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¿Para qué sirve ir al psicólogo? No para charlar, para eso están los amigos
  1. Alma, Corazón, Vida
UNA AUTOCRÍTICA DE LA PROFESIÓN

¿Para qué sirve ir al psicólogo? No para charlar, para eso están los amigos

A fin de divulgar cuáles son los principios que deben regir una intervención psicológica, he querido desenmascarar aquellos procedimientos que no se ciñen a la evidencia

Foto: Para desahogarse no es preciso acudir a consulta, sino que se hace para solucionar un problema. (Corbis)
Para desahogarse no es preciso acudir a consulta, sino que se hace para solucionar un problema. (Corbis)

A fin de divulgar cuáles son los principios que deben regir una intervención psicológica, he querido desenmascarar aquellos procedimientos que no se ciñen a la evidencia empírica y que confunden o engañan a los pacientes que acuden a consulta. Esta autocrítica de la profesión llevaba a algunos lectores a comentar la inutilidad de acudir al psicólogo en general.

Esta reflexión es bastante frecuente en todos los ámbitos. Sea porque se reciben tratamientos negligentes o porque se asiste con incredulidad al espectáculo que dan algunos medios cuando afirman hablar de cuestiones psicológicas.

Si bien, como señalaré más adelante, la responsabilidad final de que nuestra profesión no esté tan reconocida como la de otros profesionales de la salud es de los propios psicólogos, influye mucho en el debate el planteamiento de base: ¿Para qué sirve un psicólogo? ¿Qué espera uno conseguir cuando acude a consulta?

Son tres las principales funciones que la gente atribuye a la terapia: para desahogarse, para conocerse más a uno mismo y para recibir consejos. Ninguna de estas tres, por extraño que resulte, debe ser el objetivo de intervención de un buen psicólogo, ya que de ser así, no es de extrañar que la gente cuestione nuestro papel en la sociedad.

1. Hay maneras más baratas y agradables de desahogo que una consulta

Resulta muy conveniente para un psicólogo limitarse a ejercer un papel pasivo y de escucha durante meses e incluso años. Un maniquí podría hacer la misma función. ¿Y todo para qué? ¿Para que la persona se desahogue contándole a alguien sus problemas? ¿Para “sacar la angustia de dentro”? Este papel, más propio de un confesor que de un profesional de la salud, puede hacer que la persona reduzca su angustia temporalmente, pero es improbable que le sirva para solucionar nada. Y puestos a necesitar contar un problema a alguien ¿no es mejor hacerlo a un amigo delante de un café? Si precisamente buscamos el anonimato siempre podemos dar con gente en el autobús o en la barra del bar para contar lo que nos atormenta, y de manera mucho más barata e igual de efectiva. Y si no nos fiamos de nadie, siempre podemos usar internet y un pseudónimo. O el diario de toda la vida.

2. La ciencia avala que quien más conoce de ti mismo… eres tú mismo

El autoconocimiento levanta fascinación. Nos gusta que nos digan cómo somos, y cuanto más nos sorprendan, más satisfechos nos hallamos acerca de lo complejos y profundos que somos. Lamentablemente, la mayoría de esas técnicas resultan no tener rigor alguno, se basan en procedimientos burdos o esotéricos: cuando un test nos dice rasgos de nuestra personalidad, olvidamos que quien ha escrito esas respuestas somos nosotros mismos, por lo que lo que acaban diciéndonos no es más que lo que nosotros creemos que somos. A fin de camuflar esto algo más, se acaban construyendo constructos teóricos muy enrevesados que, sin embargo, tampoco han demostrado predecir nuestro comportamiento: como el psicoanálisis, que nos arroja una atractiva visión de lo oculto de nuestra mente pero choca frontalmente con todo lo que en los últimos cincuenta años se ha descubierto acerca del cerebro y de la conducta. O como el eneagrama, tan de moda entre los que ansían catalogarse con un número, y que es el descendiente directo de la astrología. Puestos a saber de nosotros es mejor preguntar a los que más nos conozcan dejando que nuestros actos hablen.

