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"Buscamos libertad en urbanizaciones de las afueras, pero son sitios de control social"
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BÉGOUT DIBUJA LA AMORALIDAD DE LA URBE MODERNA

"Buscamos libertad en urbanizaciones de las afueras, pero son sitios de control social"

El filósofo y urbanista francés Bruce Bégout, vuelve a la carga con su último libro 'Le Park', en el que advierte sobre la peligrosa deriva del 'homo urbanus'

Foto: El filósofo y autor de Le Park, Bruce Bégout. (Siberia)
El filósofo y autor de Le Park, Bruce Bégout. (Siberia)

Los grandes espectáculos, el ocio de masas enfocado a las experiencias, a la exaltación de las sensaciones, y la reconfiguración de los espacios urbanos que sirven como contenedores de estos acontecimientos, digamos culturales, son una forma de entretenimiento que anula el espíritu crítico, la libertad. “Son mecanismos de control social, tan sofisticados que no son ni morales ni inmorales, en tal caso yo diría que amorales porque se basan en las sensaciones que experimenta cada individuo. Eso sí, sensaciones en las que prima la cultura de la obscenidad”, matiza el filósofo y urbanista francés Bruce Bégout. Unas cuestiones sobre las que profundizará esta tarde en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, con unaconferencia enmarcada dentro del ciclo Ciudad Abierta.

Para visualizar estos “laboratorios, que ya han comenzado a reproducirse en las grandes ciudades de Occidente”, y juzgar por nosotros mismos su moralidad, nada mejor que adentrarnos en Le ParK. Se trata dela última obra (novelada)de uno de los mayores especialistas en Edmund Husserl,de quien toma su método, y que acaba de editar en españolla editorial Siberia.

El espacio es el protagonista principal, con una personalidad biológica que queda patente en el hecho de que está construido mediante lo que el francés denomina“neuroarquitectura”. La cambiante urbe moldea a quien la habita, sí, pero en última instancia“el hombre se crea a sí mismo”, explica Bégout, porque esta suerte de arquitectura neuronal simplemente se limita a recoger la esencia de aquello en lo que nos hemos convertido como sociedad.

Le ParK no es una novela de anticipación ni una ficción distópica, como la crítica francesa se ha cansado de repetir, sino el reflejo de la realidad presente, asegura Bégout a El Confidencial. Si bien es cierto que la primera edición en su lengua original es de hace casi cuatro años, cuando las evidencias no eran tan patentes, pero ha sido un margen de tiempo suficiente como para corroborar que sus premonitorias tesis cogían forma (urbana). Hoy, el propio filósofo evita numerar la lista de lugares reconstruidos casi a imagen y semejanza del “puzle” que se configura Le ParK. “Sólo hay que viajar a algunos de los sitios más turísticos del mundo para verlo”.

La hipermodernidad (totalitaria) se ha impuesto a la posmodernidad”

El modelo lúdico-espacial de Las Vegasfue una de sus principales fuentes de inspiración (en él se basa ya su imprescindible ensayo Zerópolis, editado por Anagrama). Ahora, sólo hay que seguir la estela del director ejecutivo de Las Vegas Sands Corporation, Sheldon Adelson, para observar cómo se sigue imponiendo este modelo, aunque con menos dificultades en Macao que en Madrid, bromea el autor.

Durante los últimos años han proliferado las zonas urbanas acuarteladas, donde se reproducen estilos de vida inéditos

A modo de crónica periodística, limitándose a una descripción lo más objetiva posible mediante un narrador mayestático (“lo que pretendo es que el lector juzgue por sí mismo con los elementos que describo en el libro y la actitud de los personajes”), Bégout nos presenta en Le ParK un recorrido por un parque de parques. Un espacio insólito en el que se reúnen todas las formas que podría adoptar un parque, pero que se fusionan e interrelacionan, incluso cambiando su función entre sí (una reserva animal con un parque de atracciones, un cementerio con una escuela infantil o un parque zoológico con una residencia de ancianos). Una totalidad, apunta el filósofo, que “en el fondo es una forma de totalitarismo”.

