación bilingüe, es que cualquier opción de recuperar ese estatus se reduce drásticamente".

"Yo, por ejemplo, tengo que mantener mi ritmo de vida social y no puedo repetir modelo o llevar siempre el mismo bolso. Para eso uso algunos trucos. Por una parte, con amigas muy cercanas, a las que sí les puedo contar lo que me pasa, como tenemos una talla parecida, nos compramos ropa a medias. Hacemos un planning de qué actos tenemos, sabiendo la gente que va a ir, e intentamos no ponernos esa falda o ese vestido si va a ir alguien a ambos actos. Si no, tampoco es grave, intentamos que no sean cosas muy llamativas. Y respecto a los complementos, hay páginas de internet donde se pueden alquilar bolsos, por ejemplo, y eso es algo a lo que está recurriendo mucha gente que ya no se puede comprar el último que ha sacado, no sé, Prada”.

Hay mucha gente que antes hacía la compra en tiendas de delicatessen y jamás miraba los precios y que a raíz de la crisis se ha quedado literalmente sin un duro, casi sin nada para comer

La situación que cuenta Carlota entra dentro de la anécdota curiosa, pero no es dramática, al menos tiene para alquilar un bolso, algo que cuesta unos 70 euros, que es lo que puede costar páginas web como Mis bolsos de lujoo 24fab, donde también se puede alquilar ropa de marca, que en el mercado podría costar unos 1500 euros.

Pero hay mucha gente que antes hacía la compra en tiendas de delicatessen y jamás miraba los precios y que a raíz de la crisis se ha quedado literalmente sin un duro, casi sin nada para comer. En Tú me acostumbraste, la novela que acabo de publicar, hablo de un caso que está inspirado en la realidad. La historia está contada en tono de comedia, pero el trasfondo refleja una realidad que es mucho más habitual de lo que pensamos, entre otras cosas, obviamente, porque la gente disimula. Personas que han tenido fortunas, que siguen viviendo en casas que no pueden mantener y que, como uno de los personajes del libro, se lleva las bolsas del Corte Inglés para hacer la compra en el Díaporque se niega a que la gente sepa que tiene que comprar en un supermercado low cost o que finge ser cliente de un hotel de lujo en el que ha estado previamente para poder conectarse a la wifi del establecimiento porque le han cortado la línea en su casa.

placeholder Aunque no quede dinero hay cosas a las que la 'jet set' no puede renunciar. (EFE/José Manuel Vidal)

Un dilema inmobiliario

Hemos aludido a la vivienda y es cierto que muchos de estos nuevos hidalgos que intentan mantener el glamour en los tiempos de crisis o bien no han conseguido vender sus viviendas, precisamente por el parón del mercado, o bien ahoraque parece que ha mejorado algo la situación inmobiliariano quieren desprenderse del único símbolo de estatus que les queda. La casa es fundamental para poder mantener una vida social de altura.

Mis amigos íntimos sí saben la situación, pero si se enteraran los conocidos, la gente con la que puedo trabajar, estaría acabado. El dinero llama al dinero y la miseria a la miseria

“La gente puede pensar que es absurdo que no quiera vender mi casa”, comenta J.T, arquitecto con título nobiliarioque con la burbuja inmobiliaria se ha quedado en la ruina, “pero, por una parte, no me van a dar lo que vale, eso está claro, y por otra, venderla sería tirar la toalla definitivamente. En este mundo, para hacer negocios, tienes que tener una vida social y tu casa es tu tarjeta de presentación. Yo siempre he tenido interna y un chófer y ahora, obviamente, pues no puedo permitirme ese lujo y, por supuesto, he bajado el ritmo de fiestas y cenas en casa, pero de vez en cuando tengo que hacer alguna y entonces contrato a alguien. Mis amigos íntimos sí saben la situación, pero si se enteraran los conocidos, la gente con la que puedo trabajar, estaría acabado. El dinero llama al dinero y la miseria a la miseria”.

El economista Roberto García afirma que uno de los grandes problemas que tiene la gente de clase alta o media alta a la hora de afrontar la crisis es ese, el de mantener un estatus imposible de aguantar por guardar las apariencias. “En esta crisis la clave está en tener sentido común, ser realista y tener cintura”, cuenta. “El problema que ha tenido todo el mundo de una manera u otra, incluido el Gobierno, ha sido que los ingresos extraordinarios los han considerado ingresos normales, fijos, han adecuado el gasto a ello y luegose han aferrado. En la gente que ha tenido mucho dinero, pues es más difícil desprenderse de cosas, porque tienen más, claro. Y también influye el qué dirán, obviamente. Pero los desastres que ha habido en ese sentido siempre tienen que ver con la falta de reacción, con pensar que va a ocurrir un milagro. Si toda esa gente vendiera su casa, se fuera a una más pequeña y no le importara aparentar, tendrían una buena situación seguramente”.

Las páginas donde se alquilan casas entre particulares por días son la solución de los que necesitan un sitio representativo para hacer una fiesta o una cena y no lo tienen

De nuevo el alquiler, en ocasiones, ha sido el recurso de estos nuevos hidalgos. Las páginas donde se alquilan casas entre particulares por días son la solución de los que necesitan un sitio representativo para hacer una fiesta o una cena y no lo tienen. Por unos 80 euros al día en, por ejemplo, Airbnb se puede alquilar una casa que tiene el sabor de una habitada, no de una puesta para pasar unos días. Así que la pescadilla se muerde la cola. Algunos ex miembros de la clase alta se ven obligados a alquilar su súper chalet por temporadas y otros, desconocidos, a lo mejor lo usan para dar una fiesta.

Carlota tiene una anécdota curiosa sobre este asunto. “Le ocurrió a un amigo que, como uno de los personajes de tu novela, vive en Marbella”, explica. “Le van mal las cosas ylo alquila de vez en cuando. Es un sitio precioso, con jardín, piscina, pista de tenis… Pues bien, un chico invitó a una amiga a una fiesta que hacía y ella me pidió que la acompañara. Cuando estábamos llegando me hizo gracia que fuera en la misma calle de la misma organización donde vive mi amigo. Pero no, es que la fiesta era en su casa. El chico tenía personal de servicio y había hecho una fiesta brutal, la verdad es que yo no conocía a nadie, la mayoría de la gente era extranjera, amigos suyos, muchos árabes con los que quería hacer negocio. Y él se comportaba como si la casa fuera suya. Cuando se lo conté a mi amigo le sentó como un tiro, pero bueno, él está sobreviviendo gracias a eso. De todas formas, con ese tipo de cosas hay que tener cuidado porque el círculo en el que nos movemos es muy reducido y casi siempre alguien conoce a alguien que conoce a alguien…”.

Ya lo comentó Carmen Lomana hace años, cuando la crisis empezaba a asomar la patita. Aquélla declaración que la llevó a la fama, en la que decía que la gente que realmente lo estaba pasando mal era la de la alta sociedad “porque no tenían cash definía una situación que ya empieza a ser un fenómeno y que ha creado una nueva clase social, la de los “nuevos pobres” y/o los “nuevos hidalgos”. Gente de la jet set o de altas esferas sociales que se ha arruinado pero que, como aquéllos hidalgos de la novela picaresca, se niegan a que se note su falta de cash. Aquellos iban con el palillo en la boca para que pareciera que se habían dado un gran banquete, aunque llevaran tres días sin comer y estos pasean por la Milla de Oro con sus bolsas de Hermès llenas de ropa usada, como si vinieran de comprarse el último modelo de la marca francesa.

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