3. Los consejos vienen de la experiencia, las pautas son otra cosa

Para entender esta última atribución errónea a los psicólogos conviene distinguir una pauta terapéutica, que es aquella que un psicólogo puede darnos basado en sus conocimientos y tras una evaluación, de lo que entendemos como un consejo. Los consejos acerca de un tema concreto es mejor pedírselos a un experto en la materia. Si tengo dudas acerca de si alquilar o comprar un piso, le preguntaría a un agente inmobiliario y no a un psicólogo como si este supiera las claves del universo. Si pensamos que el psicólogo es un sabio, o incluso un oráculo, no debe extrañarnos que algunos pacientes se sientan decepcionados si ven que su terapeuta es joven o no comparte algún aspecto de su vida. ¿En qué va a basarse entonces para ayudarlos si no tiene hijos o nunca ha tenido un accidente de avión? En ese caso es mejor preguntar a alguien que tenga un recorrido vital y experiencias similares a las nuestras. Y no necesitaremos acudir periódicamente a ningún sitio.

4. ¿Para qué sirve un psicólogo?

¿Que han estudiado los psicólogos durante su carrera y sus años de posgrado y especialización? Parece claro que no han leído al azar la wikipedia ni ensayado durante años la postura ideal de escucha, pero ¿qué nos puede aportar entonces ir a terapia?

Un psicólogo es aquel profesional que nos ayuda a modificar nuestra forma de comportarnos, tanto si queremos mejorar nuestra manera de afrontar las cosas como si buscamos eliminar algún problema. Y lo hace en base a los mecanismos humanos de aprendizaje, del funcionamiento fisiológico del ser humano y de los diferentes estudios contrastados que han observado a la persona y desarrollado técnicas específicas para cada variable a modificar.

Somos los psicólogos los que, por nuestra mala praxis, hemos acabado dando una imagen superflua y ridícula de nuestra profesión

Un psicólogo ha estudiado todo eso sin necesidad de tener que haberlo experimentado. Es por tanto un experto acerca de cómo y por qué cambian las personas. Siguiendo las pautas de un psicólogo nos aseguramos la vía más rápida y directa de modificar lo que nos hace sentirnos mal y mejorar enormemente nuestra calidad de vida. Acudir a terapia sirve para cambiar un pequeño hábito o para dar solución a un problema grave que nos ha afectado desde hace tiempo, tanto si lo hemos generado nosotros, como si es algo a lo que tenemos que hacer frente.

¿Por qué no es tan valorada por la sociedad?

¿Por qué la gente piensa que es inútil ir a un psicólogo? Dejando aparte la relativa juventud de la disciplina y la dificultad de imponer un único modelo teórico, somos los psicólogos los que, por nuestra mala praxis, hemos acabado dando una imagen superflua y ridícula de nuestra profesión. Fundamentalmente cada vez que en consulta no hemos aplicado un método riguroso a nuestros pacientes, sino un “todo vale” o un acto de fe.

Pero también a la hora de divulgar qué es la psicología. Es difícil ser preciso en los medios de comunicación cuando se buscan titulares y no explicaciones técnicas, pero es importante distinguir nuestras opiniones personales de lo que como psicólogos podemos abordar o no. Hay límites que no debemos saltarnos y trabajos que, sencillamente, nunca deberíamos aceptar: dar evaluaciones de famosos, usar instrumentos catalogados como estafas, vender libros de consejos y no de técnicas psicológicas, participar en tertulias, televisadas o en la calle, donde no somos capaces de explicar las bases científicas de nuestra opinión… Por cada uso nefasto que se hace de la profesión, ocultamos uno que la ciencia ha desarrollado durante décadas y podría cambiar la vida de una persona.

Si con nuestra práctica y nuestras declaraciones no somos capaces de dar valor a lo que hacemos, estaremos conduciendo a la gente a pensar que un psicólogo solo es útil a alguien que no tenga amigos ni sentido común.

*David Pulido. Compagina la actividad clínica con la docente, siendo profesor del Máster de Terapia de Conducta en el Instituto de Terapia de Madrid y profesor honorario del Prácticum de la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Su actividad profesional se ha desarrollado en diversos ámbitos clínicos como centros de salud, centros de acogida de menores o gabinetes de psicología. Ejerce como divulgador de la psicología en programas de televisión como 'Las mañanas de la 1', 'España Directo' o 'Las Mañanas de Cuatro'

A fin de divulgar cuáles son los principios que deben regir una intervención psicológica, he querido desenmascarar aquellos procedimientos que no se ciñen a la evidencia empírica y que confunden o engañan a los pacientes que acuden a consulta. Esta autocrítica de la profesión llevaba a algunos lectores a comentar la inutilidad de acudir al psicólogo en general.