“No se trata de una metáfora”, corrige el autor, en tal caso es “una metonimia de las ciudades fruto de la hipermodernidad”. Es decir, de la era del vacío, como ya apuntaba su compatriota Gilles Lipovetsky en Los tiempos hipermodernos, de un individualismo hedonista en el que lo único importante es el vivir aquí y ahora, el placer.Una forma de disfrutar que “puede obtenerse tanto desde el placer como desde el sufrimiento, o con ambas a la vez como le sucede a uno de los personajes del libro, lo importante es exaltar las sensaciones, y cuanto más fuertes mejor”.

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Zonas urbanas acuarteladas: fronteras entre el individuo y la sociedad

Una de las consecuencias y objetivos de esta transformación del paisaje, explica el francés, es “establecer límites, crear zonas para el anonimato y el nomadismo”. El 'homo urbanus', como él se refiere a los habitantes de estas ciudades hipermodernas, “necesita vivir en espacios atomizados, inconexos, donde predomina la pérdida del vínculo con el mundo exterior”. Una paradoja, reconoce, “porque para la gente eso es señal de libertad y, por ejemplo, algunos visitantes de Le ParK llegan a esconderse para poder quedarse dentro, en sus límites, como si este lugar proporcionase la libertad que permite escapar del control social”.

'Le ParK' es como un laboratorio, pero que ya ha comenzado a reproducirse en las grandes ciudades turísticas de Occidente

En este sentido, durante los últimos años han proliferado las zonas urbanas acuarteladas, donde “se reproducen estilos de vida inéditos”. Tanto las clases altas como las bajas "tienen delimitados sus propios lugares en los que desaparecer”, aunque el mayor crecimiento lo han experimentado los suburbios.

“La gente ya no huye escondiéndose entre la multitud compacta de las grandes ciudades, sino en espacios delimitados, en los que se repliegan y buscan su privacidad fuera de la esfera pública”. Un modelo próximo al del medievo, y que vincula históricamente a la Iglesia (en lo referente a la parte del espectáculo como forma de alienación) y al feudalismo (división social por espacios). Sin embargo, dice, la sociedad digital y las nuevas tecnologías, entre las que cita a las Google Glass, están jugando en contra de esa huida.

La revuelta de las clases medias marginales

Un paisaje que, según anticipa el filósofo, poco dado al optimismo como él mismo afirma, puede convertirse en un campo de batalla, como forma de reacción y protesta. Bégout recurre a los disturbios protagonizados por los jóvenes de las banlieues parisinas, así como a los iniciados en el barrio de Nottingham (Londres) en 2011 como anticipo de lo que podría generalizarse en los próximos años. ¿La causa de fondo? El empobrecimiento de las clases medias.

El creciente éxodo de las clases medias a los barrios marginales, de extrarradio, está generando ya reacciones en forma de revuelta. Hasta ahora con connotaciones violentas, lo que sólo hace que se justifiquen aún más los guetos y delimitaciones urbanas. Para Bégout, en el futuro se intensificarán cada vez más estos conatos de revueltas, pero serán cada vez más organizados y conscientes de un rechazo a la “domesticación” que se les impone.

“Los disturbios estarán liderados por jóvenes licenciados, de una clase media venida a menos que, en alianza con las clases marginales tienen una gran potencialidad para romper el statu quo”, asegura. Además, y como ya ha venido pasando con este tipo de levantamientos sociales durante los últimos años, “el espacio público seguirá teniendo un rol simbólico en estas protestas, como ocurrió en EEUU con la ocupación de Wall Street o en España con la ocupación de las plazas”.

Los grandes espectáculos, el ocio de masas enfocado a las experiencias, a la exaltación de las sensaciones, y la reconfiguración de los espacios urbanos que sirven como contenedores de estos acontecimientos, digamos culturales, son una forma de entretenimiento que anula el espíritu crítico, la libertad. “Son mecanismos de control social, tan sofisticados que no son ni morales ni inmorales, en tal caso yo diría que amorales porque se basan en las sensaciones que experimenta cada individuo. Eso sí, sensaciones en las que prima la cultura de la obscenidad”, matiza el filósofo y urbanista francés Bruce Bégout. Unas cuestiones sobre las que profundizará esta tarde en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, con unaconferencia enmarcada dentro del ciclo Ciudad Abierta.

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