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El hombre que ha provocado una huelga sexual en Tokio
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¿Y SI SE EXTIENDE LA IDEA?

El hombre que ha provocado una huelga sexual en Tokio

El recién elegido gobernador de Tokio, Yoichi Masuzoe, ha unido a los colectivos feministas, que no mantendrán relaciones con quien lo haya votado

Foto: Yoichi Masuzoe, nuevo gobernador de Tokio. (efe)
Yoichi Masuzoe, nuevo gobernador de Tokio. (efe)

El recién elegido gobernador de Tokio, Yoichi Masuzoe, ha unido a los colectivos feministas de la metrópolis japonesa, que han anunciado una huelga de piernas cruzadas contra los votantes del que consideran un peligroso misógino. Exministro de salud y miembro del conservador Partido Liberal Democrático, Masuzoe aún es el enemigo público número uno entre las mujeres japonesas debido a unas declaraciones, realizadas hace casi un cuarto de siglo, en las que criticaba la participación política femenina porque “la menstruación hace tomen decisiones irracionales”.

“No es nada positivo que las mujeres ocupen cargos políticos importantes, pues cuando tienen el periodo no actúan con lógica. Sería un riesgo dejar en sus manos decisiones críticas para el país, como por ejemplo apoyar o no una guerra”, apuntaba el ahora gobernador en una entrevista publicada por una revista dirigida al público masculino.

Sus palabras abrieron una herida que todavía no parece haber supurado y, efectivamente, las tokiotas han tomado la drástica decisión de ir a la guerra: no mantendrán relaciones sexuales con los seguidores de Masuzoe, según han anunciado diferentes asociaciones feministas a través de sus cuentas en las redes sociales. Una iniciativa que, si bien tendrá resultados inciertos, a buen seguro entorpecerá una de las medidas políticas anunciadas por Masuzoe: “trabajar contra las bajas tasas de natalidad”.

Una cultura poco dada a la igualdad entresexos

En un país extremadamente conservador en lo que a cuestiones de género se refiere, la amenaza de boicot sexual durante la campaña electoral no ha pasado de simple anécdota humorística. Sin embargo, en Occidente sí se miran con recelo las reaccionarias políticas de género del país nipón, hasta el punto de que el primer ministro Schinzo Abe se vio obligado a comprometerse durante la última edición del Foro Económico de Davos para que, "en 2030, un 30 % de mujeres ocupen posiciones de liderazgo". Un “objetivo improbable”, según valoraron los observadores sobre derechos de la mujer presentes en la cita.

No es nada positivo que las mujeres ocupen cargos políticos importantes, pues cuando tienen el periodo no actúan con lógica

En Japón, y a pesar de que las tasas de mujeres que van a la universidad son similares a las de los hombres, la gran mayoría de ellas tiene que desistir de su carrera profesional para convertirse en amas de casa. La tradición sigue pesando mucho y no está muy bien visto ser madre y trabajadora. Así, los puestos directivos de las empresas están copados por hombres, mientras que en el Gobierno sólo dos mujeres ocupan puestos de responsabilidad (de media, hay una mujer política por cada diez hombres).

Las niponas no son las primeras que llevan a la práctica la obra Lisístrata, la comedia de teatro clásico con la que Aristófanes (Atenas, 444 a.C – 385 a. C) proponía la huelga sexual como herramienta de las mujeres para presionar contra la guerra. Una llamativa forma de reivindicación que históricamente ha tenido su importancia para alcanzar ciertos objetivos sociales o pacificar conflictos.

De ‘lisístratas’ a premios Nobel de la Paz

En Liberia, la asociación Women of Liberia Mass Action for Peace organizó en 2003 varias protestas no violentas entrelas que incluían la huelga sexual. Como resultado, las mujeres lograron un acuerdo de paz para el país tras 14 años de guerra civil. Una de sus promotoras, Leymah Gbowee, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2011.

El grito de “paz o sexo” también se coreó en diferentes puntos del planeta, desde Turquía o Filipinas hasta Kenia. En este último país, la iniciativa surgió directamente de las esposas del presidente y del primer ministro keniata para forzar un acuerdo entre las diferentes facciones políticas. Sólo una semana después, las convocantes levantaron el veto sexual tras alcanzar sus objetivos.

placeholder Activistas de Femen irrumpen en el Parlamento con el torso desnudo. (Efe)

En España, el único acercamiento a la estrategia ideada por Aristófanes lo encabezó Maribel Verdú hace más de una década. Eso sí, en la gran pantalla con la película Lisístrata (2002, Francesc Bellmunt) y, todo hay que decirlo, no con demasiado éxito.

En un contexto en el que el “nosotras decidimos” ha vuelto a sonar en las calles (y en la entrega de los Goya) como muestra de rechazo a la reforma de la ley del aborto, habría que preguntar a alguna primera dama si le suena el nombre de la liberiana galardonada con el Nobel de la Paz del 2011.

Las integrantes de Femen probablemente sí que conocen a estas activistas, aunque abogaron por unos planteamientos más prácticos. Pero, en estos momentos, ¿qué acapararía más atención mediática, unos pechos desnudos en el Parlamento o la convocatoria de una huelga de sexo? ¿La abstinencia sería la chispa definitiva que provocaría el enfurecimiento de las masas?

El recién elegido gobernador de Tokio, Yoichi Masuzoe, ha unido a los colectivos feministas de la metrópolis japonesa, que han anunciado una huelga de piernas cruzadas contra los votantes del que consideran un peligroso misógino. Exministro de salud y miembro del conservador Partido Liberal Democrático, Masuzoe aún es el enemigo público número uno entre las mujeres japonesas debido a unas declaraciones, realizadas hace casi un cuarto de siglo, en las que criticaba la participación política femenina porque “la menstruación hace tomen decisiones irracionales”.

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