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¿La mejor forma de que esta sociedad siga viviendo bien? Implantar el salario máximo
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VOCES DE DISTINTO SIGNO SE SUMAN A LA INICIATIVA

¿La mejor forma de que esta sociedad siga viviendo bien? Implantar el salario máximo

Sí, el salario máximo es mucho más importante que el salario mínimo, dicen algunas voces de la economía, que ven en la medida una solución a la desigualdad

Foto: Para algunos economistas es más prioritario implantar un salario máximo entre los grandes ejecutivos que subir el salario mínimo. (Corbis)
Para algunos economistas es más prioritario implantar un salario máximo entre los grandes ejecutivos que subir el salario mínimo. (Corbis)

La desigualdad económica no ha parado de crecer desde el inicio de la crisis, como han alertado diferentes organizaciones sociales, desde Cáritas hasta Oxfam. Los salarios de los grandes ejecutivos aumentan al mismo ritmo que se congelan, cuando no se reducen, los de la clase trabajadora.

Solo durante 2013, el sueldo de los directivos subió un 7% con respecto al año anterior y el de los empleados descendió en un 0,5%, según un informe de la escuela de negocios EADA y el grupo ICSA. La mayor rebaja salarial se concentró en los cargos intermedios, cuya retribución se vio disminuida en un 3,2%.

El último de los innumerables ejemplos de reducciones salariales que se han producido desde el inicio de la crisis es el de la multinacional Fnac, que anunció que el 60% de su plantilla sufriría una bajada hasta los 500 euros, por media jornada, y hasta los 750 por jornada completa (aunque la firma comunicó ayer que dará marcha atrás ante la movilización de los trabajadores). Un desolador panorama que sitúa a España en la zona de peligro de la UE, con un salario mínimo interprofesional de 645,3 euros (en 14 mensualidades). Mientras tanto, los altos cargos de las cajas de ahorro rescatadas por el Estado abandonan sus puestos cobrando indemnizaciones millonarias, algunas de ellas investigadas por la Justicia.

Una propuesta sin color político

Este contexto de creciente desigualdad económica (el número de millonarios españoles creció un 7%) ha alimentado el debate sobre la necesidad de subir el salario mínimo, así como de implementar otras opciones que van desde la Renta Básica de Ciudadanía, pasando por la tasa Tobin, hasta la limitación del salario máximo. Quizá esta última es una de las menos debatidas, aunque también parece que la menos popular. De hecho, el pasado mes de noviembre se celebró en Suiza un referéndum con esta propuesta y el fue rechazada con un 65% de los votos.

Los países donde hay más corrupción del poder político son aquellos con mayores desigualdades de renta

La iniciativa suiza exigía que la brecha salarial en la misma empresa se limitara al rango de 1 a 12, es decir, que el salario más alto no fuera superior en más de doce veces al salario más bajo. Un techo salarial similar al que se debatió en el Congreso, a iniciativa de ERC, con los mismos resultados que en el país helvético. En Madrid, sin embargo, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento aprobó fijar el sueldo máximo de los directivos de las empresas públicas municipales en 91.780 euros brutos anuales. Las sensibilidades son contrapuestas, independientemente del color político, ¿pero, realmente es conveniente limitar el salario máximo? ¿Cuáles son las ventajas y cuáles los inconvenientes?

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Para algunos de los economistas keynesianos más destacados, como Krugman o Piketty, la forma de frenar esta tendencia hacia la desigualdad, y la desaparición de las clases medias en última instancia, pasa más por una subida de impuestos a los grandes patrimonios que por la imposición de un salario máximo. Unas medidas al estilo de la fallida tasa de Hollande a los ‘superricos’ (un 75% de imposición fiscal para aquellos que ingresasen más de un millón de euros anuales).

El castillo de naipes de las grandes oligarquías

En el lado opuesto de la horquilla ideológica, la de los economistas neoliberales cortados por el patrón de la escuela austríaca, se encuentran teóricos como Juan Ramón Rallo, que aseguraba en esta entrevista en El Confidencial que la solución para España pasa justo por todo lo contrario: un único impuesto, el IRPF, con un tipo del 6%. Según matizaba Rallo, “las clases medias ya no tienen otro activo que no sea la vivienda, y en muchos casos ni siquiera eso. La posibilidad de reconvertirse y de reinventarse depende del ahorro, y ahora no lo tenemos porque se lo ha llevado el sistema público de pensiones…”.

La mayor rebaja salarial durante el pasado año se concentró en los cargos intermedios, cuya retribución se vio disminuida en un 3,2%

La propuesta del salario máximo se remonta varios años atrás. Su pistoletazo de salida fue este artículo de opinión de Steven Greenhouse publicado en el diario New York Times en 1996, pero con la agudización de la crisis económica se ha reavivado esta reivindicación. El último en contribuir a ella fue el columnista de la CNN John D. Sutter, que sugería en este artículo limitar el sueldo máximo a 100 veces el salario mínimo, lo que equivaldría en EEUU a 1,5 millones de dólares anuales. Y es que, según Forbes, directivos de la talla de John Hammergren (CEO de McKesson) cobraron en 2011 la friolera de 131,2 millones de dólares.

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Cada vez más voces, de distinto color ideológico, se suman a defender esta propuesta, y aunque parece improbable que los estados tomen cartas en el asunto, el mensaje que se les está mandando a las clases adineradas es alto y claro. Un toque de atención que quizá haga reflexionar a los directivos para, al menos, subir el sueldo medio de sus asalariados, reducir las brechas y evitar la polarización entre ricos y pobres.

En un editorial del Financial Times, incluso se aconsejaba a los banqueros a “dejarse la corbata y el traje a rayas en casa”. Y es que los movimientos de protesta comienzan a focalizarse contra los ricos, despertando viejos fantasmas de la lucha de clases.

Como argumenta el catedrático de Ciencias Políticas Vicenç Navarro, “los países donde hay más corrupción del poder político son aquellos con mayores desigualdades de renta”. Por tanto, la limitación del salario máximo podría contribuir a contener el temido estallido social, a la par que serviría para desprenderse del que es el principal problema para la sociedad española según las encuestas del INE: la corrupción.

La desigualdad económica no ha parado de crecer desde el inicio de la crisis, como han alertado diferentes organizaciones sociales, desde Cáritas hasta Oxfam. Los salarios de los grandes ejecutivos aumentan al mismo ritmo que se congelan, cuando no se reducen, los de la clase trabajadora.

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